"Agosto"
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El argumento: Los Weston viven en una gran mansión en las afueras de Pawhuska, en Oklahoma. La desaparición del padre en extrañas circunstancias hace que la familia se reúna y que todas sus miserias salgan a la luz.
Conviene ver: "Agosto" salta al cine tras triunfar en los escenarios teatrales de medio mundo y convertirse en una pieza reciente aupada por el prestigio de sus buenas críticas. Como ya ha ocurrido con anteriores traslaciones del teatro al cine, el problema de la cinta es no saber adaptar el lenguaje propio de las tablas a lo que tiene que ofrecer una producción cinematográfica. Eso hace que se asuma una dirección rutinaria que deja todo el peso de la película en los actores y en la fuerza de la historia. Es necesaria más personalidad y nervio por parte de un director a la hora de asumir un reto como este, y en esta ocasión eso le hace perder fuerza y garra. La reducción obligada del metraje ha propiciado que la obra quede algo acartonada y que algunos personajes hayan perdido riqueza en su escritura quedándose en la típica historia de fin de semana familiar en la que alrededor de una mesa y de un encuentro opresivo y caluroso lleno de miembros amargados se sueltan todas las miserias, frustraciones y fantasmas que les llevan asolando y mermando su relación tanto tiempo en esta colmena matriarcal que deja a los roles masculinos como meras comparsas sacudidos por el suicidio del padre de familia. Un retrato áspero, auténtico y emocional pero muy universal sobre el convencionalismo y apariencia social del núcleo al que se pertenece por razón genética, así como la putrefacción de unas relaciones familiares desquiciadas que llegan al histerismo. Eso sí, a pesar de que la película no haya terminado de convencer, no se puede negar que es todo un espectáculo ver a un reparto en estado de gracia y dándolo todo. Meryl Streep y Julia Roberts llevan a cabo un duelo titánico que llega a la excelencia y, si bien Meryl parece actuar con su piloto automático y con algunos registros y tics más característicos propio de la excentricidad vital de un personaje alcohólico y adicto a las pastillas, Julia Roberts ofrece uno de los mejores trabajos de su carrera inundando de contención, profundidad y psicología a ese personaje complicado y atormentado por una madre dominante y castradora pero que, mirándose al espejo, se descubre como una inevitable heredera de sus pasos, aprovechándose además de que se haya modificado el final de la obra original sustituyéndolo por uno que le permite mucho más lucimiento a la actriz de “Pretty woman” pero que queda como un pegote habiendo sido mucho mejor haberse quedado en el fundido en negro previo y terminando con la soledad a la que parece condenada el personaje de Violet en sus últimos días. Hay mucha mordacidad y desgarro en la película, moviéndose bien ente el humor negro y el drama más duro manteniendo el equilibrio que esto tiene en la obra, pero se echa en falta algo más de chispa que ayude a redondear la historia y el conjunto, dejándolo demasiado a merced de la genialidad que puedan hacer los actores con el texto que, no obstante, no impide que la película esté realmente muy bien interpretada y dialogada. Streep y Roberts se llevan todos los focos, y el guión descuida a los demás personajes que ayudan a ahondar más en las relaciones establecidas entre ellos, pero el trío formado por Chris Cooper, Margo Martindale y Benedict Cumberbatch, así como las intervenciones de Julianne Nicholson, generan alguno de los mejores momentos de la cinta. Quizás una oportunidad desaprovechada y un conjunto algo cojo e irregular, pero unos actores estupendos la convierten en digna, con momentos intensos en los que la violencia latente familiar que muchas veces sobrevuela las reuniones en torno a una mesa queda muy bien reflejada, y lo suficientemente atractiva para terminar disfrutándola y quedarse atrapado durante dos horas con lo que cuenta en una historia de secretos, fracasos, frustraciones y reproches que supone todo un lujo actoral y con el que es difícil no sentirse en algún momento identificado.
Conviene saber: El realizador de “The company men”, John Wells, asume el reto de dirigir la adaptación al cine de la premiada obra teatral de Tracy Letts ganadora del Pulitzer y de 5 premios Tony en 2008.
La crítica le da un SEIS
'You gotta be kidding me'! Que me cuentas... Un 6? Vamos, ni por asomo. Ya solo la nota de las interpretaciones supera este 6. No es una película de paisajes, ni de acción, sino una película de diálogos, gestos, interpretaciones que el gran reparto hacen que sea creíble, y sin olvidar que es una adaptación de una obra de teatro, no se le puede pedir más ni mejores vidas a estos personajes. La historia puede gustar más o menos, pero en una sala a reventar, los silencios, los lloros, las risas y lis comentarios finales, no dejaron dudas. Es una película de actores que da lo que ofrece y más. Un 8 para mi!