Centenario Katharine Hepburn: "Gloria de un día", la escena
Querido primo Teo:
Tras "Mujercitas", Katharine recibió de parte de Lowell Sherman uno de esos papeles regalo que la puso definitivamente en la órbita del Hollywood de principios de los años 30. En "Gloria por un día" (1933), la tercera película de Hepburn, tuvo un papel muy parecido a sus propios antecedentes y experiencias teatrales, razón por la que dio más profundidad y significado de lo que el guión se merecía. A día de hoy, puede parecer una película algo simplona y típicamente convencional pero Kate da rienda suelta a las tablas adquiridas en los escenarios teatrales brillando con luz propia.
Recién llegada de una pequeña ciudad de Vermont, Eva Lovelace, enamorada del teatro, descubre que Nueva York es una ciudad dura y antipática para encontrar trabajo como actriz. La ayuda desde el primer momento el veterano actor Robert Harley Hedges, que le da ideas sobre cómo actuar y la lleva a su primera fiesta en Broadway, cuya anfitriona es Rita Vernon, actriz temperamental y de gran éxito. La hambrienta recién llegada se emborracha con champagne y causa sensación al declamar el famoso monólogo de Hamlet y la escena del balcón de Romeo y Julieta. Eva no tarda en tener una aventura con Louis Easton, un empresario teatral, y luego se enamora de Joseph Sheridan, un joven autor. La temperamental Miss Vernon, mientras tanto, abandona la nueva obra de Sheridan poco antes del estreno y Eva, que se sabe el papel, la sustituye y es la sensación de la noche.
Con tan solo 27 años, Katharine ganó el Oscar a la mejor actriz y se convirtió en la intérprete del momento. Iba a demostrar en el futuro que ella había surgido para quedarse, no para ser gloria de un día.
Tu primo.
Coronado