Cine en serie: “Hannibal”, el mío poco hecho por favor
Querido Teo:
Por fin llegó el estreno de "Hannibal" y, personalmente, puedo decir que ha valido la pena esperar. Desde su anuncio, este proyecto ha despertado curiosidad y miedo a partes iguales por lo que el formato de serie podía hacerle a un personaje tan icónico como el doctor Lecter. Si el tono de la serie no hubiese sido el correcto, o los personajes hubiesen estado sobreactuados, los fans hubiesen entrado en cólera desde el primer minuto, pero que no cunda el pánico porque el jurado ya ha emitido un veredicto. Estamos ante uno de los mejores estrenos de la temporada.
La premisa básica de la serie la tenemos ya muy vista: Agente del FBI pide ayuda a un profesor experto en asesinos en serie para que le ayude con un caso que no puede resolver. Pero pronto empezamos a ver los detalles que diferencian esta serie de otras. Por un lado, nuestro protagonista, Will Graham, es un antiguo agente que se retiró porque sufre un trastorno de personalidad que le hace meterse en la mente de los asesinos de los que crea sus perfiles. Es capaz de entender sus motivos, de sentir lo que ellos sienten cuando cometen sus crímenes y, de hecho, se ve a sí mismo cometiéndolos. Y es precisamente su exceso de empatía el que le impide “funcionar” normalmente, causándole pesadillas y haciéndole rechazar casi cualquier contacto social con otros.
Y por otro lado, tenemos al ayudante que el agente del FBI elige para acompañarle y vigilarle, ni más ni menos que el señor Lecter. Psicólogo profesional, su tarea es la de ayudar a Will y, al mismo tiempo, la de controlar su implicación en los casos para evitar que le afecten demasiado. Pero claro, nosotros ya conocemos al doctor y su peculiar versión de la dieta de los puntos, así que a nadie le sorprenderá que a medida que avance el primer episodio ya nos dejen entrever que Hannibal tiene otros planes en mente.
Huyendo del clásico esquema de las series procedimentales, no hay en el piloto ningún momento “¡ajá!” de iluminación por parte de los protagonistas (de hecho, la pista que resuelve el caso resulta ser bastante tonta), aunque sí veremos a Will poniendo en marcha su maquinaria empática en un par de ocasiones. Lo que sí que tiene este episodio es más de un momento de retorcerse en el sofá viendo las escenas de violencia en la pantalla, que son gráficas aunque no gratuitas, y además muy bien presentadas.
Uno de los puntos que merecen un aplauso es el poco tiempo que le dedican al doctor Lecter en el episodio. Me explico, hubiese sido muy fácil caer en la tentación de hacer a Hannibal el personaje central de la serie y dedicarle la mayor parte de las escenas, pero aquí se ha optado por centrar la acción en Will, dejando al doctor en un segundo pero muy presente plano, y haciendo que lo que el espectador ya sabe de él y su imaginación hagan la mayor parte del trabajo. Brillante.
Mads Mikkelsen (“Casino Royale”) borda el papel del doctor Lecter como psicópata inteligente y educado, aunque aviso a los que como yo ven las series en versión original que su acento se hace en ocasiones algo complicado de entender. Al atormentado Will Graham lo interpreta Hugh Dancy, que en “Adam” ya interpretó a un personaje con un trastorno de personalidad que le valió muy buenas críticas. El trío protagonista lo completa Laurence Fishburne (me da igual que haya hecho veinte películas después, sigue siendo Morfeo) como el agente del FBI Jack Crawford. Y ojo, que Gillian Anderson está al caer.
La serie tiene muchas cosas que me resultan interesantes, habrá que ver cómo Will es capaz de soportar la presión y el trauma de tener que vivir los crímenes en primera persona, qué demonios es lo que se le pasa por la cabeza a Hannibal, si el agente Crawford se acabará dando cuenta de que algo huele a podrido en Dinamarca (guiño, guiño), y de cuál es el mejor aliño para la antigua agente Scully.
¿Se puede alargar esta trama durante mucho tiempo?. No olvidemos que esto es la precuela de una precuela así que el horizonte no está muy lejano, y que la NBC tiene fama de cancelar sus series sin mucho criterio, de modo que disfrutemos mientras podamos de Hannibal, y cuidado con quién te trae los tuppers del desayuno.
Atentamente.
Profesor Falken