Cine en serie: "The hollow crown" - "Ricardo II"
Querido primo Teo:
Como te contamos hace unas semanas, la BBC ha emitido este verano una ambiciosa producción para televisión adaptando la conocida como “Henriada” o segunda tetralogía de William Shakespeare sobre algunos de los monarcas más conocidos de la historia medieval inglesa. En este caso, aborda los primeros momentos de los enfrentamientos entre las casas de York y Lancaster por el trono. “Ricardo II” (ca. 1595) es la primera de las cuatro obras (“Enrique IV. Parte 1”, “Enrique IV. Parte 2” y “Enrique V”) que forman la tetralogía. Este drama histórico, compuesto por cinco actos en verso, narra parte del último año de vida del rey Ricardo II (1377-1399).
Todo comienza con la disputa entre el duque de Norfolk, Thomas Mowbray, y el primo del monarca, Enrique de Bolingbroke, duque de Hereford. Ambos se presentan ante el rey acusándose mutuamente de traición. La situación parece tener que dilucidarse en un duelo a muerte entre ambos, pero el rey decide anular en el último momento el duelo que les enfrenta y, en su lugar, les condena a ambos al exilio. A partir de ahí, el monarca va a tomar una serie de medidas de gobierno polémicas, confiscando el dinero y las tierras de su tío el duque de Lancaster, y padre de Bolingbroke, a su muerte, para financiar sus campañas militares en Irlanda. Esta actuación le va a enfrentar a buena parte de la nobleza y a su primo Enrique, que regresará del exilio para reclamar su herencia.
La obra había sido adaptada para televisión previamente por la BBC en 1978. Se trata de un texto muy complejo para su traslación a la pantalla (en cine no se ha hecho), por su particular estructura, compuesta por largos y complejos monólogos. La segunda versión, que es la que nos ocupa, es la más ambiciosa hecha por la prestigiosa cadena británica. El encargado de dirigir esta adaptación ha sido Rupert Goold, que junto con Ben Power se encarga también del guión. Goold es un conocido director teatral con amplia experiencia en la puesta en escena de obras de Shakespeare aunque casi un debutante en televisión (adaptó “Macbeth” para la BBC en 2010). Su elección manifiesta el deseo de la cadena por primar la fidelidad al texto y el aspecto teatral de la producción.
Estrenada el pasado 30 de Junio, el telefilm reúne en su reparto a algunos de los actores británicos del momento y a otros clásicos de prestigio. La mayoría de ellos con amplia experiencia sobre las tablas en dramas “shakespearianos”. Ben Whishaw ("El perfume", "The hour"), que parece especializado en dar vida a personajes con un toque delicado y extravagante, da vida a Ricardo II; Rory Kynnear (“Black mirror”) es su antagonista, el sobrio Enrique de Bolingbroke; David Morrissey (“Red Riding”, “Centurión”) es el conspirador conde de Nurthumberland; David Suchet (“Poirot”) un sufridor duque de York; Patrick Stewart (“Star Trek. La nueva generación”) da cuerpo y alma a Juan de Gante, duque de Lancaster; tenemos a Clémence Poésy (“Harry Potter”) como la triste reina consorte Isabella; o a James Purefoy (“Roma”) en el breve papel del duque de Norfolk.
En la obra literaria, conocida por su lirismo, vamos viendo la transformación de los personajes, tomando como eje la contraposición de los dos protagonistas-antagonistas: el rey Ricardo, más un rey-poeta, delicado y locuaz, que un rey-guerrero; enfrente Enrique de Bolingbroke, un personaje parco en palabras, práctico (en un sentido maquiavélico), buen militar y poco sentimental. Ambos personajes, como los que les rodean, aparecen retratados con sus luces y sombras. Ninguno es inocente. Ricardo da el perfil de antihéroe de la historia con el que el lector/espectador termina simpatizando en su patética caída en desgracia. Sus enemigos le acusan de ser un mal gobernante que dilapida el tesoro real, rodeado de aduladores y artistas, enfrentándose con parte de su familia y con los más importantes nobles del reino. Le vemos cometer acciones condenables y, en parte, entendemos a sus detractores. A medida que la obra avanza y el destino le pone contra la pared, se nos muestra como un personaje frágil, abatido a la vez que, brillantemente, lúcido. Ben Whishaw da bien el perfil del personaje, delicado y voluble, quizá con algún exceso de amaneramiento en algunas partes, pero conmovedor en la vibrante y mesiánica (y críptica) parte final. Su papel recuerda a algunas de sus últimas interpretaciones: la delicada fragilidad que mostraba en "Bright star" pasada por el toque excéntrico y algo histriónico de su personaje en “The hour”. Guste más o menos, lo que no se puede negar es que es difícil apartar la mirada de él cuando está en pantalla. Algunos han querido ver en el patetismo del Ricardo II interpretado por Whishaw reminiscencias de un coetáneo rey caído, Michael Jackson (el propio director y actor han reconocido que le tomaron como unas de sus fuentes de inspiración). Y en la extravagancia de los vestuarios del monarca se parece intuir también la huella del rey del pop.
Por su parte, Rory Kynnear cumple como Bolingbroke. La antítesis de Whishaw, sobrio y mucho menos expresivo que aquél. Sus personajes son opuestos y sus actuaciones también lo son. Quizá su Bolingbroke sea más amable y algo menos carismático de lo que es su personaje en la obra de teatro original. Sin embargo, compone un personaje complejo, en el que se adivina la lucha interna que vive, el choque de miedos y ambiciones, y es un contrapunto perfecto al personaje de Ricardo II. Del resto del estelar reparto (Morrisey, Stewart, Suchet, Purefoy, etc...), sólo se pueden hablar bondades.
La obra es densa, con largos monólogos, sin espacio para el humor o la distensión, llena de profundas reflexiones, casi siempre, en boca del monarca que le da título. La adaptación televisiva es fiel en todos sus parámetros a la obra. Durante las casi dos horas y media de duración de este primer telefilm, asistimos a los largos monólogos y soliloquios de los personajes, casi tal cuál aparecen en la obra. Con el tan artificioso como elegante, tan arduo como sugerente, texto escrito en verso en inglés medieval por Shakespeare.
Reconociendo su calidad y esmero, a este primer capítulo se le pueden poner pegas, porque no todo termina de funcionar en pantalla. Quizá como recurso para hacer más televisivo un texto que no lo es, se intenta compensar con una realización, en algunos momentos, excesivamente moderna, dándole una extravagancia a determinados pasajes que llevan casi irremediablemente a una valoración extremista: o gusta o, directamente, horroriza. A pesar de estos esfuerzos por modernizar, la puesta en escena es muy teatral, demasiado teatral. Algunas de las escenas rodadas en exteriores piden a gritos más figuración y un mejor aprovechamiento de los escenarios naturales, aunque hay imágenes y planos de gran belleza formal. Lo mismo pasa con algunas de las escenas claves que suceden en los interiores, que abusan de la austeridad teatral y a veces es imposible quitarse de encima la sensación de artificialidad de lo que se ve en pantalla, aunque sea hecho de una manera consciente.
Otro de los lastres del capítulo es que la fidelidad al texto lleva, a veces, a saltos narrativos que a un espectador no habitual de la obra de Shakespeare le pueden resultar confusos a la hora de seguir la historia. Esto nos lleva a una conclusión final bastante evidente: no es una serie fácil de ver si no se está familiarizado con la obra de Shakespeare, bien en escrito, bien en pantalla. Y es que la "serie” es puro Shakespeare sin concesiones. Para los amantes del genial autor inglés la serie será pura ambrosía.
Es un producto de calidad, que busca acercar al autor a las nuevas generaciones poniendo en pantalla a rostros conocidos y populares, pero con la máxima fidelidad al texto. Y el ambicioso objetivo no es del todo fácil. Aunque el esfuerzo es más que digno de alabar. Este primer capítulo, emitido por la BBC Two, tuvo una media de 726.000 telespectadores (3’6% de la audiencia), unos datos bastante razonables para el canal en una emisión de sábado noche.
Tu prima.
Ananula
muy interesante