Comer de cine: La tarta de queso de "Las chicas de oro"
Querido primo Teo:
¿Hasta qué punto influyen en nosotros las películas y series a lo largo de nuestra vida?. No me refiero solo a nuestros hábitos como espectadores o a nuestras preferencias en cuanto a actores o directores, sino a nuestro día a día. ¿Comeríamos tortitas o cereales para desayunar si no lo viéramos en la tele?. ¿Corromperíamos nuestro rico lenguaje con absurdos anglicismos pensando que así quedamos más guays?. ¿Celebraríamos Halloween?. Tenemos que reconocer que muchas series y pelis nos moldean más de lo que estamos dispuestos a reconocer. ¿Cuántos de nosotros nos hemos sentido el padrino mientras acariciábamos a nuestro gato?. ¿Cuántos nos hemos acordado de la sintonía de “Carros de fuego” con los recientes Juegos Olímpicos? ¿Cuántos hemos visto a unas señoras mayores sentadas juntas en una cafetería o restaurante y hemos pensado “Mira, las chicas de oro”?. ¿No?. Pues a mí me pasa…
Mucho antes de que las pijiguays de Nueva York llegaran a nuestras pantallas, la ficción televisiva usamericana ya nos había mostrado la historia de cuatro mujeres independientes que se enfrentaban al mundo, a las relaciones sentimentales y al sexo apoyándose las unas en las otras. La diferencia es que están eran mujeres maduras y experimentadas que ya habían estado casadas antes, desafiando la convención social de que los mayores no tienen sexo, o que, por lo menos, no se habla de él. Unas protagonistas insólitas, ya que la madurez suele estar relegada a papeles secundarios o meramente familiares, para una temática recurrente y sobada, que adquiría una nueva perspectiva gracias a su carismático elenco.
“Las chicas de oro” narraba la historia de cuatro mujeres maduras que viven juntas en un chalet en Miami. Juntas superaban las heridas de unas vidas sentimentales accidentadas y se protegían de un mundo que cada vez les resultaba más extraño e incomprensible. La serie se emitió entre mediados de los 80 y principios de los 90, y fue una de las comedias más emblemáticas de la televisión que obtuvo los beneplácitos de la crítica y el público por igual. Las protagonistas de la serie han fallecido recientemente, curiosamente en años consecutivos, menos una, la incombustible Betty White, que está viviendo una segunda edad dorada, dando muestras de un desparpajo y unas ganas de vivir envidiables a sus 90 añazos. Y algo me dice que le queda marcha para rato.
Una de las tónicas de la serie era la manera de las chicas de enfrentarse a sus dilemas: comiendo tarta de queso. No sé si sirve para resolver realmente los problemas de la vida, pero está tan deliciosa que sin duda la hace más feliz. Así voy a acercarte un poco de esa felicidad dándote la receta de esa maravilla, te aseguro que no te arrepentirás.
Ingredientes:
* 200 g de galletas.
* 100 g de mantequilla o margarina derretida.
* 500 g de queso crema.
* 135 g de azúcar.
* La ralladura de un limón.
* 4 huevos.
* Dos cucharadas soperas de harina (30 – 40 g).
* Una cucharadita de esencia de vainilla.
Elaboración:
- Trituramos las galletas en una picadora o metiéndolas en una bolsa de plástico y golpeándolas con un rodillo. Mezclamos el polvo resultante con la mantequilla derretida hasta obtener la consistencia de la arena de playa mojada. Si ves que queda demasiado seco puedes agregarle un chorrito de leche.
- Repartimos la mezcla de manera uniforme en el fondo de un molde desmontable y lo presionamos bien para que se compacte. Si no tienes un molde desmontable utiliza uno normal forrado de aluminio. Lo metemos en la nevera mientras hacemos el relleno.
- Batimos el queso crema, los huevos, la ralladura de limón, la esencia de vainilla y la harina hasta que no queden grumos. Añadimos la mezcla al molde con la base de galletas y lo horneamos en horno precalentado a 160º durante 45 minutos aproximadamente.
- Cuando el pastel ya esté hecho abrimos el horno y dejamos que se enfríe poco a poco dentro para no comprometer su consistencia.
- Se puede servir con un poco de mermelada de fresa o frutos rojos. Es mejor que sea algo con un sabor ligeramente ácido para contrarrestar el sabor neutro del pastel.
Y aquí lo tienes, un verdadero clásico famoso en todo el mundo en tu mesa sin apenas esfuerzo. Y recuerda, hay que respetar a los mayores, si ellas resolvían sus problemas delante de una tarta de queso, es porque el método funciona. Y aunque no funcione, que te quiten lo bailao.
Tu prima.
Mohoja
¿Y el azúcar no se usa?
La foto no se corresponde con el resultado a obtener siguiendo esta receta. La tarta de la foto no tiene base de galletas.