Ridley Scott entre aliens, replicantes y otros mitos: “Alien”, en el espacio nadie podrá oír tus gritos
Querido primo Teo:
“Alien” y “Blade Runner” marcan un antes y un después en el género de la ciencia ficción, estableciendo nuevos códigos narrativos y visuales que han sido objeto de estudios e imitación. “En el espacio nadie podrá oír tus gritos”, con este contundente eslogan se promocionaba la película allá por 1979. La nave comercial Nostromo regresa a la tierra tras finalizar su misión comercial. Su tripulación despierta anticipadamente de su sueño criogénico para descubrir que se han desviado del camino trazado para atender una llamada de socorro que finalmente resultara ser una advertencia.
El cine desde sus orígenes ha mostrado su fascinación por los misterios del espacio: en los primeros pasos supliendo con imaginación la carencia de medios, Méliès viajó a la luna y Fritz Lang retrató en ella a una mujer. Los extraterrestres nos habían invadido con diferentes intenciones, también se habían realizado expediciones a otros planetas como en “Terror del más allá” (1958), “El planeta de los vampiros” (1965) y “Planeta sangriento” (1966), que se enfrentaban a amenazas desconocidas, ya fueran seres invisibles o tuvieran la forma de una mujer vampiro. Pero es la considerada por muchos la obra cumbre del genero, “2001: Una odisea del espacio” (1968), la que abre una ventana de hiperrealidad al cosmos, con una estética modernista, en la que predomina la luz, la música suple el espacio dejado por sus escasos diálogos, y donde la vida transcurre al compás del más conocido vals de Johann Strauss. Antes de “Alien”, la imagen que el espectador tenía en su retina sobre el espacio y sus habitantes, eran los simpáticos seres fantásticos concebidos por George Lucas para “La guerra de las galaxias”, una historia familiar sobre héroes que se enfrentan al villano, seducido por el lado oscuro de la fuerza, para salvar al universo y casarse con la princesa.
El germen de "Alien" debemos buscarlo en el proyecto de fin de carrera de Dan O´Bannon y John Carpenter, “Dark star”, una comedia satírica que narra de forma desenfadada la misión de cuatro astronautas encargados de destruir planetas inestables. Dan O´Bannon desarrollo un nuevo guión cambiando el género de la comedia por el terror espacial. Carpenter, que se desvinculo de este nuevo proyecto, rodaría un par de años más tarde “La cosa”. Dan se uniría al hasta entonces productor teatral Ronald Sushett tratando de buscar financiación para un proyecto que olía demasiado a serie B. Antes de que el proyecto le fuera asignado a Ridley Scott, los productores barajaron otros candidatos: Meter Yates, Jack Clayton y Robert Aldrich. Un vez que se hizo con la silla de director, Scott dejo muy claro cuales iban a ser sus premisas para otorgar credibilidad y realismo a la cinta: primero deberían cuidar al máximo el aspecto del alienígena, cuando vio los trabajos del artista H.R. Giger en el Necronomicon supo que lo había encontrado, encargándole el diseño del alien, del facehugger, del chestbuster, de la nave abandonada y del no menos mítico jinete del espacio. El propio Scott declaró años más tarde que si la cinta no hubiera tenido ese gran monstruo, aunque contara con un reparto maravilloso, el resultado no habría sido tan bueno. Tampoco quería que fuera sólo una cinta sangrienta más, su deseo era crear el suspense que es capaz de dejar al público sentado al borde de la butaca hasta hacerlo saltar y de paso que se pareciera a “2001”. Para empaparse del suspense se dedico a estudiar todas las películas de bajo presupuesto de terror desde “La invasión de los ladrones de cuerpos” a “La noche de los muertos vivientes” pasando por “La matanza de Texas”, y la obra del maestro Alfred Hitchcock.
Ridley, que sabe jugar con nuestros miedos primarios, conjuga con acierto elementos de la ciencia ficción y los elementos clásicos del terror gótico. Siguiendo al pie de la letra la máxima de mejor sugerir que mostrar, espacia con maestría las apariciones del ser mostrándonos apenas pinceladas de su constitución, y no llegando a presentarlo en su integridad hasta la última parte. La tripulación deberá enfrentarse a un depredador inteligente del que se desconoce su composición y fuerza, en un entorno cerrado y sin posibilidad de recibir ayuda externa. La caza se desarrollara en un complejo laberinto de túneles de metal oxidado, niveles, compuertas y compartimientos que se convertirán en una prisión claustrofóbica tanto para tripulantes como espectadores. Ridley, especialista en la creación de atmósferas, logra con esos mimbres que el suspense inicial ante lo desconocido, se transforme paulatinamente en inquietud, tensión y angustia en su grado más alto. Temerosos esperamos un ataque que no sabemos cuando llegará, donde, ni a quien se llevara por delante, adelantándose al género de depredadores que vendría después y toda cinta protagonizada por bichos de los últimos 33 años. Y en contra de todos los principios canónicos, el protagonista no es a priori el héroe esperado, los actores con más renombre caen en igualdad de condiciones, será a la vez sorpresa e innovación que una mujer, Sigourney Weaver, prácticamente desconocida, sea la superviviente y la que se enfrente con valentía y decisión al invasor.
Aunque un mago no debería desvelar sus trucos, son muchas las curiosidades que la rodean y contribuyen a su grandeza:
Las letras del título aparecen como arañazos, uno por cada tripulante del Nostromo asesinado.
El director británico uso a tres chicos (dos de ellos sus hijos) para rodar la escena en la que tres tripulantes se acercan a explorar la nave abandonada, consiguiendo aumentar el efecto de la gigante figura fosilizada.
Para que los huevos parecieran contenedores de organismos vivos rellenaron su interior con vísceras de animales que movían manualmente consiguiendo así el efecto deseado efecto.
El aspecto final de alien sería un humanoide alto y delgado. Por casualidad, el director de casting encontró en un pub local al candidato perfecto, el diseñador gráfico Bolaji Badejo. Badejo acudió a clases de tai chi y mimo para aprender a ralentizar sus movimientos.
Según el propio Ian Holm, la cabeza de Ash, en una de las escenas clave, contenía pasta, caviar, aros de cebollas y leche.
Los decorados del Nostromo tenían una sola entrada, los actores debían caminar a diario todo su recorrido varias veces, contribuyendo al realismo claustrofóbico de la película. Weaver reconoció que fue un rodaje muy duro, y agotador recorriendo los pasillos cargando con el pesado equipo y el gato, todo ello acrecentado por la falta de oxigeno.
Los diez minutos de cuenta atrás no se desarrollan en tiempo real, los dos primeros minutos sólo tienen 20 segundos, mientras que los dos siguientes alcanzan los 30. Los diez minutos transcurren en realidad en siete.
Desde el año 2002, debido a su trascendencia cultural, fue incluida en el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. También fue clasificada como la séptima mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos por el Instituto de cine americano.
La película recaudó 80 millones de dólares, multiplicando así por diez el presupuesto invertido. Recibió 2 nominaciones a los premios Oscar, mejores efectos Visuales y mejor dirección de arte, ganándolo en la primera categoría. La cinta fue un rotundo éxito de público, no obtuvo el beneplácito de la critica, la revista Time out no pudo ser más hiriente con su reseña: "una bolsa vacía de valores cuya producción y engaño no puede ocultar la pobreza imaginativa”. El New York Times la definió como “una película de terror a la antigua, sobre algo que no es sólo el mal implacable sino que tiende a saltarte encima cuando menos te lo esperas”. Modificando su criterio sobre ella los medios de comunicación modernos, a día de hoy nadie niega su estatus de obra maestra del género.
Tu prima.
Terry McKay