"El síndrome de albatros"
En estos días el director de cine y escritor Gonzalo Suárez ha visto publicada su última novela y una recopilación de relatos. Suárez no ha pretendido ser, y lo ha logrado, un autor para mayorías, pero si ha sabido ofrecer en todos los casos ideas interesantes, inquietantes a menudo. A Gonzalo Suárez le apetecía una novela negra a su manera.
Título: “El síndrome de albatros”
Autor: Gonzalo Suárez
Editorial: Seix Barral
Nota de la Redacción: El libro contiene todos y cada uno de los elementos tópicos del género que tanto se ha valorado, y que ahora peligra, en la ciudad de Gijón. Extraigamos algunos personajes de la novela en forma de dramatis personae para confirmarlo:
Lujuria: Pieza teatral posible en la época de la transición española a la democracia, provocadora y pretenciosa. Si se entra al libro sin conocer nada sobre él, es lo primero que se encuentra y resulta desconcertante.
Ernesto Zóster: Cuentista, profesor de literatura y traductor de novelas policíacas a 12,50 el folio, metido a detective privado, que intenta averiguar qué hay de ficción y verdad en “Lujuria”.
Ludivina: La viuda habitual, que encarga a Zóster el trabajo, y que le traiga a una mujer misteriosa “por los pelos del pubis para arrancárselos a dentelladas”.
París: La mujer misteriosa de la que todos hablan.
Elvira: La diva obligada a dejar el teatro, dotada del ego manipulador necesario en estos casos.
El ausente: Apodo del boxeador retirado y con gimnasio, dispuesto a ser empleado por los otros personajes para el trabajo sucio indispensable.
Juan Pablo Borodián: Psiquiatra del Southern California Medical Group, interesado por un informe asignado a un varón blanco caucásico, que ha recibido siete tiros de su ex mujer y que, postrado en silla de ruedas, padece el síndrome de albatros, consistente en el apego a un dolor que le permite prolongar la tutela médica y reiterar hasta la saciedad el recuento pormenorizado de los hechos causantes de su mal y el consiguiente deseo de venganza.
Whisky: Irlandés, de un trago, sin agua y sin hielo.
Yate: De 15 metros de eslora, adecuado para acoger una inquietante y perversa historia de sexo y violencia.
Gato: Negro y tuerto, como debe ser.
Los componentes son los habituales y necesarios para urdir la historia negra, sin que falte una vieja prostituta con buen corazón, una niña con muñeco, una casa y un jardín. Pero Suárez se sale de la narración convencional, salpica de espejos la historia hasta confundirnos y convertirnos en el propio Zóster, que se mezcla con todos sin distinguir a menudo entre realidad y ensoñación. El juego de reflejos alcanza a los propios personajes que se sienten autores de la ficción mientras el autor se divierte jugando con su lector. Hay manipulaciones dignas de un Mamet y otros, en un cementerio, que le vendrían bien a Tarantino. El resultado de la lectura puede ser tan mareante en ocasiones como el irlandés sin hielo ni agua, reconocemos que nos llegó a perder en el laberinto, porque el detective investiga mientras un psiquiatra le investiga a su vez, y el lector acaba investigando la del psiquiatra sin saber siquiera de qué vida se trata ni quién escribió la obra original. Pero al final encajan las piezas de esta novela negra que no lo es, porque nada es lo que parece ser en “El síndrome de albatros”.
Aquí tienes un fragmento para saborear el estilo de Gonzalo Suárez.