Cine en serie: "Bored to death", tres amigos encerrados en una historia

Querido Teo:

"Bored to death" es una de esas series que me cogió por sorpresa cuando menos me lo esperaba, o lo que es lo mismo, a traición, sin avisar, con la guardia baja, y con mis carcajadas ya guardas en la maleta. Los primeros episodios de su primera e irregular temporada parecían ser demasiado……déjame pensar: ¡mmmmm! ¿Altivos?. ¿Presuntuosos?. Incluso me atrevería a decir que ¿arrogantes?. No estoy seguro. Da igual, ya no importa. Lo que si sé, es que para nada parecían conectar con el espectador medio del canal de pago que lo emitía, HBO (ni conmigo tampoco), empeñados en desvincularse de cualquier referencia conocida, y absortos en parecer lo más “cool” y “underground” posibles, dejando a un lado lo que realmente deberían ser, y más en esos momentos, que no es otra cosa que ingeniosos, divertidos o al menos graciosos fragmentos de entretenimiento televisivo. En realidad todo era una cuestión de tiempo, y de ajustar aquí y allí las historias, los personajes y nuestras cabezas. Una vez todo en su sitio y la serie bien maqueada y arregladita: “voilà”, la gran comedia que todos estábamos esperando que fuese ahí estaba ante nuestros ojos. “Bored to death” ya no solo era altiva, presuntuosa, e incluso arrogante, también era una comedia que molaba mogollón.

Pero no todo ocurrió de repente. En mi caso me fue ganando poco a poco, como a cámara lenta, con una risa por aquí, y un momento chispeante por allá. Lo que si estoy casi seguro es que fue por los personajes más que por las historias, desde luego creo que por el tono más que por el fondo, y sobre todo puedo afirmar con contundencia que fue en gran parte por Ted Danson más que por ninguna otra cosa. Su George Christopher fue el faro que alumbró el camino en los momentos más oscuros donde apenas se vislumbraba esa gran comedia de calidad que es ahora. Y lo que es mejor y más divertido, lo logró a base de encenderse porros en lugares de lo más snob, y soltar sus geniales pero incoherentes y contundentes reflexiones sobre la vida en general y las mujeres en particular. Después se unió a mi placer seriéfilo Ray Hueston, un gran Zach Galifianakis (lo de “gran” ya venía de serie), que pasó de ser un estrafalario-desastroso-gordito-insulso para convertirse finalmente en un estrafalario-desastroso-gordito-entrañable. Cosas que tiene la percepción anticipada de las cosas.

Y finalmente pude ubicar en mi escena perfecta, y en mi esquema mental también a un Jonathan Ames “woodyallenesco”, haciéndose querer gracias a su insufrible y divertida melancolía, y sobre todo gracias a su gran capacidad para resolver esos casos raros que él investiga como detective amateur (y como ningún otro), resolviéndolos siempre con toneladas de ingenio y sencillez, y una pizquita de insensatez e ironía impostada que le da la chispa perfecta al conjunto. Vamos, todo un superhéroe “urbanita” de nuestros días, un caballero sin espada con ordenador portátil y conexión a Internet.

Y es que, no puede haber tres personajes más diferentes en cuanto a la manera de vivir sus vidas, y más afines en cuanto a sus inquietudes existenciales, y su manera de verse a sí mismos y al mundo que les rodea. En esa contradicción radica la gracia (y la magia) de “Bored to death, y de ahí que las tramas de la serie no sean más que meras escusas para poder encerrar a estos tres tipos en una historia y dejarlos allí juntos a ver qué pasa, ¿sabes que te digo?. Yo desde luego no me pienso perder lo que surja de ahí. Tu tampoco deberías.

“Bored to death” está compuesta de dos temporadas de ocho capítulos cada una que ya se han podido ver en Paramount Comedy. Ya se está preparando la tercera temporada.

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