Cine en serie: "Ladrones de drogas", o como todo puede ir de mal en peor y sonreír
Querido Teo:
Mani y Ray son dos ladrones de poca monta, que utilizan una placa de la DEA, la oficina antidroga de Estados Unidos, para impresionar y dar pequeños golpes a personas o grupos que se dedican al cocinado y al mercado de la droga en cantidades pequeñas. Ni el título de la serie ni los primeros veinte minutos hacen pensar que estamos ante un trabajo de comedia negra entre los mejores en los últimos estrenos. Luego el asunto cambia mucho y no sólo la pareja Brian Tyree Henry y Wagner Moura justifican por sí mismos emplear nuestro tiempo en sus ocho capítulos, sino que los secundarios están a su altura. Claro que anda detrás Ridley Scott y eso ya es una pista.
A partir de los primeros momentos en que este par de colegas en Philadelphia descubren, para su sorpresa y desgracia, la existencia del canal de tráfico de drogas mejor escondido de la Costa Este, su situación deriva en una huida que alcanza unos niveles que recuerdan a comedias y personajes memorables del género... sólo falta que aparezca por un rincón el gran Lebowski para redondear. No olvidemos que Apple TV+ se ha encargado de otra buena serie del mismo género como es "Slow horses".
Basándose en una novela de Dennis Tafoya, autor poco conocido fuera de Estados Unidos, pero con experiencia y eficacia demostrada entre los aficionados a la novela negra y los crímenes de ficción, la trama es poco original en su planteamiento porque el talento está en los personajes, sobre todo en Brian Tyree Henry, que demuestra que no es necesario un artilugio dramático muy complejo si un actor nos hace sentir y compartir con él tensión y frustración, y a pesar de ello cogerle cariño. Como jueces deberíamos condenar sus acciones, pero no le negaríamos una palmada de comprensión en la espalda y recomendaríamos a los guardias que se lo llevan esposado que lo traten bien.
Por esta razón no es importante que podamos aventurar con éxito quien es el malvado de la historia, o que la resolución pueda parecer algo forzada. Cuando los platos responden a una buena comida, un postre más corriente no estropea la experiencia. Disfrutadla.
Carlos López-Tapia