"La semilla de la higuera sagrada"
La web oficial.
El argumento: El juez de instrucción Iman se enfrenta a la paranoia en medio de los disturbios políticos de Teherán. Cuando su pistola desaparece, sospecha de su mujer y sus hijas, imponiendo medidas draconianas que tensan los lazos familiares a medida que las normas sociales se desmoronan.
Conviene ver: “La semilla de la higuera sagrada” tiene como germen el encarcelamiento del director Mohammad Rasoulof junto a otros intelectuales y activistas en 2022 coincidiendo con la revuelta de mujeres de aquel verano a raíz del caso de Mahsa Amini, joven kurda de 22 años que fue detenida por la policía de la moral por llevar mal colocado el velo y que, tras ser arrastrada y golpeada, y todavía bajo custodia policial, cayó en coma falleciendo en un hospital tres días después. Eso le lleva a explorar las tensiones de un país a partir de una familia de Teherán que reivindica a una generación de mujeres que enarbolan la bandera del cambio a base de unión, fuerza y determinación. Un melodrama que supone todo un grito de indignación frente a la autocracia, machismo y paranoia de un Estado castrador representando por un padre de familia que es capaz de todo, incluso llegar a la locura, por mantener el estatus de un régimen en el que cree y que le da el estatus de poder y dominio que no quiere perder frente a su mujer y a sus hijas. Algo que se desencadena cuando desaparece una pistola a su cargo mientras en las calles la presión cada vez es mayor ante un grito de indignación global que sobre todo cala en las nuevas generaciones del país representadas en esas hijas que abren los ojos frente a la tradición que siempre se les ha intentado inculcar.
Una de esas películas cuyo mensaje y denuncia está por encima del valor cinematográfico pero que, aunque se toma su tiempo a lo largo de tres horas, va logrando generar la tensión necesaria para mantener al espectador pegado en la butaca mientras asiste a la evolución psicológica de unos personajes que buscan huir de un ambiente irrespirable cuando cala en la casa el fanatismo ideológico y patriarcal más allá de cualquier sentimiento. Una cinta que gana fuerza en las escenas cotidianas dentro de la casa y en especial con la evolución de una madre que poco a poco va descubriendo la verdad que hay detrás de un régimen en el que hasta el momento ha creído y defendido con fruición.
Un microcosmos que supone una analogía del sentir de unas calles que saben que tienen la posibilidad de hacer tambalear el sistema no sin dificultad destacando el uso que hace el director de las imágenes de archivo de las propias revueltas que dan significado a la película. En esa casa impone su ley el padre, un juez recién ascendido que tiene que firmar sentencias de muerte y que exige un comportamiento intachable a su mujer e hijas siguiendo los cánones del régimen frente a las protestas de los opositores, y que es la representación del sistema iraní frente al que hay que o rebelarse o poner la otra mejilla. Eso es lo que no ha hecho un director que, siendo condenado a ocho años de cárcel en su país por una filmografía que ha destapado las vergüenzas del régimen, tuvo que huir clandestinamente no sólo para respetar su integridad y sus valores sino también para que el resto del mundo pudiera escuchar su voz con esta película interpelando así a la comunidad internacional.
Una película rodada con un equipo mínimo y en secreto a la espera del recurso de la sentencia que finalmente condenó al director y que le obligó a huir de su país. Rasoulof tuvo que sacar primero a la película del país, para que su montador se encargara del acabado siguiendo lo estipulado en el guión, y después llevar a cabo un viaje de veinte días cruzar la frontera hacia Alemania pasando por Turquía y contando con la ayuda de contactos para así evitar volver a la cárcel y convertirse en un preso político silenciado. No tuvieron tanta suerte otros miembros de la película que se encuentran todavía a la espera de ser juzgados en Irán. Denuncia política y thriller familiar fruto de la tensión que emana de un país en una lúcida mirada a la lucha por la libertad frente a las coartaciones del poder con brutalidad policial como brazo ejecutor del gobierno. Un trabajo valiente y contundente que, si bien sustituye la elegancia concisa y sobria de sus dos primeras horas por un desencadenante quizá demasiado subrayado, denuncia y emociona con honestidad, realismo y sin concesiones logrando impactar, remover y concienciar con una de esas películas pertinentes que se erigen como conciencia y aviso a navegantes frente a los fanatismos. Un trabajo mayúsculo como alegato político y social que, si bien da vueltas en un determinado momento demasiadas veces sobre su pertinente alegoría, habla desde el conocimiento de saber de lo que se está contando y la rabia por tener que espolear para ser escuchado. La brutal denuncia en forma de thriller vigoroso que parte de lo costumbrista para terminar removiendo e impactando por como esa sombra asfixiante es capaz de contaminarlo todo colándose desde las rendijas generando desconfianza, reproches y una espiral de violencia y terror psicológico. Mohammad Rasoulof demuestra pulso y garra en un trabajo contundente y necesario sobre la libertad como resistencia frente a las cortapisas del poder abusador.
Conviene saber: Premio especial en el Festival de Cannes 2024 y proyectada en los festivales de Toronto, Telluride, San Sebastián, Nueva York y Valladolid, representante de Alemania para el Oscar 2025 a la mejor película internacional, 3 nominaciones en los premios del cine europeo 2024 y nominada al Globo de Oro 2025 como mejor película internacional.
La crítica le da un OCHO