"Joker: Folie à deux"

"Joker: Folie à deux"

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El argumento: Tras crear el caos, Arthur Fleck ha sido internado en Arkham a la espera de juicio por sus crímenes como Joker. Mientras lidia con su doble identidad, Arthur no sólo se topa con el amor verdadero, sino que también descubre la música que siempre ha estado dentro de él.

Conviene ver: “Joker: Folie à deux” ya tenia muy difícil sacar cabeza ante una predecesora que fue un éxito que superó todas las expectativas llenando de oscuridad y prestigio el cine de superhéroes (desde el Festival de Venecia hasta los Oscar) y siendo una cinta iconográfica, no sólo por la interpretación de Joaquin Phoenix que volvió a elevar el listón del personaje o las gozosas referencias al cine de Scorsese, sino por un baile en las escaleras del Bronx o el uso de temas como That’s life o Send in the clowns que lograban dar una dimensión psicológica al hombre atormentado detrás de la figura de Batman que no sólo se topaba con Thomas Wayne (el padre de Batman) sino que era una muestra (y una víctima) de los recortes sanitarios (en una época en la que la salud mental está sobre la palestra) y lo que era capaz de hacer una turba originada en la indignación y aupada por los medios encarnando a su nuevo (y peligroso) icono. Todd Phillips, en una película que vuelve a estar rodada de manera magistral, no duda en esta ocasión el acentuar el carácter perturbado del personaje (para evitar duda a la hora de justificarlo, victimizarlo o ensalzarlo) que ahora se prepara para pagar por sus actos después de ser arrollado por el neoliberalismo más salvaje. Un tipo que ya no sabe si es un hombre o un payaso, un enfermo o un villano, una víctima o un asesino, que ve como el hombre gris e incomprendido que siempre ha representado no le interesa a nadie, habiendo sido abandonado a su suerte por el mundo real, pero sí un alter ego que acumula seguidores y fans como la chica que se enamora de él. Un Arthur Fleck que es como Joker y a través de canciones como verbaliza lo que hasta ahora el convencionalismo y la moral le ha impedido abordar estimulado por los focos que le iluminan y por esos revolucionarios de pacotilla que pueblan las calles pensando que en ellos está un futuro que ya tiene su destino marcado y que con el caos todavía reforzará más a ese sistema al que pretenden combatir erigiéndose como único garante de la ciudadanía y de la paz.

“Joker: Folie à deux” plantea temas interesantes sobre el hecho de separar o no al hombre de su representación, aquella que se mueve entre una mente auspiciada por el mal o los delirios de un enfermo con ínfulas que cree que el mundo ha estado siempre en su contra teniéndolo al margen hasta que ha reparado en él en esta versión desbocada. Una cinta que potencia su vertiente musical como refugio para la locura, como ensoñación para aquellos que pretenden aislarse de un mundo de rutina y griterío. Joker y Harley son dos psicópatas por lo que sus bailes no sólo tienen cierta hermosura sino también un tono macabro y malsano que tiñe una cinta entre el horror y la belleza bordeando géneros (el drama romántico, el cine negro, el thriller judicial, etc…) batiendo un buen número de referencias del cine de los 70 y los 80 iniciándose con un “cartoon”, vertebrándose en torno a “Melodías de Broadway 1955” (1953) de Vincente Minnelli y emulando la atonalidad de Stephen Sondheim con un dúo que tiene mucho del de “Sweeney Todd” versionando temas clásicos como Get happy, For once in my life o That’s life. Deseos frustrados, anhelos ocultos y memoria añorada en un torbellino de imágenes y canciones para dos miserables que desde la disidencia de la marginalidad a la que el sistema les ha llevado no tienen nada que perder si ver el mundo arder ante la fuerza que encuentran tanto en su conexión emocional como en esos números que les inspiran y que les hacen moverse casi en terrenos de fulgurante y lisérgica psicodelia desde un show de variedades. Un trabajo más conceptual y expresionista que narrativo en el que lo que vemos parece haber sido visto muchas veces pero no de esta manera y más con la potencia visual que le imprime Phillips. Desbordante, deslavazada y resacosa pero genuina, poderosa y fascinante que, sin llegar al nivel de la primera, desde luego no se merece ni mucho menos ser masacrada ante la bravura y libertad con la que es abordada pudiendo abrazar la incomodidad y el tedio pero enarbolando su enorme personalidad en la que un mayor presupuesto (los 200 millones frente a los 55 millones de la primera) se convierte en toda una losa para una cinta que ha ido generando un desmedido y ensañado feedback negativo provocando que con las cifras en la mano ello le haga ser catalogada (de manera poco afortunada pero sí muy obvia) como secuela innecesaria aunque, en verdad, en lo que estemos sea ante una película incomprendida por el hecho de dar al público algo que no esperaba.

Conviene saber: A competición en el Festival de Venecia 2024.

La crítica le da un SEIS

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