Cannes 2024: Jacques Audiard fascina en un musical narcomexicano de tránsito hacia la identidad
Querido Teo:
Hay películas que se convierten en fenómenos de la nada y encuentran en Cannes un bautismo de fuego que les impulsa no sólo durante toda una temporada de cine sino a permanecer en el imaginario colectivo del público contemporáneo. “Emilia Pérez” podría ser esa película aspirando a ser una posible segunda Palma de Oro para Jacques Audiard (que ganó con “Dheepan” en 2015) por este narco musical salvaje y “queer”.
“Emilia Pérez” (Jacques Audiard) // Sección Oficial
Sobrecualificada e infravalorada, Rita es una abogada de un gran bufete que un día recibe una oferta inesperada: ayudar al temido jefe de un cartel a retirarse de su negocio y desaparecer para siempre convirtiéndose en la mujer que él siempre ha soñado ser.
Un musical que reivindica las raíces latinas (especialmente las mexicanas) pero que parte de Francia y de sus claroscuros aunando el culebrón, el melodrama y el thriller en un ejercicio vigoroso y único lleno de vitalidad y espíritu combativo con recursos estilísticos encomiables siendo capaz de aunar el proceso de transexualidad con el de la redención. Autoconsciente, libre y sin miedo al ridículo y a encontrar respaldo en sus imperfecciones en un alegato de sororidad frente a la violencia de género.
Jacques Audiard nunca ha tenido miedo a explorar géneros, del drama carcelario al western, siempre sorprendiendo y ofreciendo un cine que, mejor o peor, siempre vale la pena. Parece volver a ser el caso de una de esas películas que sorprenden, que dan que hablar y que desmontan tópicos siendo capaz de encontrar su propia voz aunque ya todo parezca trillado. Una tragedia sociopolítica y operística en la que hay comedia, tragedia y sobre todo vida frente a un mundo de machismo, corrupción y violencia entre drogas, traiciones, sangres y fosas comunes.
Zoe Saldaña encuentra el papel de su vida como una abogada hastiada de todo que se alía con un narco, Manitas, casado, padre de familia, y acostumbrado a sembrar el terror, pero que encuentra en su identidad su condena y su insatisfacción decidiendo desaparecer e iniciar un camino hacia ser la Emilia Pérez del título que le hará no sólo encontrar la felicidad sino también la erradicación de su vileza.
La huida de un mundo sin esperanza cuya alma y expresión son los pegadizos números musicales compuestos por la cantante francesa Camille y el compositor Clément Ducol, alternando estilos y sin escatimar extras y bailarines, los cuales no son un subrayado innecesario o caprichoso sino que ayudan a dar sentido y razón de ser a esta cinta en la que incluso sobrevuela la referencia de Almodóvar pero también de Jacques Demy, Lars Von Trier o Leos Carax y en la que también destaca el trabajo de la española afincada en México Karla Sofía Gascón, Selena Gómez, Adriana Paz y Édgar Ramírez.
“Emilia Pérez” es un ejercicio valiente que es capaz de superar cierta superficialidad artificiosa y transitar por una línea entre lo genuino y lo ridículo (ojito al número de la vaginoplastia) para imponerse en un viaje de liberación más que de dolor sobre unos convencionalismos castradores y sobre un México comatoso lleno de desaparecidos. Audiard reinventa, explora nuevas perspectivas y crea un musical con fuerza, energía y denuncia sabiendo volar alto, caer de pie y ofrecer un viaje atractivo y fascinante que no se olvida de lo lúdico para un espectador necesitado de nuevos estímulos y propuestas sugerentes.
"Feng liu yi dai (Caught by the tides)" de Jia Zhang-ke // Sección Oficial
Jia Zhang-ke vuelve a intentar tocar la Palma de Oro por sexta vez, habiéndose convertido en uno de esos directores fijos de un Cannes en los que su cine no ha terminado nunca de convencer al Jurado de manera unánime pero sí a la prensa asistente (“Más allá de las montañas” sigue siendo una de esas joyas que no se olvidan).
El director vuelve a explorar una historia de amor mientras habla de la evolución de China a lo largo de las décadas. Es lo que ocurre en la China de principios de los años 2000 en la que Qiao Qiao y Guao Bin comparten un amor apasionado pero frágil. Cuando Guao Bin (Li Zhubin) desaparece para probar suerte en otra provincia, Qiao Qiao (Zhao Tao) decide ir en su busca.
El cine del director sigue siendo sensible y atmosférico en el que las historias calan más que se desarrollan. Un trabajo experimental que el director ha rodado durante dos décadas y con los mismos actores interpretando a dos trabajadores. Él se marcha a una ciudad más rica a trabajar y ella irá en su búsqueda sabiendo combinar formatos y recopilando imágenes a lo largo de un tiempo en el que la industrialización ha terminado con el sistema de vida rural con minas y fábricas en extinción, las mafias han encontrado negocios tapadera en los que sacar partido, el imperialismo tecnológico procedente de Estados Unidos ha acentuado la despersonalización de la cultura china y unos medios de transporte que también son testigos del paso del tiempo.
En el cine de Jia Zhang-ke la música sigue siendo protagonista, en su mayoría de manera diegética, como elemento de expresión y también de emoción entre mujeres que cantan en una fábrica, jóvenes que intentan viralizarse con sus vídeos en redes sociales, espectáculos que intentan ser un escaparate frente al mundo como los Juegos Olímpicos de 2008 o momentos de incertidumbre y parón global como todo lo provocado por el coronavirus (COVID-19). En todo caso, la melancolía sigue invadiendo mostrando esos cambios socioeconómicos de un mundo deshumanizado desde un país que va perdiendo su bastión cultural en un viaje individual y colectivo hacia ninguna parte.
Un cine tan evocador y sensible de los que tocan el alma más que permanecen en la memoria con una cámara que se erige como ilustradora de unos cambios de los que incluso no somos todavía conscientes ante el frenesí tan vertiginoso del día a día en el que la tecnología nos ha robado parte de nuestra esencia y en la que sólo queda la capacidad de aceptación, resignación y poder seguir adelante en una historia de amor con mucho de añoranza y que en realidad es sólo una excusa para que el director sea un pulcro cronista de su tiempo.
Fuera de concurso se ha visto "Rumours", una sátira de Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson en la que los líderes de siete democracias ricas se reúnen en un palacete para redactar una declaración sobre una crisis mundial. Se pierden en el bosque y han de enfrentarse al peligro mientras intentan encontrar la salida. Una premisa que deriva en terror "pulp" y que pretende darle una vuelta a la inquietud de saber como ciudadanos en manos de quién estamos. Cate Blanchett (como canciller alemana) encabeza el reparto y la comitiva de una cinta en la que también aparecen Denis Ménochet, Charles Dance, Nikki Amuka-Bird, Alicia Vikander o Takehiro Hira.
Nacho Gonzalo