Americana Film Fest 2024: El resumen de una edición de gran cine
Querido Teo:
El Americana Film Fest de Barcelona celebraba la semana pasada su undécimo aniversario, y un servidor lo descubría este mismo año al ser el primero en tener estancia en la capital catalana. Un festival centrado en el cine independiente americano, un cine siempre estimulante y repleto de ideas que no siempre existe la suerte de que llegue a nuestras pantallas, ya que no es sencillo que las distribuidoras españolas se arriesguen con la cantidad de títulos interesantes que vienen de allá que quizás aquí, fuera del nicho, no tendrían tanto impacto. Un festival que ha albergado grandes títulos como "Las vidas de Grace (Short Term 12)", "Upstream color", "La invitación", "Swiss army man", "No dejes rastro", "Identidad borrada" o "Palm Springs".
Por lo que este año no he podido dejar perder la oportunidad y rescatar algunos de esos títulos pendientes que tenía apuntados pero que no había podido ver de ninguna manera. El Americana se ha prestado para ir tachando esas cuentas pendientes que tanto me apetecían. Mención honorable a "Las habitaciones rojas", una de las películas más arriesgadas y estimulantes del año pasado.
"The sweet east" (Sean Price Williams)
El director fue uno de los invitados de lujo de esta edición, conocido mayormente por haber trabajado en Hollywood como director de fotografía en películas como "Good time" (2017) de los hermanos Safdie o "Her smell" (2018) de Alex Ross Perry. En uno de los coloquios, Williams comentó que él nunca quiso ser técnico, que siempre soñó con dirigir, y "The sweet east" es su debut detrás de las cámaras.
La película tiene un sello formal marcado desde su inicio, con una estética analógica muy marcada e intentando evocar un look muy concreto, con ánimos de formar textura y encontrar un tono. En un primer instante, da la sensación de que la película, a pesar de tener unos actos muy marcados, no tiene estructura aparente, siguiendo en un viaje al estilo de "Alicia en el país de las maravillas" a una Talia Ryder perdiéndose en una idea de América, de Estados Unidos, que busca la ambigüedad continuamente.
Williams hace pasar a la protagonista por personajes de diferentes pensamientos, ideologías y razas (siendo el mejor segmento el de Ayo Edebiri y Jacob Elordi), navegando en lo que parece proponer un país diverso pero al mismo tiempo corrupto, volátil, perdido en ideas vagas y contradictorias. La visión de Williams es algo pesimista, derrotista, plasmando un país que parece que se va al garete, y en una propuesta que recuerda a "Puro vicio" (2014) o "Lo que esconde Silver Lake" (2018), la película transita dentro de un humor absurdo el viaje de una protagonista perdida en un país perdido.
Quizá esa sensación de pesadumbre sumado a un humor muy particular hace que cuesta algo entrar en su propuesta, pero es un inicio en la dirección lo suficientemente interesante como para pensar que Sean Price Williams puede comenzar una carrera interesante. Aunque quizá debería de tener cuidado con anteponer la forma al fondo, constante habitual de directores de fotografía pasando a la dirección; ésta se encuentra en la fina línea.
"Beyond utopia" (Madeleine Gavin)
Este documental comenzó a hacer ruido cuando se proyectó en el Festival de Sundance 2023, y es que la temática era lo que la hacía fuerte entre el resto de propuestas de documentales. La película retrata como una familia intenta escapar del régimen dictatorial de Corea del Norte, una travesía aparentemente imposible donde deberán de vivir todo tipo de obstáculos y consecuencias inhumanas, simplemente por intentar vivir con derechos básicos y no en circunstancias terribles.
El documental, que fue una de las sorpresas en quedarse fuera en la categoría de documental en los Oscar 2024, realmente no va mucho más allá de su propuesta, ya que se termina antojando redundante y continuo a nivel de tono y emoción, rezongándose en cierta manera en su angustia dentro de lo que es el viaje y el análisis del país. Como forma periodística y meramente informativa tiene un valor incalculable, histórico, debido sobre todo al peligro e ignorancia que rodea el país dominado por Kim Jong-un, pero como película quizá se va diluyendo a medida que avanza.
Tampoco se me ocurre una manera en la que la película podría haber sido tratada, ya que no tiene pretensión más allá, por lo que termina siendo totalmente recomendable como pieza única y arriesgada, como método de revolución y reclamación, de la libertad individual pero también de un país entero.
"Biosphere" (Mel Eslyn)
La carrera de los hermanos Duplass siempre ha sido tremendamente interesante; en "Biosphere", es Mark el que escribe el guion junto a Mel Eslyn, el director de la película, y se juntan con un actor en estado de gracia como Sterling K. Brown, recientemente nominado al Oscar 2024. Una propuesta que une en pantalla a Brown junto con el propio Duplass, en una historia donde dos hombres se alojan en una cúpula siendo en teoría los últimos dos hombres de la tierra, después de un evento apocalíptico. Una excusa para que la película no se mueva de ahí y se centre en un "mumblecore", este subgénero de cine independiente caracterizado por actuaciones y diálogos naturalistas y bajos presupuestos.
Y es que Duplass y Brown se pasarán durante todo el metraje discutiendo y desarrollándose en un tono distendido y aparentemente desenfadado, aunque el film es mucho más que esto. Lo que aparentemente iba a ser una comedia, se transforma en una reflexión tremendamente interesante sobre la masculinidad, el género y la sexualidad, donde ambos irán evolucionando física y psicológicamente mientras todo ello les hace replantearse constantemente quiénes son.
Y es que a veces asolar a ambos hombres es lo que hace falta, casi como experimento social, para desligar todo lo que la sociedad heteropatriarcal nos enseña de forma metódica, estructural, y aquí Duplass y Eslyn lo que hacen es construir ellos su propio contexto y subvertirlo, dando pie a disentir y replantear todas las maneras en que la sociedad nos construye.
Plantean una nueva forma de entender las cosas, de entendernos, como sociedad, como humanos y, sobre todo, como hombres que no sólo se deconstruyen, sino que se terminan convirtiendo en mejores personas. A través de la confianza y la empatía. De la seguridad y el apoyo en el de al lado. "Biosphere" empieza siendo un poco una tontería y termina siendo una historia preciosa sobre la amistad de dos personas en un mundo nuevo creado por ellos mismos.
"The beast (La bestia)" (Bertrand Bonello)
Bertrand Bonello no lo pone nada fácil con "The beast (La bestia)". Desde el primer momento de la película somos plenamente conscientes de que en sus casi 2 horas y 30 minutos nos vamos a encontrar con una propuesta única, una propuesta que tiene intención de confundir y retar, que nos va a poner un poco entre la espalda y la pared tanto a nivel formal como narrativo.
Bonello construye a partir de Léa Seydoux y George MacKay una narrativa sobre el amor, pero no tanto el de enamorarse, si no el del miedo a hacerlo. Este sentimiento lo construye de forma quizá demasiado ambigua, sutil, abierto a malentendidos, valiéndose de la pura emoción de sus protagonistas para vehicular una trama sin destino aparente. Tres líneas temporales que se valen de esa excusa para mostrar a los personajes en estados emocionales diferentes pero que aparentemente terminan confluyendo en lo mismo, sólo que de una manera que puede terminar confundiendo.
Y es que Seydoux y MacKay buscan, ansían ese amor, no tanto el propio si no el de ambos, pero Bonello lo plantea como un amor imposible, más centrado en las consecuencias del mismo que en el propio en sí. Esto puede generar dicha confusión en el espectador porque nunca sabe cómo cada uno va a reaccionar, y tampoco sabe cómo ese amor va evolucionando, por lo que Bonello lo que plantea me da la sensación que es mucho más interesante a nivel de reflexión propia que desarrollo de la misma.
Los dos intérpretes están geniales, de eso no hay duda; Seydoux es una de las mejores actrices (por no decir la mejor) de su generación, y MacKay demuestra aquí un rango de actor asentado, no prometedor, con una presencia escénica particular y ambivalente, llevando a cuestas esta complicada trama con un tono y ritmo pesados, donde Bonello se la juega todo en perder al espectador. Pero preferible que vaya adelante con todas las consecuencias que quedarse a medio camino. Mucho ojo a los títulos de créditos finales, entre la genialidad y la sinvergonzonería.
"Showing up" (Kelly Reichardt)
Kelly Reichardt lleva siendo durante mucho tiempo no sólo una referente dentro del "slow cinema" y del cine minimalista dentro del cine independiente norteamericano, sino que es una referente como directora a nivel histórico. En "Showing up" se alía esta vez con quizá el mayor referente actual del cine independiente norteamericano, la productora y distribuidora A24, para realizar una obra en mayúsculas sólo como se puede entender el cine de Reichardt.
En ella Michelle Williams (actriz icono del cine de Reichardt) es una artista de esculturas que la directora desde el primer momento muestra cansada, agotada y hasta las narices. Choca ver esta imagen de Williams después de interpretaciones como la de "Los Fabelman" (2022). Reichardt pone en Williams una reflexión sobre la sencillez compleja y casi banal de la creación artística, centrándose en algo para ella más importante como son las relaciones humanas y cómo las desarrollamos a partir de centrar nuestra vida en el propio arte en sí. Una temática concienzudamente profunda que Reichardt aborda sin miramientos ni efectismos, sin pasar el subrayador y que obliga al espectador a pensar para poder entrar en la película.
Puede llegar a ser complicado, ya que además no existe prácticamente simpatía en esta "Showing up", o al menos lo es de manera muy escondida. Pero si uno se abre a las mil capas del personaje protagonista, se puede llegar a dar cuenta que la mayor emoción está en un momento de espera. En un momento de expectación, de aceptación.
Reichardt navega en esas aguas con una calma aparente, y ofrece un regalo que de forma totalmente subjetiva todos los creadores o personas que hemos sido creativas alguna vez nos hemos tenido que enfrentar. Esa obsesión por lo que hacemos. Reichardt lo enfrenta y evade, y pone el foco en este caso en la familia, y en cómo a pesar de que el arte da forma a nuestra vida somos nosotros los que decidimos cómo esculpirla.
"Antes era divertido" (Ally Pankiw)
Rachel Sennott se erigió como nuevo estandarte del cine independiente norteamericano cuando estrenó aquella bomba atómica que era "Shiva baby" (2020), y desde entonces no ha parado de trabajar en propuestas divertidas e interesantes como "El club de las luchadoras" (2023), "Muerte, muerte, muerte" o incluso la serie "The idol" (2023).
Esta "Antes era divertido" se presentaba como todo un reto porque por la sinopsis llamaba la atención que Sennott, como protagonista indiscutible, iba a abordar una película más seria. Y eso fue lo que me llamó la atención para bucear en el estreno en la dirección de Ally Pankiw. La propuesta escénica y narrativa quizá esté demasiado recargada y se termina sobreponiendo a una Sennott que es todo carisma, donde la historia de una mujer traumatizada por un hecho dramático la asola constantemente en su intento de seguir con su vida.
La película es quizá demasiado efectista, constantemente señalándote cada vez que viaja al pasado, para entender lo que le pasa en la cabeza a la protagonista, y quizá cierta sutileza no le habría venido mal para no cargar tanto las emociones y que se asemeje más a un melodrama (la película cuenta no con una, si no con dos canciones de Phoebe Bridgers) que a un estudio psicológico de personaje.
Y es que a nivel de ideas, a pesar de no ser novedosas, sí que es interesante, sin entrar demasiado pero siempre rodeando una sociedad misógina de base que impide que el personaje de Sennott pase página, y gana enteros cuando ésta actúa como ella sabe, desde la naturalidad y gracia que la caracterizan. Y se aprecia el intento de sacar a Sennott de su zona de confort, pero quizá y sólo quizá (perdón por la redundancia) a veces un actor tiene que encontrar dónde es funcional y dónde no, pero también es cierto que probando es donde esto se descubre. Aquí no hemos descubierto que Sennott no valga para el drama, porque se siente como que la propuesta no le acompaña del todo, pero es lo suficientemente joven como para convertirse en todo un estandarte de una generación.
"El gran menú" (Frederick Wiseman)
Cuando descubrí la propuesta de la nueva película de Frederick Wiseman me quedé completamente absorto por ella. "El gran menú" es un documental observacional de cuatro horas sobre un restaurante de 3 estrellas Michelin. Desde la compra de los ingredientes en el mercado, el planteamiento del menú o secuencias larguísimas sobre el funcionamiento de cómo hacen queso, la película de Wiseman se construye a partir de un acompañamiento literal, con todo lo bueno y malo que esa idea puede ofrecer.
En las primeras dos horas del filme te quedas absolutamente abobado con las imágenes, hay un profundo interés en cómo algo al que todos tenemos acceso a diario como lo es el cocinar, se percibe tan absolutamente inaccesible por todo el lujo y metodismo que supone el planteamiento del restaurante.
Hay un punto de fascinación pero casi también de envidia, ya que cuando la película me saca es cuando se pasa un buen rato con los comensales, que ya os podéis imaginar los perfiles. Personas de gran edad, caucásicas en su mayoría, de semblante ricachón. Hay un contrapunto entre la fascinación de la mera preparación de la comida y el cómo sólo unos pocos pueden permitírsela, y este es un tema que Wiseman al parecer no está muy interesado en abordar cuando se tira 10 minutos en un mismo plano del chef hablando con sus comensales sobre lo fantástico que es el restaurante.
Y sí, el restaurante es fantástico, y la película tiene aires de obra maestra cuando solamente se centra en la tarea, ya que te atrapa y no te suelta, dentro de lo metódico y casi quirúrgico de la preparación de los platos, pero en las últimas dos horas la estructura del filme se pierde y se convierte en más anárquico pero sin pretenderlo, y es ahí donde Wiseman pierde el ritmo.
También había otro gran tema en cómo nunca abordamos prácticamente nada más que el trabajo, en cómo la familia protagonista hace del trabajo su vida, y es que Wiseman, a pesar de proclamarse como mero observador, es cómplice de no invitar a más allá de la reflexión, convirtiéndose en un visionado realmente excitante por su propuesta pero algo frustrante por el desarrollo de la misma.
"Pasando página" (Owen Kline)
Fue una película de A24 con la que terminé este Americana Film Fest, como no podía ser de otra manera. Owen Kline debuta detrás de la cámara con una película sencilla y ligera, que sigue a un joven protagonista en su viaje para poder dedicarse a la ilustración. En el mismo experimentará pérdida, frustración pero también reflexión, ya que a pesar que la película tenga un tono de comedia claro cercano al cine de Kevin Smith, cuando invita al espectador a leer más allá de lo mostrado es cuando realmente la cinta se convierte más interesante.
Es cierto que mientras la película avanza parece que no hay un destino claro, tanto a nivel temático como puramente narrativo para el protagonista, y eso termina confundiendo un poco, pero cuando el personaje interpretado por Matthew Maher (la filmografía de este actor cada día es mejor) refleja ese fracaso y decepción del arte como respuesta ante la vida, gana enteros enfrentando al protagonista y al espectador a ello.
Y es que durante la película nos enfrentamos a la sencillez aparentemente banal de chistes y humor obsceno, dentro de un marco estético tremendamente marcado (fotografía de Sean Price Williams), donde la película por momentos se puede diluir, dispersarse, pero es el espectador quien tiene que agarrarla por donde debe, y es que uno de los personajes dice, "mejor fracasar con alma que sin ella", y es aquí no sólo donde está la película, si no donde pretende estar, como filosofía de vida, el "fracasar mejor". Y es que esta película quizá no sea un éxito, pero sea su propia manera de fracasar mejor.
Iker González Urresti