San Sebastián 2023: Un poema fílmico entre la maternidad y el racismo y Joachim Lafosse acumula el calor dramático en un núcleo familiar con secretos y vergüenzas
Querido Teo:
Dos películas en sección oficial han llamado la atención de la jornada. Un poema fílmico en una ópera prima que se deja llevar por su pretendido éxtasis en imágenes como escenario de una simbiosis de feminidad y maternidad en tiempos de racismo. Por otro lado Joachim Lafosse opta a la Concha de Oro con un drama sobrecargado y tosco que no termina de llegar a buen puerto a pesar de poner toda la carne en el asador con un buen número de conflictos abiertos y latentes entre los miembros de una familia de clase alta y contar con dos actores tan eficaces como Daniel Auteil y Emmanuelle Devos.
"All dirt roads taste of salt" (Raven Jackson) // Sección Oficial
Sabemos de antemano que A24 tiene un radar excelente a la hora de distribuir y producir no sólo las propuestas más estimulantes y originales de los últimos años, si no también a la hora de captar nuevos talentos, nuevas miradas modernas que sepan captar con emociones y perspectivas diferentes otros tipos de realidades, de formas de realizar cine. Lo vimos el año pasado con Charlotte Wells y su "Aftersun", o este año con Celine Song y su "Vidas pasadas".
Cierto es que "All dirt roads taste of salt" no es una película de ese perfil, tan accesible a toda una generación y a unas emociones más racionales y tangibles, esta película es una mucho más arriesgada, casi suicida, ya que plasma de forma inconexa, sin ninguna estructura aparente, una conexión de momentos y emociones, de forma absolutamente radical en la puesta en escena. Lo que Raven Jackson plasma es prácticamente por completo a través de primeros planos y planos detalle obsesivamente alargados, fundamentándolo a partir de manos, de ojos, de detalles corporales que constantemente transmiten una emoción pura, sin filtros.
Destacar también el uso de su música, que aparece en dos ocasiones en la película, pero siendo ambos momentos fundamentales para captar la emoción en el espectador, y absolutamente climáticos en los viajes de sus protagonistas. Se entiende una desconexión por parte del público por la clara imposición de la forma al fondo, pero hay una clara intencionalidad por parte de la directora de ello, dejando perlas del fondo para que no sea una película vacía, y creando toda la emoción a partir de la pura imagen.
Requiere por ello un salto de fe tremendo, siendo café para muy cafeteros, pero esta historia de esas dos mujeres descubriéndose, descubriendo la vida, su sexualidad, su maternidad a través de los ojos pasados de su madre, tiene las ideas clarísimas, y juega toda su funcionalidad a una carta; depende de la predisposición del espectador el cómo entrar en ella.
"Un silencio" (Joachim Lafosse) // Sección Oficial
Personalmente el director belga me sorprendió bastante cuando hace un par de años, en el propio Zinemaldia, presentó "Un amor intranquilo", una película tremendamente humana y con unas interpretaciones muy medidas y contundentes por parte de Damien Bonnard pero sobre todo de Leïla Bekhti. Este año había cierta expectativa por ver el estreno de "Un silencio", película que además partía con participación en sección oficial pero que ha entrado en la misma de forma algo errática.
La película tiene una carga de conflictos excesiva: una investigación de unas niñas asesinadas, una acusación de violación y pederastia, un intento de asesinato a un familiar, etc... todo esto está sobre la mesa en los primeros instantes de la película, partiendo de una base ya no sólo sobrecargada si no con una cantidad inabarcable de emociones dramáticas que arrollan al espectador.
Lafosse intenta a través de una dirección algo contenida al menos en lo visual, plasmar unas realidades complicadas, complejas, de madres que no quieren creer para tirar su vida abajo, de padres que no quieren creer que están obrando mal, de hijos que no saben cómo actuar ante semejantes conflictos. De esta manera observamos cómo se abre paso la miseria humana pero se echa en falta algo de complejidad, de ambigüedad, ante un conflicto tan interesante como puede ser el hecho de convivir con una persona que está enferma y no querer asumirlo, o el propio deshacer de la familia por culpa del silencio.
Todo esto lo explora a brocha gorda, más centrado en conseguir un dramatismo que se siente impostado que explorar una complejidad humana mucho más interesante.
Iker González Urresti