Cannes 2023: Inteligente y lúcida anatomía sobre una culpabilidad presupuesta y Alicia Vikander frente al Enrique VIII de Jude Law

Querido Teo:

Tras la espectacular jornada que tuvo a toda una película evento como "Los asesinos de la luna" de Martin Scorsese (que no opta a la Palma de Oro) la competición coge carrerilla y presenta tres nuevas películas a concurso. Es el caso de Ramata-Toulaye Sy con "Banel et Adama", Justine Triet con "Anatomía de una caída" y Karim Aïnouz con "Firebrand".

"Banel et Adama" (Ramata-Toulaye Sy) // Sección Oficial

No se sabe si por convencimiento o por compromiso los grandes certámenes suelen dejar hueco en su programación al cine que viene de continentes como África y que encuentran una plataforma que, en caso contrario, les impediría encontrar un hueco. Es por ello que para una debutante como Ramata-Toulaye Sy entrar directamente en la competición de Cannes es toda una proeza. Una cinta de Mali con marcado carácter poético que se adentra en la relación de una joven pareja en Senegal que debe contentarse con la desaprobación de su remota aldea que, por otro lado, se enfrenta como puede a una terrible sequía. Una cinta que lo lleva todo al terreno formal, con gran poderío simbólico en sus imágenes, pero que se queda corta en una historia que no pasa de lo anecdótico y que, a pesar de una duración que no lleva a la hora y media, llena al conjunto de monotonía.

Una cinta austera y poco original que se queda a medio camino entre la fábula y el realismo y que tiene su personaje más interesante en el femenino al ser ella la que marca el tempo y los términos de una relación que pone por montera frente a la oposición del entorno. Aunque vaya de menos a más no es suficiente para que la película destaque siendo, por el momento, una de las apuestas más cuestionables de la sección oficial ya que se le da una visibilidad gratuita que le vendrá bien pero que también le hace competir en una liga mayor que la que merece dando la impresión de que sólo está para cubrir cuota (africana y femenina). Una cinta que hubiera encajado mejor en otras secciones como Una cierta mirada.

"Anatomía de una caída" (Justine Triet) // Sección Oficial

Justine Triet ya llamó la atención en la recta final de la edición de 2019 con "El reflejo de Sibyl" y ahora se ha marcado uno de los ejercicios más estimulantes y lúcidos de los que seguramente veremos en toda esta edición. "Anatomía de una caída" es dos horas y media llenas de ingenio, lucidez y solidez convirtiendo una premisa de culebrón en un "true crime" que deriva en el mejor cine judicial. Sandra es una escritora alemana que vive con Samuel, su marido, y Daniel, su hijo parcialmente ciego de 11 años, en un chalé en medio de Los Alpes franceses y que es acusada de asesinato cuando su esposo aparece muerto sobre la nieve al precipitarse por el balcón siendo descubierto por su hijo y su fiel perro de raza collie. Acusada de haberlo matado, y sin saber el espectador que ha pasado realmente, nos encontramos con un adictivo drama en el que, a través de las tácticas y vicisitudes de la vista judicial, emerge más que la verdad una maraña de dudas, incertidumbres, inseguridades, envidias y episodios del pasado a través de grabaciones, revelaciones y confesiones en el que la duda sobre la culpabilidad o no de la ambigua protagonista sobrevuela en todo momento.

"Anatomía de una caída" no sólo mantiene una intriga propia de Hitchcock sino que es una deconstrucción de la pareja que se revela en la recreación de una grabación en la que se muestra una discusión muy fuerte entre ambos y en la que se oyen insultos, gritos y golpes mostrando que entre ellos no era oro todo lo que reluce y que venían de una relación sórdida y tóxica. Es ahí cuando, independientemente o no de la culpabilidad de la mujer y las interpretaciones del fiscal para cimentar la culpabilidad del caso, encontramos todos esos reproches cimentados en una pareja que en principio lo tiene todo pero que está carcomida por la rutina, el desprecio y la envidia y que por momentos nos evoca a "Historia de un matrimonio" (2019) en su vertiente de pareja y a "Saint Omer. El pueblo contra Laurence Coly" (2022) en su vertiente ante el estrado.

Ambos son escritores y si él vive acomplejado por el mayor éxito de su compañera ella es la que le echa en cara haber tenido que abandonar su país para trasladarse a vivir con él abandonando su cultura y su idioma teniendo que sustentar la relación de ambos en inglés lo que fomenta todavía más esa separación entre ambos. Más todavía cuando sobrevuele la culpa del marido por ese suceso que ha limitado la visión al hijo de ambos. Además de ello la diferencia de caracteres (el carácter sociable de uno y la gelidez de ella) y los celos tanto profesionales como sentimentales. Los "first world problems" de una familia de clase burguesa que deriva en un accidente (o no) sobre la nieve o más bien en una autopsia de una relación sobre un estudio de personajes ejemplar y milimétrico y en el diagnóstico de un sistema judicial marcado también por el machismo, el prejuicio y la burocracia en el que se cuestiona la apariencia, la forma de vivir y amar y se utilizan como arma las pistas que generan sus propios trabajos como escritora para sustentar su hipotético crimen.

Una cinta que va más allá del clásico thriller judicial, jugando con los géneros y ofreciendo una película de esas que pretenden hacer activo al espectador e interpelarlo sobre en lo que se cree y en lo que no y en hasta que punto la sombra de la sospecha (independientemente de la sentencia) marcará para siempre la relación entre los personajes, especialmente en cómo mira de ahora en adelante ese niño a una madre que no sabe si es una víctima del sistema o la causante de un crimen. Es por ello que no sólo es interesante el papel de ella sino el de ese crío que, además de sus limitaciones, ve su confort de seguridad dinamitado con su perro como único fiel compañero para un sistema que más que preocuparse de su bienestar lo utiliza como elemento clave para cimentar la causa y hacer que la verdad (no se sabe si la real o la figurada) termine de erigirse como definitiva.

Una cinta minuciosa y amarga que no sólo se hablará de ella por el talento de una directora en manejar tiempos, espacios, palabras y sonidos insuflando vida a sus personajes, tanto con sus contradicciones como con sus miserias, sino por el descomunal trabajo, tan enigmático como vulnerable, de Sandra Hüller, actriz que ya era una directora de cine desquiciada en el anterior trabajo de Triet y que desde "Toni Erdmann" (2016) es una de las mejores actrices del cine europeo haciendo este año doblete en la sección oficial con "La zona de interés" de Jonathan Glazer. Ella es el puntal de una cinta en la que nadie sabe muy bien qué pasa por una cabeza y un rictus tan gélido como herido, asustado y determinado en el que también tendrá que entrar no sólo el espectador sino también un viejo amigo que la defenderá en el papel de abogado.

Una cinta de orfebrería a cargo de Justine Triet y su coguionista Arthur Harari en la que todo encaja desde el ritmo bailable que imprime brillantemente el PIMP Bacao Rhythm & Steel Band con el que se abre la película, así como diálogos vibrantes y llenos de significado, acidez, humor negro y capacidad manipuladora, introduciéndonos en uno de esos juegos entre una directora y los espectadores en los que lo más importante no es saber qué es lo que ha pasado sino lo que ha llevado a un hecho que hace saltar todos los fantasmas que van desde la masculinidad herida por quedarse el hombre al cuidado de la casa, el egoísmo al que parece dirigir el talento creativo y un sistema que juzga pero no siempre acierta al depender de la volatilidad de los indicios y de la carga probatoria llevando a generar entre los afectados más confusión que paz. Toda una gozada inteligente, perversa y sugerente que demuestra que el cine siempre puede ir más allá revirtiendo claves pero dándoles un enfoque que alterne lo efectivo con lo genuino.

"Firebrand" (Karim Aïnouz) // Sección Oficial

Karim Aïnouz se ha ganado la plaza en las ligas mayores después de que se impusiera en la sección Una cierta mirada con "La vida invisible de Eurídice Gusmão" en 2019. Ahora presenta una resultona y convincente adaptación histórica centrada en la única mujer que sobrevivió al rey Enrique VIII. Catalina Parr está interpretada por Alicia Vikander que interpreta a una mujer adelantada a su tiempo que supo driblar a las intrigas de la corte y a la personalidad excesiva y abusiva del megalómano y desquiciado monarca evitando tanto la muerte como el destierro. Es Jude Law el que se lo pasa pipa, y que se dice que se perfumó en heces, sudor y sangre, para hacer más detestable la aparición en escena del orondo rey en sus últimos coletazos de vida afectado por unas piernas llenas de úlceras. El actor británico se lo pasa pipa recogiendo el testigo de los grandes a la hora de encarnar a un rey propio de personalidad y tragedia shakesperiana rendido a la megalomanía y al exceso incluso inventando su propia religión, el anglicismo, para poder divorciarse.

Sin duda los actores son lo mejor de la película, estando secundados por Eddie Marsan, Simon Russell Beale o Sam Riley, teniendo esa ambientación histórica propiamente británica que juega con la estética y la lucha de poder de producciones como "Juego de tronos" pero sin abandonar cierto intimismo característico del director, a pesar de ser una producción de altura, centrándose más en la disección de la psicología de esos personajes en una diatriba por intentar mantener el estatus ante lo imprevisible de contar con un rey torturado y excesivo que libra sus guerras personales y políticas como si estuviera jugando al ajedrez y que sólo se relaja o en el lecho conyugal, bebiendo o cantando en una interpretación de Jude Law en la que lo da todo en uno de sus mejores trabajos (de herencia puramente teatral) y que recuerda a nombres como Oliver Reed al sentir el devenir de un hombre que está lleno de alcohol en sus venas y que no muestra afecto por nadie ridiculizando incluso a sus rivales contando con un loro al que bautiza como Carlos en referencia al emperador español.

La historia de la sexta mujer de Enrique VIII, arrinconada por la Historia pero que fue regente que se quedó a cargo de los hijos del monarca y del trono cuando éste llevó a cabo la guerra con Francia, es una adaptación de la novela de Elizabeth Fremantle que nos muestra a una mujer que sufre las zancadillas de la corte debido a una personalidad inquieta alejada de la sumisión y de los dogmas reinantes de la fe que hará que cuando tenga un aborto (intentando contribuir a dar un heredero) pierda todo su crédito.

Una propuesta que está bien llevada y que se ve bien aunque no sea el género más habitual en un festival de este tipo acercándose más a una producción televisiva de la BBC que a una película con fines de conseguir la Palma de Oro. Más que nada se antoja como una palmada en la espalda para un director que vuelve a retratar el machismo de la época y que cumple sin brillantez pero dignamente sólo pudiendo achacarle el hecho de cierta libertad sobre los hechos reales que da más dramatismo cinematográfico al final de la historia. Un film sobre la resistencia frente al sometimiento que entretiene pero que no termina de destacar sobre la media de este tipo de producciones a pesar de su solvencia y el empeño de Vikander y Law por sacar todo el partido posible a unos personajes de enorme potencial.

Otros títulos

* En Cannes Classics se ha podido ver "Drôles de guerres", el último ejercicio cinematográfico de Jean-Luc Godard junto al documental "Godard par Godard" de Florence Platarets.

* En Quincena de Realizadores "Riddle of fire" de Weston Razoouli, una historia llena de referencias que sirve de homenaje a "Los Goonies" (1985).

Nacho Gonzalo