"Renfield"

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El argumento: Renfield es el torturado asistente del vampiro más narcisista de la historia: Drácula. Renfield se ve obligado a procurarle víctimas a su amo y hacer todo aquello que este le ordene, por inmoral que sea. Pero ahora, tras siglos de servidumbre, Renfield está listo para descubrir si hay vida lejos de la alargada sombra del Príncipe de las Tinieblas. ¿El problema? Que no sabe cómo romper esa relación de dependencia.

Conviene ver: "Renfield" se vende como la historia de una relación tóxica pero dicho así pocos atarían cabos de que en realidad no tiene que ver con una relación romántica o laboral al uso sino que nos lleva a la que mantiene el joven sirviente de Drácula con su hermano. Un derroche de imaginación, humor negro, transgresión y parodia que convierte a esta cinta en una de esas gozosas experiencias para sesiones nocturnas con amigos. A ello contribuye el nuevo giro de un Nicolas Cage (género en sí mismo) que se luce y se lo pasa en grande como un Drácula más de viñeta que nunca mientras que Nicholas Hoult es el atribulado joven sirviente muy diferente a lo que hicieron con Renfield Dwight Frye en la versión de 1931 y Tom Waits en la película de Coppola. Aquí como tun tipo deprimido que va a sesiones colectivas de terapia destinadas a gente que sufre abusos en sus relaciones. Una visión particularmente desenfadada con la que Universal sigue sacando partido a los derechos que tiene sobre el personaje de Bram Stoker. Gamberra, gore, violenta y, precisamente por su novedoso riesgo, dispersa y desaprovechada pero también efectiva en lo que pretende ser que no es otra cosa que un caos gozoso en una mezcla de géneros que descoloca y un montaje y uso del sonido y de las canciones que escandalizará a más de uno por el hecho de que “Renfield” es un intento de ser transgresor quizá demasiado forzado. Una serie B con buenos medios que conecta este universo con el cine de superhéroes (con los poderes que recibe Renfield al comer gusanos) y sin dejar de conectar con los clásicos siendo ayudado por un apartado técnico cuidado y de altura en el que la ligereza y el desbarre no tiene que ir ligado con la escasez de medios al contar con la fotografía pop de Mitchell Amudsen y la música de Marco Beltrami. Eso sí, cumple como comedia de terror por su irreverencia y por el hecho de que se nota que es una visión de autor a la que le da igual todo y cualquier cortapisa de los Estudios saltando sin red para bien o para mal habiendo sido capaz de empezar como una secuela tardía del “Drácula” (1931) de Tod Browning para derivar en “Lo que hacemos en las sombras” (2014) con su punto de “The walking dead” (2010-2022). No le sale del todo pero en realidad el riesgo de este gore resultón merece reconocimiento siendo un producto comercial estupendo que se aleja de la rutina de grandes producciones, especialmente de remakes y cine de superhéroes.

Conviene saber: Es el nuevo trabajo de Chris McKay (“Batman: La LEGO película”, “La guerra del mañana”).

La crítica le da un SEIS