"La belleza y el dolor"

La web oficial.

El argumento: Sigue la vida de la artista Nan Goldin y su activismo contra la dinastía farmacéutica de los Sackler, responsables de la mayor epidemia de opioides de la historia de Estados Unidos.

Conviene ver: Laura Poitras fue la documentalista que logró el testimonio del antiguo analista de la CIA Edward Snowden en "Citizenfour (2014) y por ello ganó el Oscar. En “La belleza y el dolor” gira en torno a algo que se ha convertido en una tragedia en los Estados Unidos y es la epidemia de los opioides que ha provocado más de 105.000 muertes por sobredosis e indudablemente el pico no se ha alcanzado porque la crisis se ha agravado en estos últimos dos años. El hilo conductor es la fotógrafa Nan Goldin que durante años ha luchado contra la adicción a la oxicodona y que durante la década de los 70 y 80 retrató a la subcultura “underground” y “queer” de Nueva York. Se ha cuestionado que Poitras esté tan enfocada en mostrar el activismo de Goldin a través de su fundación Pain, y su propia obra fotografía, que no profundiza demasiado en una cuestión que está siendo imposible gestionar pero que no deja de ofrecer una potente denuncia en la que se fusionan los movimientos artísticos de la época de la contracultura con los intereses corporativos de la farmacéutica de los Sackler, dinastía que ha convertido en adictos a una sociedad supeditada al consumo de pastillas. El arte como espíritu combativo a través de una Nan Goldin que es un símbolo que actúa como pivote demasiado ensalzado en su lucha lo que tampoco despierta una especial simpatía debido también a los claroscuros de una artista que no sólo ha visto como muchos de sus amigos y conocidos cayeron en su momento víctimas del sida sino que ahora es testigo de una sociedad enganchada a los fármacos provocando dependencia y que, en muchos casos, actúan como placebo mientras se hace rico a unos cuantos. Un documental contundente, quizá demasiado personalista más rendido al activismo de su protagonista que a los propios hechos, que pasa de lo más personal a ensalzar la lucha ciudadana y a poner el dedo en el ojo a un sistema de salud privatizado que no hace más que acrecentar las desigualdades a pesar de estar hablando de la primera potencia del mundo.

Nan Goldin sabe de lo que habla. En 2014, después de una cirugía, le fue recetado OxyContin creándole una gran dependencia y derivando después no sólo en la necesidad de hacerse con una mayor cantidad de pastillas obtenidas de manera ilegal sino en recurrir a la heroína como sustitutivo más barato. Una tónica que siguieron muchos más además de ella siendo dirigida esta medicación a deportistas con lesiones, mujeres embarazadas y demás personas que sufrieran dolores siendo vendido como algo casi milagroso pero generando una devastadora adicción. Una mujer que como tantos muchos representa que lo que empieza como una medicación supervisada (por doctores que incluso recibían dinero por parte de los Sackler para que recetaran sus medicamentos) provoque adicción y cree mayor tolerancia en su cuerpo teniendo que recurrir al mercado negro. Una dependencia auspiciada por unas farmacéuticas, poniendo el foco en Purdue Pharma de los Sackler, que se han hecho de oro con ello a pesar de las conocidas contraindicaciones, generando no sólo esa adicción sino también la posibilidad de llevar a la muerte como toda droga que acaba consumiendo a uno. Un atentado contra la salud pública que ha despertado conciencia en los últimos tiempos con demandas millonarios aunque los Sackler (ya protagonistas en el imprescindible libro "El imperio del dolor") han intentado librarse de cualquier responsabilidad penal llegando a acuerdos tanto con las víctimas como con las propias instancias judiciales mientras daban dinero a instituciones culturales e incluso a museos que llevan su nombre generándose incluso una ley del silencio por interés de esas instituciones. Lo que no se hacía hasta ahora era poner el foco en el hecho de que ese dinero estuviera manchado por ser ganado provocando la muerte de muchas personas (se estima que unas 200.000 y subiendo).

Nan Goldin es el emblema de las dos luchas, tanto la del sida como la de los opioides, dos de las mayores crisis de la sanidad pública en Estados Unidos y que tenían como elemento común la inacción de los respectivos gobiernos. Una manera de canalizar el arte con el fin de despertar conciencias y denunciar a aquellos que ocultan bajo la alfombra las fricciones de un estado de bienestar que arrincona a los desfavorecidos y permite que los poderosos hagan negocio con ello mientras pueden siendo ellos mismos adictos a un capitalismo feroz que lleva a mentir si es necesario con tal de hacer dinero aunque sea a costa de la salud de la gente. Una lucha significa e importante que se plasma en este trabajo valiente e iracundo que hace tener conciencia y pone como modelo a una artista que aprendió a no callarse y a aprovechar su influencia, mayor o menor, en denunciar lo que es injusto pero que sigue sin acarrear consecuencias penales a pesar de que al menos el ruido ha provocado que museos hayan retirado ese apellido al haberles puesto en el foco de una denuncia mediática a través del arte y la performance de esa necesaria batalla contra el sistema encargado de proteger aunque muchas veces no sea así como se muestra en este trabajo que, parafraseando a su título, pretende ser tan bello como doloroso en su denuncia y en dejar claro que cada gesto, por pequeño que sea, hace camino hacia el mundo que se quiere construir.

Conviene saber: León de Oro en el Festival de Venecia 2022, pieza central en el Festival de Nueva York 2022 y nominado al Oscar 2023 al mejor documental.

La crítica le da un SIETE