Históricos de cine: Vincent Van Gogh, talento en rojo
Querido Teo:
Consiguieron la gloria y la eternidad tras una estancia corpórea llena de sufrimiento. En una fina línea que separa la genialidad de la locura, personas dotadas de gran talento tuvieron en la personalidad y las circunstancias su gran enemigo. Una vida llena de fracasos que se tornaron en aplausos ante su legado. Un legado etéreo e inalterable que contrasta con una vida voluble y dolorosa. Este es el caso de uno de los pintores más conocidos y valorados de la historia: Vincent Van Gogh.
Natural de Zundert (Países Bajos), Vincent Willem Van Gogh (30 de Marzo de 1853) fue uno de los principales representantes del postimpresionismo pictórico. Se crió en el seno de una familia humilde en la zona de Brabante Septentrional, heredando el nombre de un hermano anterior que murió durante su alumbramiento. Vivió una infancia apática donde no destacó en los estudios pese a su carácter autodidáctico. Su adolescencia la pasó en diversos internados, siendo en el último en Tilburg (1866) donde comenzó a aficionarse a la pintura. Ya, durante esos años escolarizados demostró tener un temperamento bastante inestable. Tras su salida del centro educativo, volvió a su pueblo natal durante un año hasta su ingreso como aprendiz en Goupil & Co (más tarde se denominaría Boussod & Galadon) en La Haya (1869), una importante empresa internacional de comercio de arte donde la familia Van Gogh tenía diversos lazos. Allí el joven Van Gogh se sintió ubicado y admirado con su nueva ocupación.
Un trabajo que le permitió viajar, primero a Londres donde conoció el desamor (Úrsula) y después a París donde sintió la atracción del arte al trabajar en una exposición de Jean-Francois Millet. Durante toda su vida Vincent Van Gogh tuvo un pilar en su hermano menor Theo (también empleado de Boussod & Galadon). Él le ayudo de manera económica desinteresadamente y siempre significó un apoyo en los malos momentos del pintor holandés. De las ochocientas cartas que se conservan de Van Gogh, seiscientas cincuenta iban dirigidas a su hermano. En una de esas cartas, Vincent anunció a su hermano que había sido despedido de la galería. Rechazó una propuesta familiar de crear su propio negocio y partió a Londres, de nuevo, junto a su amigo el escritor Albert Djemal. Allí permaneció dos años, amparándose en la religión como paliativo para sus fracasos personales y laborales. Esa fe se convirtió en fanatismo y obsesión cambiando su vida para siempre. Antes de establecerse en Bruselas en 1880, paso cuatro años errantes marcados por su estudio de la Biblia que lo llevó desde trabajar en una librería en Dortrecht hasta evangelizador en un centro minero en Monk (Bélgica) donde fue temido por su carácter. Ya en Bruselas hizo amistad con el pintor Anthon Von Rappard y se inscribió en la academia de Bellas Artes, donde creó sus primeros esbozos a partir de los recuerdos que le inspiro Millot en París. Durante una visita a su hermano a Etten, se enamoró de la viuda Cornelia Adriana Vos-Sticker que le rechazó de manera tajante. Durante un tiempo, Van Gogh siguió insistiendo cercano al acoso, hasta volver de nuevo a La Haya. Allí, adoctrinado por su primo Anton Mauve, perfeccionó su técnica en acuarela. De ese periodo destaca su creación “Los pobres y el dinero” (1882). Un nuevo giro a su vida amorosa llegó al acoger a una prostituta embarazada (Sien Hoornik) y a su hija. Ambas le sirvieron de modelo hasta su traslado a Drenthe donde terminó la relación. En la ciudad del norte de los Países Bajos expresó su soledad con gruesos trazos al óleo donde olvidó su empleo como marchante de arte centrándose plenamente en la pintura. En 1883 volvió al hogar paterno, ahora en Nuenen, donde fue bien recibido y se le facilitó un taller para la creación de sus obras. Una etapa marcada por sus recreaciones de los tejedores de la zona (“El tejedor en el telar”, 1884) y donde encontró, nuevamente, el amor. Tuvo una relación con Margot Begeman, que fracasó ante la negativa de la familia de ésta. Tras la muerte del padre de Vincent abandonó el hogar por disputas familiares. En ese año facturó una de sus obras más aclamadas, “Los comedores de patatas” (1885). Creación pictórica que generó gran polémica lo que le valió la ruptura con su amigo Von Rappard.
En Noviembre de 1885 se trasladó a Amberes (Bélgica) donde descubrió la obra de Rubens. En la ciudad belga malvivió hasta el punto de contraer una sífilis que lo mermaron físicamente. Con la ayuda de su hermano se mudo a Paris un año después, allí convivió junto a él descubriendo el impresionismo galo. En la capital francesa, la obra de Vincent Van Gogh cambió, volviendo más luminosa y colorida. Ambos se instalaron en Montmartre, entablando amistad con grandes creadores del periodo como Gauguin, Henri de Tolouse-Lautrec, Émile Bernard o Paul Cézanne. Al igual que estos artistas, Van Gogh admiró la cultura oriental que le valieron de inspiración en sus creaciones. Fue una etapa prolífica con obras cómo “Puente bajo la lluvia”, homenaje al lienzo de Hiroshige. La utilización de colores complementarios, luminosos y vivos marcaron esta etapa. Una época donde los excesos agravaron su salud física y mental. El 21 de Febrero de 1888, arribó en Arles, donde tuvo a Japón siempre presente en sus pinturas (“El melocotonero en flor”, 1888). En el sur de Francia se inspiró en la naturaleza y la arquitectura de la zona: “El puente de Langlois”; el simbolismo con “El jarro de doce girasoles” y el retrato: a mujeres, amigos de la zona e incluso a sí mismo.
Uno de sus grandes amigos de la etapa parisina, Paul Gauguin le visitó en Arles el 23 de Octubre. La convivencia entre ellos se hizo insoportable desembocando en un incidente que hizo que Van Gogh perdiera el lóbulo de la oreja derecha (“Autorretrato con la oreja vendada”). Existen varias teorías en torno a este suceso, desde que Gauguin le atacó con su daga hasta una posible automutilación del pintor neerlandés. Este hecho marcó los días finales de su vida donde se internó voluntariamente en el psiquiátrico en Saint-Remy de Provence el 17 de Abril de 1889. Sus problemas mentales fueron cada vez más evidentes, pese a ello, siguió creando lienzos como “La noche estrellada”. Falleció el 27 de Julio de 1890 dos días después de dispararse en el pecho con una pistola.
En vida su obra se expuso en diversas galerías franco-belgas sin alcanzar una excesiva notoriedad pese al apoyo y la buena opinión de influencias como Toulouse-Lautrec. El reconocimiento llegó con la posteridad y premió a una vida atormentada con la admiración eterna de un público que siempre estará entregado a su pincel. Una enigmática y dolorosa etapa vital que sirvió de inspiración en el siglo XX (Expresionismo alemán). El séptimo arte no sería ajeno a la tempestuosa personalidad de uno de los genios del arte universal.
La primera recreación de Vincent Van Gogh se data en 1950, con un episodio para televisión sobre su vida. Se emitió el 5 de Marzo dirigido por Delbert Mann e interpretado por Everett Sloane. Sloane fue el primer Van Gogh en el mundo audiovisual, antesala de la mejor película que ha captado al pintor holandés. “El loco del pelo rojo” (1956) dirigida por el gran Vincente Minnelli, es el más logrado retrato sobre la vida del pintor de Zundert. Interpretado de manera magnánima por Kirk Douglas, “El loco del pelo rojo” ahonda en el infierno interior del artista y su paulatina muerte en vida. Destaca la pequeña intervención de Anthony Quinn cómo Paul Gauguin en la parte final del film. Una caracterización que le valió el Óscar como mejor secundario gracias a un aplomo e intensidad ejemplares. “Lust for life” recibió otras cuatro nominaciones en uno de los mejores títulos de los años cincuenta. Tanto la dirección de Minnelli como la música de Miklos Rozsa rayan la perfección en una producción que contó con la anécdota de la participación del primer Van Gogh en pantalla, Everett Sloane en un papel menor. Todo un homenaje a la vida y obra de este gran pintor que supo captar toda su esencia con un guión de excelentes diálogos complementados con brillantes interpretaciones.
El mundo televisivo fue un filón para la figura del pintor pelirrojo. Diversos episodios y producciones para la pequeña pantalla contaron o trataron a Vincent Van Gogh. Rolando Boldrin lo caracterizó en “La vida de Toulouse-Lautrec” (1963); Alan Dobie lo representó en un serial sobre genios del arte creado por la BBC en 1964 en “Artist`s Notebooks”; Herbert Fleischman se enfundó al genio postimpresionista en Van Gogh, una producción de alemana de 1969 dirigida por Thomas Fantl. La vida de Paul Gauguin nos dejó dos telefilmes, “Paul Gauguin” (1975) y “Gauguin el salvaje” (1980). El primero una realización gala a cargo de Roger Pigaut de Jean de Conick cómo Van Gogh. La segunda una producción americana con David Carradine en el papel de Gauguin y Barry Houghton cómo demente Van Gogh. Ambos no tuvieron excesiva relevancia en sus respectivos países. Otras producciones televisivas sobre Vincent Van Gogh: “Mon cher Theo Van Gogh” (1980), creación francesa de Max Girard sobre Theo Van Gogh, hermano de Vincent representado por silueta y voz por Jean Coste y Gregory Knop; “Le vollage du hollandais” (1981) dirigida por Charles Brabant e interpretada por Gérard Desarthe; “Besuch being Van Gogh” (1985) telefilm biográfico germano-oriental dirigido por Horst Seeman y caracterizado por Christian Grashof; la producción finesa de 1988 “Vincent Van Gogh”, realizada por Vetti Saikonen e interpretado por Timo Torikka, en una particular visión de la vida del artista; e incluso Andy Serkis (“King-Kong” y “El señor de los anillos”) interpretó al acuarelista holandés en un episodio del serial “Simon Schama power of art” (2006).
El género documental también aportó diferentes obras cómo “Vida y muerte de Van Gogh” (1987) creada por Paul Cox. Uno de los documentos más logrados y alabados sobre el pintor holandés, narrado a partir de las cartas de Vincent a Theo Van Gogh. “Van Gogh: Painted with words” (2010) un docudrama de la BBC de este año también desgrana la correspondencia de Vincent Van Gogh ofreciendo una imagen diferente y más amable del artista neerlandés como si de una autonarración se tratara. Una interesante obra que nos acerca a detalles poco conocidos de este incomprendido genio. Robert Altman también se acercó a esta sugerente figura con “Van Gogh” (1990). Un film que, pese a no ser demasiado original, logró buenas críticas gracias a la dirección del realizador británico y la interpretación del siempre intenso Tim Roth. El eje del film es la relación familiar y todos los fracasos del pintor durante sus diferentes etapas vitales. Una buena película que decae en comparación con la obra maestra de Vincente Minnelli. Al contrario que una maravilla visual de Akira Kurosawa que sirvió de gran homenaje a la figura de Vincent Van Gogh. “Los sueños de Akira Kurosawa” (1990) representan ocho historias diferentes e inconexas sobre personajes extraídos de los sueños del maestro. Uno de ellos es Vincent Van Gogh, caracterizado por Martin Scorsese. Toda una delicia poética para el espectador que sirve cómo recordatorio-deferencia en compensación a la admiración de Van Gogh por la cultura japonesa. Un año más tarde, Maurice Pialat nos dibujó el último año de vida del pintor en Arles con “Van Gogh” (1991). Jacques Dutronc representa al Van Gogh trastornado y enamorado donde su obra se convertía en luz a la par que su vida iba oscureciendo.
Otras producciones menores que trataron la figura, en un papel protagónico o secundario, del genio holandés: “Vincent et moi” (1990) con Tchéky Karyo como protagonista; “Toulouse-Lautrec” (1998) con Karel Vingerhoets como una breve aparición de Van Gogh; “Studio notes” (1999) con Greg Pitts; “Starry night” (1999) una fantasiosa y anacrónica comedia sobre un Van Gogh contemporáneo con David Abbot; “State of the artist” (1991) con Dan De Paola; “The yellow house” (2002) con Chris Philips; “Paradise found” (2003) un telefilme sobre Gauguin (Kiefer Sutherland) con una breve visión de Van Gogh (Peter Varga); “Las fábulas de la luna” (2004) de nuevo con Dan de Paola; las aventuras infantiles de “La vuelta al mundo en ochenta días” (2004) contaron con la breve presencia del pintor interpretado por Perry Blake; “The eyes of Van Gogh” (2005) con Alexander Bartnett; y “Moi Van Gogh” (2009) con Jacques Gamblin en un recorrido a toda la obra pictórica del maestro holandés.
Numerosas producciones de diverso índole, destacando la producción de Vincente Minnelli de 1956 como el retrato definitivo de un hombre apasionante. Un genio, que tras la muerte encontró la paz y el éxito que se le negó en vida.
“¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?”
Vincent Van Gogh
“Se puede tener, en lo más profundo del alma, un corazón cálido, y sin embargo, puede ser que nadie acuda a él.”
Vincent Van Gogh
Emilio Martín Luna