"Los Fabelman"

"Los Fabelman"

1 Sarcofago2 Sarcofagos3 Sarcofagos4 Sarcofagos5 Sarcofagos (4 votos, media: 5,00 de 5)
Cargando...

Deja tu comentario >>

La web oficial.

El argumento: Film semiautobiográfico de la propia infancia y juventud de Spielberg. Ambientada a finales de la década de 1950 y principios de los años 60, un niño de Arizona llamado Sammy Fabelman, influido por su excéntrica madre, artista, y su pragmático padre, ingeniero informático, descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a contar historias y a forjar su propia identidad.

Conviene ver: "Los Fabelman" es el proyecto que vincula más emocionalmente a un director acostumbrado a la infancia y a la nostalgia en sus películas. Temas que siempre han estado presente, de alguna manera u otra, así como la fascinación por alcanzar tus sueños, pero nunca desde una vertiente tan autobiográfica en el que vemos la relación con sus padres, un secreto familiar que le hace abrir los ojos y que terminará forjándole como persona y como cineasta. Steven Spielberg rueda con una evidente maestría que resulta reiterativa mencionar pero también subraya un tipo de cine tan clasicista y emotivo que, por momentos, chirría en algunos momentos por artificioso y poco espontáneo. Puede sonar sacrílego pero hay discursos y momentos ensalzados por la fabulación desvirtuados por la añoranza y por hecho de querer apuntar directamente al corazón. Es por ello que la cinta, a pesar de sus muchas virtudes, se pierde a veces en la impostura por el hecho de rendir tributo a unos padres que como tantos otros en la época capearon con las heridas del pasado y que también tuvieron que sacar adelante a su familia no sin dificultades, llevando así el director su duelo de la reciente pérdida de unos padres que le han acompañado siempre (Leah Adler murió en 2017 a los 99 años y Arnold Spielberg lo hizo en 2020 a los 103 años) y cuya separación marcó su infancia y personalidad.

Steven Spielberg retrata en “Los Fabelman” a una familia judía de clase media entre la década de los 50 y los 60 en la que se confronta la inquietud creativa de la madre artista con el pragmatismo científico y cerebral del padre ingeniero informático que, a pesar de las dificultades, se volcaron con sus hijos y, sobre todo ella, fomentó la faceta artística de un Spielberg primero fascinado desde los 6 años por la magia de la sala de cine y después incomprendido ante su empeño en convertir en ello su profesión. Una madre que protege, consuela y comprende frente a un padre ausente e inseguro que no puede evitar por la cultura de la época ser un ente desconectado del núcleo familiar que sufre sus fallas como patriarca. Michelle Williams capta la luz de un personaje que, a pesar de las convenciones sociales a las que era abocada como esposa, madre y ama de casa, no renunció a su pulsión por la creación y por la cultura a través de su faceta de pianista y a una energía contagiosa que irradiaba ganas de vivir a través de sus fantasías, algo problemático y difícil de encajar en el convencionalismo de la época pero que influyó y nutrió a una familia que necesitaba dejar atrás los fantasmas del pasado y apoyarse en el futuro representado en las nuevas generaciones. Una película en la que el cine es refugio, tabla de salvación y ritual viendo a ese joven que de la revelación inicial pasa a recrear historias con sus juguetes en el salón de casa (como el choque de trenes de “El mayor espectáculo del mundo” de Cecil B. DeMille) o rendirse a la inspiración que le brinda John Ford como profeta cinematográfico y ejemplo a seguir (con un cameo inolvidable).

Una historia de autodescubrimiento personal, familiar y artístico con el que el Steven Spielberg más inocente y rebelde se manifiesta ante nosotros contando con un más que convincente Gabriel LaBelle como alter-ego entre grabaciones, sueños, amores y siempre la red de seguridad que dan unos padres que, ante la menor fricción en su relación, también afectan a un joven inconformista en un mundo que para él tiene sentido si puede representarlo con su cámara a la que utiliza también como instrumento para precisamente evadirse de su propia vida y para poder expresar con ella lo que descubre y siente y es incapaz de verbalizar. Un reparto cumplidor (en el que también encontramos a Paul Dano, Seth Rogen y Judd Hirsch) que nunca llega a interesar tanto como el protagonista, mejor desarrollado y lejos del arquetipo, y un viaje de espíritu fabulador, enriquecedor e idealizado que supone esa expresión tan manida y ñoña pero aplicable a este caso como es la de una carta de amor al cine que no esconde los matices y sinsabores de una vida que alterna sin cesar momentos de alegría con otros de amargura. Para ello ha contado con su equipo habitual como es el coguionista Tony Kushner, el director de fotografía Janusz Kaminski (demasiado saturado), el montador Michael Kahn y un John Williams que con sólo 20 minutos de banda sonora arrebata con sencillez, sutilidad y emoción en la parte final de la película como broche a una cinta que utiliza grandes temas del cine (propios de la memoria sentimental del director) y piezas de música clásica para retratar la pasión por la música de la madre.

Una cinta que rebosa humanidad, humildad y emotividad ya que, sin ningún ejercicio de egocentrismo mantenido por otros directores, lo que Spielberg hace es echar la vista atrás y permitir que le acompañemos por la belleza, magia y riqueza de los momentos que le han hecho ser quien es dando tanta felicidad con su obra a lo largo de cinco décadas de carrera aunque, finalmente, sea la familia y no su pasión por el cine (más el hacerlo que verlo) la que acaba siendo el leitmotiv de una cinta en la que, sabiéndose ya al final de su carrera, ha querido volver a abrazar y homenajeando a través de su talento. La fascinación de un niño y su paso a la adolescencia acompañado de esa luz evocadora y nostálgica que emerge del proyector y que deslizándola entre sus manos crea imágenes entre la hipnosis de unas partículas en un escenario de tonos azulados en el que la cámara se erige como herramienta de expresión y compañera de vida. No le sale redonda, tampoco pretende estar en lo más alto del top de sus mejores obras, a través de dos horas y media irregulares, pero termina conquistando por su oficio consagrado en la narración y en la planificación visual y por el cariño y ternura con la que la cinta está hecha en su conjunto. Spielberg sigue siendo el maestro que filma como nadie más lo hace.

Conviene saber: La cinta más personal de Steven Spielberg supone su primera incursión como guionista consiguiendo el Premio del Público del Festival de Toronto 2022, 2 Globos de Oro 2023 (película de drama y dirección) y 7 nominaciones a los Oscar 2023 (película, dirección, actriz, actor de reparto, guión original, diseño de producción y música).

La crítica le da un SIETE

¿Compartes?:
  • email
  • PDF
  • Print
  • RSS
  • Meneame
  • del.icio.us
  • Facebook
  • Google Bookmarks
  • Twitter
  • FriendFeed
  • LinkedIn

Comentarios

Suscríbete
Notificar
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Me encantaría conocer tu opinión, comenta.x
()
x