"TÁR"

La web oficial.

El argumento: La mundialmente famosa Lydia Tár está a solo unos días de grabar la sinfonía que la llevará a las alturas de su ya formidable carrera. La notablemente brillante y encantadora hija adoptiva de Tár, Petra, de seis años, tiene un papel clave en la tarea. Y cuando los elementos parecen conspirar contra Lydia, la niña es un apoyo emocional importante para su madre en apuros.

Conviene ver: "TÁR" es el regreso a la dirección de Todd Field tras "Juegos secretos" (2006). Cate Blanchett interpreta a la primera directora de una gran orquesta alemana, dotada del don de la genialidad, que ha sacrificado sus relaciones personales para estar en la cúspide pero que es perseguida por un hecho del pasado. “TÁR” habla de una mujer, devorada por el personaje que se ha construido, que ha sabido utilizar su poder para aniquilar a los demás y cuyo historial termina siendo expuesto. Un drama sobre el abuso del poder y la cultura de la cancelación sostenido en la elegancia formal y en la intriga además de en un trabajo superlativo de la actriz australiana a la hora de dar vida a una mujer compleja, poliédrica y que lanza su inseguridad (oculta bajo una fachada de superioridad, empoderamiento y cinismo) con enorme brutalidad hacia los demás con el fin de conseguir sus objetivos. Un drama psicológico casi convertido en intriga de espionaje que, además del dominio en escena de su protagonista, presenta una dirección que cuida al detalle cualquier recoveco de despacho, aula o auditorio en el que la cámara se posa, entre la exquisitez y el enigma de lo que se percibe más allá de la fachada de un sistema elitista, esclavo y cruel. Una cinta que se toma su tiempo (una larga entrevista en la que se repasan sus logros y el encuentro con un compañero en un lujoso restaurante) para ir mostrando poco a poco la personalidad de la artista y para poner en la mesa el tema del abuso de poder y la inversión de los roles de género cuando, no sin agresividad, con elegancia pero superioridad, cuestiona a un alumno de la prestigiosa Juilliard que no se muestra interesado por la figura de Bach debido a sus creencias, características y personalidad mientras que la directora considera que, sin ser falso, nada tiene que ver las "proezas en la cama con el Sí menor" lo que también plantea el cuestionado y pertinente asunto para los tiempos actuales de separar o no la obra del artista.

Cate Blanchett habla inglés y alemán en un recorrido en forma de biopic no oficial (a pesar de que sea de una directora que no existe en la vida real se antoja auténtico ante las continuas referencias a nombres de la música, orquestas o sellos discográficos) pero en la que se perciben muchos comportamientos hasta ahora fraguados por el poder y el interés hasta llegar a una sociedad que ya ha dicho basta a estas prácticas lo que deja a los verdugos descompasados y sin capacidad de reacción al ver que todos los esquemas en los que creían y en los que se han basado han saltado por los aires. Es lo que se ve cuando la vemos en una entrevista promocional a raíz de un libro sobre compositoras o cuando abronca sin compasión a alumnos o incluso a niños en la que sus formas acaban pasando por encima de cualquier razón que pueda tener en su argumento. Una mujer que lo tiene todo pero que también por ello está principalmente desbordada en un mundo del que se cree superior por el hecho de que considere de que sólo unos elegidos pueden apreciar su arte y, a su vez, entenderla a ella, alguien que ni siquiera sabe lo que quiere. Protagonista ambigua e intimidante de un mundo competitivo en el que no se permite el requiebro y que le hace estar en la élite entre clases magistrales, entrevistas y ensayos sintiéndose ama y señora de la Filarmónica de Berlín a la que no duda en exigir pero también dejar patentes sus contrariedades o sus tratos de favor.

Una cinta en la que este personaje conecta con ese debate, también presente en la película, de hasta que punto se puede separar al artista de su obra, todo en un sistema en el que ella es la abeja reina frente a una orquesta en la que impone ferozmente su ley y en el que los músicos no pueden más que achantarse frente a una mujer, símbolo de una cultura progresista y feminista, que, a pesar de su clase e inteligencia, en cambio en la práctica demuestra que la forma de asentar su poder (ante la fragilidad y el temor a perderlo) es convertirse en un ser despótico y deshumanizado que mantiene a los demás a la ralla marcada por ella misma siendo su hija la única relación de su vida que no ha estado marcada por el interés y que ha ido desde mantener el coche oficial a su mentor y predecesor o quedarse fascinada por una nueva violonchelista rusa definiendo el repertorio de la gran función en base a ella y no dudando en saltarse el protocolo en lo referente a antigüedad y experiencia de los miembros de su orquesta organizando unas audiciones para darle facilidades a su nuevo objeto de deseo. Algo que incluso aprende su pareja (interpretada por Nina Hoss), primer violín de la orquesta, o su sufrida asistente (Noémie Merlant) que, mientras intenta prosperar le lleva la agenda y sus viajes, siguiendo ambas su compás con el fin de mantener su estatus sufriendo el viaje que lleva la protagonista con el fin de conseguir la cumbre absoluta en la preparación de la grabación de la 5ª sinfonía de Gustav Mahler con la Orquesta Sinfónica de Berlín en un viaje de obsesión y sacrificio siguiendo los pasos de su maestro Herbert Von Karajan y siempre influida por las palabras de Leonard Bernstein a la hora de sustentar su forma de amar la música.

El poder como mecanismo de influencia y de persuasión para conseguir prestigio, fama y atraer al resto de personas en una puesta en escena tan portentosa como pomposa de un Todd Field que, a lo largo de dos horas y media y sobre una gama de colores pretendidamente gélida, lleva a cabo un estudio de personaje preciso y agudo, pretendidamente denso, disperso y con riqueza en sus posibles lecturas con hechos como las alucinaciones y sonidos que parece sentir la protagonista y que son una muestra de un equilibrio personal y profesional tan sustentado en el cálculo encorsetado que va haciendo aguas, en un entorno en el que lo que subyace es la fascinación por la gloria por lo que el culto al ego tiene que alimentarse a través de halagos, reverencias y, sobre todo, sumisión y soledad que le lleva a la protagonista a tener su propio espacio, un piso propio en el que recala y en el que se rodea de cierto halo de misterio enigmático sólo roto por los retazos de vida que llegan del exterior como la vejez y decrepitud de una vecina que podría ser un espejo de su posible futura soledad y degradación olvidada por todos. La muestra de que los débiles que alcanzan una posición la sustentan a través de la imposición más que de la persuasión. Es por ello que lo que subyace en la propuesta, sostenida en una atmósfera tan asfixiante somo subyugante, arroje un mensaje tan medido, pero bordeando la sátira por momentos, pero siempre muy pertinente sobre la sociedad de hoy en día en la que hasta ahora se justificaba más de la cuenta poniendo como excusa la creatividad y personalidad propia del genio. Es en la secuencia de la clase de Juilliard donde quedan plasmadas buena parte de las premisas de la cinta hablando sobre el artista y su obra, los posicionamientos propios de los conflictos de género o raza, o la búsqueda de la consecución del éxtasis artístico siendo todo un deleite también para los aficionados a la música clásica por lo potentes y detallistas que son las escenas musicales con la orquesta como protagonista.

“TÁR” es elegante y rotunda, así cómo sutil y austera, además de quedar sujeta reflexión y debate lo que demuestra su contundencia, lucidez y capacidad hipnótica, por una armonía visual, temática y narrativa tan refinada como afinada, mostrando el mal terrenal y auténtico presente también en cualquier forma, también incluso el de mujer atractiva, inteligente, culta, progresista y artista profundizando en los claroscuros del perfeccionismo y la excelencia quedándose en nada cuando la irrupción de un hecho le hace perder la red de un sistema en el que ha crecido pero que, hasta ahora, también le ha protegido y que ha mirado a otro lado hasta que no sale a la luz que el suicidio de una ex miembro de la orquesta, una tal Krista, puede haber tenido como consecuencia el maltrato psicológico de Lydia generando una relación tóxica de la que se asegura de borrar mails y material comprometedor sabiendo cómo va a ser visto a ojos de los demás lo que ha ocurrido realmente. Una película que plantea más preguntas que respuestas y que evita posicionamientos siendo por ello que, además de los muchos aciertos de la película, sobrevuela uno de los leitmotivs del mundo contemporáneo que no es otro que el hecho de enfrentarnos a quién señala, cómo lo hace y las consecuencias que tiene además del hecho de enfrentarse a la posibilidad de que un arte o un genio sea privado a la carta por la concepción moral de cada momento en pro de un bienquedismo mal entendido, de cara a la galería pero de discutibles consecuencias a la hora de difundir la transversalidad del arte y que lleva a pasar de la gloria al ostracismo poniendo sobre la palestra la consecuencia de la cultura de la cancelación por interés en salvar las apariencias y salvar el reto de la presión mediática incluso aunque los hechos que sustentan una acusación no hayan sido probados pero sin dejar de mostrar la catadura de un personaje que ha confundido genialidad con avasallar a los demás, bien sea su círculo íntimo, sus compañeros de profesión o la niña que hace bullying a su hija en el colegio. Una Blanchett descomunal deslumbra en este retrato psicológico de primer nivel sobre los entresijos y praxis a los que nos lleva la condición humana cuando uno considera que su poder es absoluto y que todos se van a arrodillar a su paso.

Conviene saber: Copa Volpi a la mejor actriz en el Festival de Venecia 2022 y 7 nominaciones a los Oscar 2023 (película, dirección, actriz, guión original, fotografía y montaje).

La crítica le da un OCHO