"El peor vecino del mundo"
La web oficial.
El argumento: Otto Anderson es un viudo cascarrabias y muy obstinado. Cuando una alegre joven familia se muda a la casa de al lado, Otto encuentra la horma de su zapato en la espabilada, y muy embarazada, Marisol, lo que conlleva a una muy improbable amistad que pondrá su mundo patas arriba.
Conviene ver: "El peor vecino del mundo" es una cinta agradable y bienintencionada a partir de este Mr. Scrooge contemporáneo que a pesar de su mal humor encuentra alicientes para seguir abrazándose a la vida cuando una joven mexicana embarazada llegue a ese barrio residencial en el que él es el cascarrabias oficial, así como el rutinario y protocolario guardián y custodio, y no hace más que tratar ariscamente a todo el mundo por el hecho de parecerle todo mal si no es a su férrea manera. Un viaje de redención algo forzado que dentro de la maquinaria hollywoodiense no queda del todo orgánico con esos clichés tan propios del cine que pretende aleccionar en buenos valores a la par que ser reconfortante para estas fechas. Una apuesta ligera y entrañable gracias al tándem que forman Otto, su gato callejero y una vecina mexicana que contrasta con él y que irrumpe como un torbellino por su energía y desparpajo, pero superficial cuando pretende adentrarse en terrenos más dolorosos aunque sea imposible no emocionarse con ello hablando de amor incondicional, sacrificio y sentimiento de comunidad en un vecindario amenazado por por una corporación inmobiliaria y que intenta resistir como comunidad en un mundo cada vez más individualista y materialista en el que uno se encierra en su casa y no se preocupa por lo que tiene a su alrededor. Lo mejor es precisamente ese microcosmos de vecinos que aún confían en el otro y que han recalado allí y que han encontrado no sólo un refugio a la soledad, la enfermedad, la emigración o el odio por ser diferente sino también una familia que comparte, ayuda, motiva y protege. Más melosa que satírica, lo que se acentúa en el “flashback” que potencia su amargura, habiendo perdido el color que hacía que su vida no fuera en blanco y negro, tiene a un Tom Hanks que incluso haciendo de gruñón solitario, obsesivo y excéntrico representa esa humanidad suya tan característica, con un tipo que sobre esa fachada no hay más que alguien que tiene un profundo miedo al futuro que le espera representado en una vejez en la que no tiene ni familia, ni trabajo ni expectativas, de profundos valores y honestidad, y que, no obstante, no es suficiente para levantar el resto de la película que es digna pero inferior a la original sueca a pesar de alternar momentos divertidos (la compra de una cuerda en el supermercado, el primer contacto con sus nuevos vecinos o las clases de autoescuela) y otros entre devastadores emocionalmente por su sensibilidad humana y épicos por el triunfo del colectivo para evitar el avasalle de los que no quieren que esos vecinos sigan ahí no dudando en utilizar las prácticas más ruines para ello jugando con la desesperanza, la edad o la precaria salud de los vecinos. Quizá lo mejor sea recuperar la película sueca o revisitar las cintas de Frank Capra con James Stewart o, incluso, “Gran Torino” (2008) de Clint Eastwood con la que guarda más de una similitud pero en conjunto la cinta cumple sobradamente con lo que pretende, dentro de su clasicismo temático, sabiendo tocar la fibra sensible por su franqueza y por el hecho de ver como se va cayendo la coraza de un tipo iracundo, ese "abuelo Otto" con un corazón que no le cabe en el pecho que no hace más que fracasar en sus intentos de suicidio, que descubre que no hay nada como querer y ser querido, así como ser necesario y brindar ayuda a los demás sin dejar de pelear por lo que considera que es justo.
Conviene saber: Marc Forster dirige la adaptación de "Un hombre llamado Ove" (2015).
La crítica le da un SEIS