"La peor persona del mundo"
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El argumento: Julie va a cumplir los treinta y su vida es un desastre existencial. Ya ha desperdiciado parte de su talento y su novio Aksel, un exitoso novelista gráfico mayor que ella, la presiona para que contenga su energía creativa y siente la cabeza. Una noche se cuela en una fiesta y conoce al joven y encantador Eivind. Tardará poco en romper con Aksel y embarcarse en una nueva relación con la esperanza de que su vida adquiera una nueva perspectiva. Sin embargo, tendrá que darse cuenta de que ya es demasiado tarde para ciertas opciones vitales.
Conviene ver: “La peor persona del mundo” es una de las películas de la temporada dentro del circuito festivalero habiendo conectado con los miedos y el desencanto de la generación “millennial”, aquella a la que se prometió que se comería el mundo y que ha quedado inmersa en un mar de dudas existenciales, frustraciones, sueños no cumplidos y sentimientos de culpa. Una historia que narra cuatro años en la vida de Julie, una joven con una turbulenta vida amorosa que lucha por encontrar su camino profesional, lo que la lleva a descubrir quién es realmente entre cambios de pareja, cortes de pelo y estudios que le hace interesarse por la medicina, la psicología o la fotografía. Renate Reinsve está estupenda en su magnetismo representando a esa generación perdida y estigmatizada que sobrevive sabiendo que año tras año sus sueños en el mundo, para el que se prepararon tanto ella como sus compañeros, están más lejos de cumplirse. Una mirada crítica, profunda e intensa sobre personas que ya asumen su falta de suerte mientras intentan sacar algo de cabeza y agarrarse a algún momento esporádico de felicidad, acudiendo a fiestas evasivas o encuentros fugaces, luchando frente al miedo de no cumplir las expectativas que la sociedad marca sobre uno, especialmente cuando cumple 30 años y tiene el listón de todas las mujeres en su familia y que en ese momento ya tenían la vida hecha así como amigos que hablan de sus hijos y de lo que suponen las concesiones del matrimonio. Todo con el fin de encontrar el lugar en el mundo y conseguir lo más difícil a lo largo de una vida, el conocerse a uno mismo, mientras la protagonista se plantea la ambivalencia de si estar acomplejada por no haber conseguido la estabilidad que sí que lograron las mujeres de su familia que le precedieron o, en cambio, abrazarse a esa libertad que al menos posee pero que le hace ser un personaje secundario de su propia historia por no saber lo que realmente quiere.
El director, que ya sorprendió con "Reprise" (2006), “Oslo, 31 de Agosto” (2011), "El amor es más fuerte que las bombas" (2015) y "Thelma" (2017), culmina el retrato de una ciudad y de un tiempo a través de una generación conformista y algo naif pero que también ha sido condenada por las circunstancias mientras se les decía que el esfuerzo valdría la pena y que encontrarían a su media naranja. La realidad no es otra que trabajos precarios, la sensación de inseguridad por no haber cumplido con lo que la sociedad esperaba de ti y un mar de relaciones banales e intermitentes que se aproximan demasiado a la toxicidad pasando del cosquilleo inicial a la asfixiante dependencia. Un retrato del crecimiento personal con el caos como escenario en que la protagonista ve como su novio (un diseñador de cómics de más de 40 años obsesionado por su trabajo pero deseoso de tener hijos) quiere que siente la cabeza mientras ella no triunfa en lo profesional y por otro lado ve como amigos de éste (asentados en la cuarentena) se casan, tienen hijos y cumplen con “lo correcto” mientras ella es una interrogación con piernas que se tirará a la piscina de una nueva relación con un chico al que conoce en una fiesta en la que se cuela, no por capricho sino porque está dispuesta a vivir aceptando las consecuencias de sus errores, y su derecho a equivocarse una y otra vez, pero también aprovechándose de los momentos de placer que ello conlleve. Renate Reinsve está estupenda adoptando un perfil tan empático como patético para un personaje que transmite y que, indudablemente, conecta con muchos y muchas como víctima de inseguridades e incertidumbres. Una vida llena de tropiezos en la que no hay otra opción que verlo como una oportunidad y levantarse y convivir con el amor, el dolor y la contraposición de lo que sentimos y de lo que hacemos. Todo contado de manera original, con escenas y reflexiones reconocibles y una mordacidad que transmite a través de sus personajes.
12 capítulos, con su prólogo y epílogo, en un viaje imaginativo y ocurrente sobre los temas que mueven el mundo en el siglo XXI en la sociedad occidental y que siguen girando en torno al intento de conseguir éxito profesional y una buena relación afectiva, quedando en la cuneta a ojos de los demás en el caso de no conseguirlo y no sumarse la rueda. Un mundo marcado por la precariedad, el #MeToo, el miedo al compromiso, cuánto condiciona cómo nos ven los demás y las relaciones fugaces, algo que conecta con el cine de directores como Woody Allen, Michel Gondry o Greta Gerwig, al igual que series como "Fleabag" (2016-2019), y que gana cuando se aleja del postureo de autor "hipster" en su puesta en escena. Es por ello que se habla de temas tan diferentes como la maternidad, el sobrellevar el peso de un padre que no tiene interés en ti, los nuevos hábitos de vida, los cuernos o el sexo oral. Aunque todo está capitaneado por un personaje rico, complejo y con matices, tan cercano como enigmático, a lo que contribuye un guión bien definido que capta esas sensaciones y anhelos y el trabajo de la actriz que borda ese deambular hacia no se sabe dónde, hay que destacar también a Anders Danielsen Lie, actor fetiche del director y que brilla en la cinta en el desarrollo de un personaje noble pero víctima de sus imperfecciones en una vida que exige mucho hasta que tomas conciencia de que ésta es finita y se añora lo que no fue, dando vida al otro reverso, el masculino, en una época que ha redimensionado su rol frente al de la mujer, siendo el gran logro de Joachim Trier y el coguionista Eskil Vogt el saber retratar cómo afecta ese desencanto a una generación (especialmente desde un punto de vista femenino con diálogos y momentos que sorprenden que hayan sido llevados a cabo por dos hombres) con suma naturalidad y con la inteligencia de mostrar la desesperación interior frente a la fachada de ligera despreocupación, falso optimismo y aparente libertad cuando se dejan de lado las responsabilidades de la vida. Para el recuerdo una escena inolvidable como aquella en la que la protagonista enciende un interruptor y ve que la vida se pone en pausa atreviéndose a dar un paso que sin ese impasse no hubiera podido ante la celeridad de una vida que nos impide levantar cabeza más allá de la rueda de la rutina. El retrato social del tiempo que nos toca vivir, convertidos en almas errantes e insatisfechas en busca de una felicidad siempre inalcanzable y difusa, abordado con estilo nórdico en su disección de la familia y las relaciones pero con un mensaje certero, pertinente y universal.
Conviene saber: Mejor actriz en el Festival de Cannes 2021, vista en Toronto 2021 y Valladolid 2021, 2 nominaciones en los premios del cine europeo 2021 (actriz y guión) y 2 nominaciones en los Oscar 2022 (guión original y película internacional).
La crítica le da un SIETE