"CODA: Los sonidos del silencio"

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El argumento: Ruby es el único miembro oyente de una familia de sordos. A sus 17 años, trabaja por la mañana con sus padres y su hermano en Gloucester, Massachusetts, antes de ir a clase, tratando de mantener a flote el negocio pesquero familiar. Ávida de encontrar nuevas aficiones, Ruby decide probar suerte en el coro de su instituto, donde no sólo descubre una latente pasión por el canto, sino también una fuerte atracción física por el chico con el que debe realizar un dueto. Su entusiasta profesor ve algo especial en ella y la anima a que piense en la posibilidad de entrar en la escuela de música, algo que la obligaría a tener que tomar una decisión de cara a su futuro: o sus estudios, o su familia.

Conviene ver: “CODA: Los sonidos del silencio” es el remake de la cinta francesa “La familia Bélier” (2014), la cual se sostenía por su encanto, humanidad y humor y que fue un fenómeno que funcionó muy bien más allá de Francia enarbolando mensajes como la integración social de los discapacitados, el poder de la música, el valor de la familia en la construcción de uno y la necesidad de volar más allá del nido en busca de poder cumplir tus sueños. No es de extrañar que en Estados Unidos hayan preparado una nueva versión que triunfó en el Festival de Sundance 2021 con el Gran Premio del Jurado, premio a la mejor dirección (Siân Heder), premio especial al mejor reparto y Gran Premio del Público siendo además la adquisición de mayor valor llevada nunca en el certamen con su compra por Apple TV+ por 25 millones de dólares.

CODA es un acrónimo de Child Of Deaf Adults, hijo/a de adultos sordos, conviviendo la protagonista con su familia, un padre, una madre y un hermano mayor que mantienen un negocio pesquero lo cual sustituye a la granja de la original. Estamos ante un “coming of age” en el que la protagonista, que hasta ahora ha vivido dependiendo de su familia como su vehículo de transmisión al mundo a través del lenguaje de signos, se planteará cuestiones que hasta ahora no se había hecho como el pensar en ella misma mientras descubre el amor, la música y una voz que puede abrirle muchas puertas y cambiar su futuro cuando se apunta al coro del colegio y decide irse a Boston a estudiar a pesar de lo que ello implicaría dejando allí a una familia que depende de ella para comunicarse. Una cinta que defiende el entendimiento y que reivindica con amabilidad la posición de unas personas sordas aisladas en su propio mundo, en el cual no pueden entenderse, que necesitan de cuidados y comprensión y que no pueden conocer el talento que tiene su hija más allá de los aplausos tras la finalización de una función escolar. Todo mientras la música va ganando peso durante el metraje como herramienta comunicativa y tanto los sonidos como el silencio intentan encontrar su convivencia.

“CODA: Los sonidos del silencio” es una cinta vitalista que sabe tocar los resortes emocionales y que es una estupenda opción para aquellos a los que les encanta dejarse llevar por películas sencillas y entrañables y no lo ven todo desde los ojos del cinismo. Hay humor costumbrista con la comedia familiar, sensibilidad con su vertiente romántica y musical, visibilidad a la hora de mostrar como se desenvuelven en el mundo contemporáneo las personas sordas, vertiente social ante la decadencia de un modo de vida como es la pesca en una comunidad como Massachusetts frente a la presión de las corporaciones, ternura gracias a la empatía con la que están definidos los personajes y, sobre todo, mucha honestidad desembocando en escenas arrebatadoras como aquella que comparte la protagonista (Emilia Jones) con su padre (Troy Kotsur) o la reveladora interpretación del Both sides now de Joni Mitchell que, no obstante, no llega a la altura del calado emocional arrebatador del Je vole de Michel Sardou que sonaba en la original en la que la protagonista dirigía la letra a sus padres. Simbólica también la aparición de Marlee Matlin, la madre de la familia y que es hasta la fecha la única intérprete sorda en ganar el Oscar gracias a “Hijos de un dios menor” en 1987, y cumplidor Eugenio Derbez como el profesor de música que sabe ver el talento de la protagonista. El reparto se completa con Daniel Durant como el hermano y Ferdia Walsh-Peelo como el interés romántico. Los que disfrutamos la cinta francesa tenemos una versión con todo lo bueno que le hacía destacar a aquella redondeando más la fórmula, tomándose más en serio y llegando de igual manera al corazón pero quizá sin la frescura de la francesa que era más espontánea y brillaba en el equilibrio entre emoción y humor. Una delicia para un público amplio.

Conviene saber: 3 nominaciones a los Oscar 2022 en las categorías de película, actor de reparto (Troy Kotsur) y guión adaptado.

La crítica le da un SIETE

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