"Dumbo", un clásico animado que sigue volando alto
Querido Teo:
El pasado 23 de octubre se cumplieron 80 años del estreno de uno de los grandes clásicos generacionales y mitificados por el peso de la nostalgia de Disney, “Dumbo”, la historia de ese elefantito al que hacían “bullying” antes de que se pusiera de moda el término, no el hecho tan antiguo y arraigado en la condición humana desde el principio de los tiempos hacia el considerado diferente, aquí no más que por el hecho de tener unas orejas grandes con las que con el tiempo el protagonista descubre que tiene el don de volar.
“Dumbo” fue una película barata en unos tiempos en los que Estados Unidos se preparaba para meterse de lleno en la II Guerra Mundial en un momento en el que el cine iba a convertirse en maquinaria de ensalzamiento de los valores épicos que representaba la América del tío Sam o bien para ofrecer cine evasivo que hiciera olvidar el drama de tantas familias preocupadas por tener a los suyos jugándose la vida cada minuto en las trincheras.
Dirigida por Ben Sharpsteen, “Dumbo” supuso la cuarta película de la factoría Disney después de “Blancanieves y los siete enanitos” en 1937 y “Pinocho” y “Fantasía” en 1940. Mucho menos ambiciosa que aquella, en presupuesto y duración, pero tan honda que hoy 80 años después sigue emocionando y aterrorizando con algunas de sus escenas siendo todo un clásico imperecedero que ningún remake vistoso puede igualar.
“Dumbo” surgió como un intento estratégico y rápido de Disney por minar las pérdidas financieras que había implicado “Fantasía”, críptica, artística y esquiva para el gran público, en un ejercicio de simplicidad y economía del estudio Disney que, con 64 minutos, logra una de las más cortas películas animadas de Disney. La cinta comienza cuando las cigüeñas traen varios animales bebés a los animales del circo Casey Jr. Al día siguiente, mientras los animales del circo son transportados en un tren del circo, la elefanta Sra. Jumbo recibe a su cría de una cigüeña. El bebé elefante se convierte rápidamente en el centro de las burlas de los otros elefantes debido a sus grandes orejas, y lo llaman por ello "Dumbo".
Una vez que el circo ya está instalado, la Sra. Jumbo pierde la paciencia con un grupo de muchachos maleducados que se burlaban de Dumbo y, como resultado, es catalogada como animal peligroso. La elefanta y Dumbo son separados y, sin su madre, Dumbo se queda solo convirtiéndose el ratón Timothy en su fiel compañía, a pesar del terror que despiertan estos roedores en los elefantes, convirtiéndose más que en un amigo en un protector para evitar que caiga en las malas compañías.
Los guionistas Dick Huemer y Grant Joe fueron los principales artífices en el desarrollo de la trama, basada en la historia escrita por Helen Aberson e ilustrada por Harold Pearl (única participación de los autores con la industria de dibujos animados). El cuento original constaba de tan sólo ocho dibujos y unas pocas líneas de texto lo que iba alineado con la orden del supervisor de la dirección, Ben Sharpsteen, de hacer una película barata y minimalista, siendo evidente ello en el trazo de unos dibujos y en la profundidad de unos personajes que, aún así, supieron construir una película de todo menos simple, sino más bien una obra maestra tocada por la varita mágica que le da alma permitiendo la fibra sensible con suma facilidad.
El 29 de mayo de 1941, durante la producción de "Dumbo", la mayor parte del personal de animación del Estudio de Disney se declaró en huelga. Curiosamente el hecho se reflejó en la cinta: los huelguistas son caricaturizados en los payasos que, tras dar un brillante espectáculo, se dirigen a pedir al director del circo un aumento de salario. La huelga duró cinco semanas, y puso fin al buen clima laboral existente en el Estudio pero no fue la única polémica en la que estuvo rodeada la película.
“Dumbo” es recordada por una de las escenas en las que el surrealismo entra de lleno por primera vez en el cine de animación, concretamente el momento de la borrachera en la que el protagonista se imagina “elefantes rosados”, todo un reto de cara al terror que podía suponer en el público infantil y que demostraba el riesgo de una compañía que, dentro de sus buenos valores, no trataba a los niños como estúpidos en su moraleja de separar el bien y el mal. Las alucinaciones son similares a los efectos de la droga LSD que por lo general dura entre 8 a 12 horas pero, en verdad, el mensaje de Disney parecía estar más relacionado con el hecho de detallar la deshonrosa celebración etílica de un grupo de soldados tras una victoria militar, algo a lo que parecen hacer referencia esos payasos de fiesta en la carpa.
El ver el pasado con los ojos del presente también tuvo a “Dumbo” en el centro de la polémica cuando a principios de 2021 Disney+ decidía eliminar del perfil infantil de su plataforma a clásicos como el que nos ocupa, en este caso por la presunta representación discriminatoria de algunos personajes, tal es el caso de los cuervos (uno de ellos se llama Jim en clara referencia a las leyes segregacionistas de Jim Crow). La voz de doblaje de los cuervos era la de actores afroamericanos, concretamente los miembros del coro Hall Johnson, aunque en el doblaje español tuvieron gracejo gitano, rechazando algunos críticos estas afirmaciones por el hecho de que los cuervos, en realidad, son representados en la cinta como espíritus libres que sin ataduras empatizan con la situación de Dumbo y que, siendo marginados como él, le dan fuerza enarbolando la confianza en uno mismo.
Pero si hay una escena que llega al corazón y que se recordará siempre a la hora de hablar de la película es esa en la que Disney pocas veces ha reflejado con tanta maestría la profunda devoción de amor y necesidad entre una madre y un hijo. Es cuando Dumbo visita a su madre encerrada y ésta entre los barrotes le balancea con su trompa mientras suena una canción de cuna, Baby mine con la que Franck Churchill y Ned Washington fueron nominados al Oscar. El aspecto musical de Disney, siempre un cuidado aliciente en todas las películas y herramienta fundamental a la hora de perdurar ante el público a lo largo de las décadas, fue recompensando en este caso con una estatuilla a la mejor música que recayó en Frank Churchill y Oliver Wallace.
Acabada en el otoño de 1941, la distribuidora de Disney, la RKO Radio Pictures, inicialmente se resistió a la breve duración (64 minutos) de la película y ofreció a Disney tres opciones: prolongarla; rehacerla como un cortometraje, o lanzarla como película de serie B. Disney rechazó las tres opciones, y la RKO, a regañadientes, exhibió Dumbo sin alteraciones convirtiéndose en todo un éxito, superando las previsiones económicas de una Disney maltrecha que había sufrido las pérdidas en su recaudación internacional debido a la guerra ya desatada en Europa. Es más, el estreno de “Dumbo” en Estados Unidos también estuvo afectado por la misma ya que el ataque de las tropas japonesas a la base naval de Pearl Harlbor impidió que fuera portada en la revista TIME como estaba previsto en diciembre de 1941, debido a la entrada de Estados Unidos en la II Guerra Mundial.
En España la película no llegó a salas hasta 1952, más de una década después de su estreno en USA y también años después de que el Festival de Cannes (ya superada la guerra) no quisiera pasar la oportunidad de darle un premio como mejor película de animación en 1947. La realidad es que el tiempo no ha hecho mella en la película y sigue siendo uno de los clásicos imperecederos más queridos de la compañía, encontrando una nueva popularidad como el primero de los títulos de Disney de dibujos animados lanzado en video (1981). Su presentación fue seguida por las versiones remasterizadas en 1986, 1989, 1991 (Clásicos) y 1994 (Obra Maestra). En 2001, se lanzó una edición especial 60º aniversario, y en 2006 y 2010 salieron ediciones primero en DVD y después en Blu-Ray.
“Dumbo” es una película honesta en su sencillez demostrando que una historia y el cuidado de sus elementos es capaz de tener un gran impacto emocional sin necesidad de logros técnicos. Una película que deslumbra a niños y que emociona a adultos logrando tender puentes entre generaciones y distintos recuerdos entrando de lleno en la conexión que a todos nos une, la figura de la madre. 80 años después el elefante sigue volando con la cabeza alta decidido a que nadie es quien para que le impida cumplir sus sueños.
Nacho Gonzalo