“Amélie”, un éxito francés en forma de burbuja evasiva
Querido Teo:
“Amélie” fue en 2001 uno de los mayores éxitos internacionales de la industria francesa convirtiéndose en un icono popular que marcó sin duda en el cine que vendría posteriormente y también en ámbitos sociales como la moda. Muchas chicas intentaron imitarla y se puede decir que esta joven fue la precursora del universo buenista y Mr. Wonderful que reinventaba el concepto de la chica fantasiosa con mucha vida interior pero también con personalidad y con ilusión por cumplir sus sueños y seguir sus propias reglas tanto en la vida como en sus relaciones románticas. 20 años después “Amélie” continúa siendo el exponente de un tipo de cine en el que no hay términos medios entre apasionados obnubilados y detractores a los que este universo empacha.
La película narra la historia de la joven camarera Amélie Poulain, la cual el mismo día que se entera de que Lady Di ha fallecido en un accidente de tráfico, descubre que en su baño hay una pequeña caja que contiene juguetes, fotografías y cromos que un chico escondió cuarenta años atrás. Decide entonces buscarlo y entregarle la caja. Una vez hace la devolución de la misma y nota la positiva reacción de su dueño, Amélie tiene un nuevo propósito para su vida: lograr que las personas que están a su alrededor se sientan felices.
Una voz en off que inspira tanto como subraya ya nos introduce en ese microcosmos del barrio de Montmartre en el que la soñadora Amélie es una más dentro de una panoplia de personajes cada cual más caricaturesco y con su historia propia.
Una joven que da rienda suelta a su imaginación tanto por el universo que reside a su alrededor como ante el hecho de vivir en un hogar en el que tiene una relación poco afectiva con su padre y es testigo de los problemas mentales de una madre que tiene una muerte tan casual como horrible. Cuando Amélie cumple 23 años deja su casa para instalarse en un apartamento en Montmartre que se costea trabajando como camarera del Café des 2 Moulins (Café de Los Dos Molinos), lugar inaugurado en 1964 y que se llama así por encontrarse entre el Moulin Rouge y el Moulin La Galette.
Amélie comienza a preocuparse tanto por los demás que se acaba olvidando de sí misma y es que, con la ayuda de su vecino, un hombre con huesos de cristal que ve la vida a través del cuadro de “El almuerzo de los remeros” de Pierre-Auguste Renoir, incluso se permite dar una vida viajera al gnomo del jardín de su padre basándose la película en la anécdota real del Frente de Liberación de los Gnomos de Jardín, grupo que se encargaba de robarlos de los jardines de Francia e Inglaterra en los que los tenían sus dueños.
El mundo de la joven cambiará cuando conozca a Nino, un chico tan raro y soñador como ella, que trabaja tanto en “El Tren del Horror” como en un sex shop, coleccionando las instantáneas que la gente va desechando en las cabinas de fotos. Dos almas que pueden estar destinadas a encontrarse prefiriendo la joven que sea éste el que les junte si está escrito que sea así.
A pesar de su tono de realismo mágico con una fotografía magistral en el uso del color, la cinta se presenta como una ruta del París en el que se ambienta. Además del café en el que trabaja la protagonista la boca de metro de Lamarck-Caulaincourt, el metro Abbesses, la Basílica del Sacré-Cœur o la frutería Épicerie Collinot forman parte del viaje turístico que se plantea a los visitantes del barrio, incrementados notablemente durante estos años desde el estreno de la cinta. Y es que “Amélie” sigue siendo la segunda película más taquillera del cine francés sólo por detrás de “Intocable”.
Jean-Pierre Jeunet venía de irrumpir con “Delicatessen” (1991), “La ciudad de los niños perdidos” (1995) y “Alien: Resurrección” (1997) subrayando un estilo visual y estético tan característico como imitado no volviendo posteriormente ni por asomo a este hito viniendo después títulos como “Largo domingo de noviazgo” (2004), “Micmacs” (2009) y “El extraordinario viaje de T.S. Spivet” (2013).
Algo mejor le ha ido a Audrey Tautou aunque tardara en quitarse esa imagen de joven soñadora y angelical con flequillo. Aunque la primera opción fue Emily Watson, Tautou se hizo con un papel al que ella contribuyó a hacer icónico manteniendo un fino equilibrio para evitar que el personaje se sostuviera dentro del tono de la propuesta de Jeunet sin que fuera ridículo.
La banda sonora de Yann Tiersen fue todo un éxito que supero incluso al de la película siendo reutilizada hasta la saciedad a la hora de ambientar anuncios o reportajes con una temática de fantasía con luz optimista. “Amélie” ganó 4 premios César (película, dirección, música y diseño de producción) teniendo una sensación agridulce en los Oscar. A pesar de que la campaña de Miramax, intensa como era habitual en el momento dorado de la compañía de los hermanos Weinstein, llevó a la cinta a tener 5 nominaciones (guión original, fotografía, dirección artística, sonido y película de habla no inglesa) a la hora de la verdad se fue de vacío y ni siquiera pudo ganar para Francia un Oscar que se resiste desde "Indochina" en 1993.
Aunque algunos la tengan entre sus filias y otros entre sus fobias, “Amélie” funcionó en su momento como burbuja evasiva en un 2001 que cambiaría el mundo para siempre y que al menos nos reconfortaba con la historia de una chica que encontraba la felicidad haciendo felices a los demás. 20 años después todavía está vivo el recuerdo o la esperanza de encontrarse en el barrio de Montmartre con esa joven que come fresas de sus dedos, mete las manos entre las legumbres, rompe el caramelo de la crème brùlée con una cuchara, escribe las cartas del enano de jardín viajero, lanza piedras en el canal de Saint-Martin o espera que su alma gemela toque la puerta de su corazón.
Nacho Gonzalo