“En un barrio de Nueva York”, la versión cinematográfica del primer musical de Lin-Manuel Miranda

“En un barrio de Nueva York”, la versión cinematográfica del primer musical de Lin-Manuel Miranda

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Querido Teo:

"En un barrio de Nueva York" es uno de los títulos encargados de volver a llevar a la gente a las salas a ritmo de musical. El género recobra esta temporada una imprevista popularidad ya que la adaptación de este musical sólo es el primero de los títulos que nos llegaran los próximos meses como es el caso de "Annette" de Leos Carax, "Querido Evan Hansen" de Stephen Chbosky, “Tick... tick... Boom!” de Lin-Manuel Miranda o "West Side Story" de Steven Spielberg. Hay ganas de volver a la vida, evadirse y disfrutar de la experiencia social y un musical con ritmos latinos como “En un barrio de Nueva York” tiene todos los ingredientes para hacernos salir del atolladero del último año.

“En un barrio de Nueva York” fue el primer musical de Lin-Manuel Miranda antes de que triunfara de manera global con "Hamilton", auténtico fenómeno del Broadway reciente que ganó 11 premios Tony en la edición de 2016 convirtiendo a Miranda en uno de los nombres más poderosos y populares de la Historia revitalizando el apolillado teatro musical y acercándolo a las nuevas generaciones, más preocupadas por la diversidad y con temas y ritmos que les permitieran identificarse con las historias y personajes. Desde ese momento este neoyorquino de origen puertorriqueño se ha convertido en una de las figuras más deseadas por Estudios y distintos nombres de la industria contando con él para cine, teatro y televisión.

“En un barrio de Nueva York”, con letra y música de Lin-Manuel Miranda, se estrenó en Broadway en 2008 tras algunos montajes previos alternativos, con enorme éxito ganando 4 Tonys (musical, música, coreografía y orquestación), de 13 nominaciones, y obteniendo también el Grammy, contando la historia de Usnavi, joven propietario de una bodega en el barrio de Manhattan de Washington Heights y que desea volver a la República Dominicana para encontrarse con sus raíces. Una historia que se mueve en un fresco de vecinos, comerciantes y amigos a lo largo de tres días de mucho calor (sin aire acondicionado debido a un apagón) y búsqueda de sueños, el peso del legado de la familia, la dificultad para labrarse un futuro ante el estigma y los problemas económicos, la plasmación de amores reveladores y, por encima de todo, la solidaridad vecinal y el espíritu de unión.

Miranda escribió el primer borrador en 1999, su segundo año de universidad. Después de que el show fue aceptado por la compañía de teatro estudiantil The Second Stage, perteneciente a la Wesleyan University, Miranda agregó raps de estilo libre y números de salsa siendo representado en escena del 20 al 22 de abril de 1999. Después de ver la obra, dos estudiantes de último año de Wesleyan, John Buffalo Mailer y Thomas Kail, se acercaron a Miranda y preguntaron si la obra podría ser expandida para estar en Broadway. En 2002 se pusieron manos a la obra escribiéndose cinco borradores diferentes de la obra.

El germen ya estaba en marcha y el trabajo de todos esos años, pulido por el perfeccionismo de Miranda, hizo que llegara el éxito en esta obra muy personal ya que Usnavi (el cual interpretó el propio Miranda en el montaje original) no deja de ser un alter-ego al haber nacido y crecido en ese barrio de Washington Heights de Nueva York tan reconocible en el que se crío el propio Miranda y en el que la multiculturalidad era uno de sus alicientes. Usnavi tiene el anhelo de regresar al lugar del que partieron sus padres y vive en su día a día con sus familiares y amigos del amigo mientras regenta su negocio y está enamorado de la atractiva Vanessa, la cual trabaja en el salón de peluquería Daniela’s.

“En un barrio en Nueva York” supone una reivindicación del inmigrante y de la lucha por los sueños de uno, un mensaje muy pertinente en unos tiempos de odio y confrontación. Un hecho que Miranda siempre ha tenido muy presente en su obra no dudando, incluso, a racializar a algunos de los grandes tótems de la política fundacional de Estados Unidos en “Hamilton”, lo cual también arrastró su crítica para algunos puristas.

Algo que no dejaba de ser todo un ejercicio de intenciones mostrando que todos partimos de un mismo origen. Ambas obras juegan con nuevas melodías, desmontan la estructura clásica del musical e introducen elementos como la salsa, el rap y el hip-hop para conectar con el espíritu más dinamizador del público, ese que nos lleva en volandas disfrutando del poder de la música, la palabra y el baile.

Ha sido el predicamento de Lin-Manuel Miranda, como uno de los símbolos de la cultura pop USA en la actualidad, el que ha posibilitado que “En un barrio de Nueva York” encontrara vida cinematográfica más de una década después de su estreno en Broadway. El camino no ha sido fácil superando siempre el recelo inicial sobre un género que en la actualidad vive una relación intermitente con el público alternando éxitos, revelaciones y sonoros fiascos.

El proyecto estuvo en manos inicialmente de Universal Pictures con Kenny Ortega como director tras el boom de “High School Musical” (2006). Se anunció en 2008 con el fin de estrenar tres años después pero finalmente el proyecto fue cancelado siendo rescatado en 2016, ante el empeño de Miranda, por The Weinstein Company que redujo el presupuesto y que intentaba resarcirse del fiasco de “Nine” (2009) aprovechándose del camino marcado por Universal Pictures con el éxito de “Los miserables” (2012) sin saber muy bien hasta qué punto contar con Miranda al ya ser demasiado mayor para su papel de veinteañero.

En mayo de 2018 Warner Bros. se hizo con los derechos de la adaptación al cine del musical tras la caída en desgracia de The Weinstein Company con Miranda permaneciendo en la producción y contando con Jon M. Chu ("Crazy rich asians") en la dirección. No hubo problemas ni excesivas dudas para delegar el papel a Anthony Ramos, amigo y colaborador de Miranda que interpretó a los personajes de John Laurens y Philip Hamilton en el exitoso musical "Hamilton". El carisma generado por Ramos durante la campaña promocional y los primeros pases de la película hicieron concluir que la decisión de confiar en él no pudo ser más acertada opositando en la actualidad a futura gran estrella.

Lin-Manuel Miranda, además de productor, se ha reservado el papel del piragüero, un comerciante de helados que tiene uno de los números más desenfadados de la obra, en su rivalidad desde su puesto ambulante con otro vendedor, aunque es una pena que se pierda la fuerza de la voz de Eliseo Román, el cual lo interpretó en el montaje original.

El único miembro del reparto que mantiene su papel en el cine es Olga Merediz, la cual fue nominada al Tony por su papel de Abuela Claudia, alma de la obra con paciencia y fe, amantísima cuidadora de los chicos del barrio que junto con su madre se mudó de Cuba a Nueva York en 1943, cuando aún era una niña. Trabajó como sirvienta durante varios años, pero nunca ganó dinero suficiente para costear un viaje para ella y su madre de regreso a Cuba.

Un personaje que es la historia de tantos inmigrantes de nueva generación que llegaron a Estados Unidos en busca de una oportunidad pero que no han podido dejar de sentir en su corazón la tristeza del desarraigo. Es por ello que "En un barrio de Nueva York" es todo un homenaje a la identidad, a los orígenes y a enarbolar la bandera que genera el sentimiento de comunidad y de unión de una serie de personas que comparten vivencias, recuerdos y motivaciones.

Un año más tarde lo previsto, por mandato pandémico, desde esta semana podremos disfrutar en salas de “En un barrio de Nueva York”, uno de los títulos marcados en rojo del calendario cinéfilo para este año y que llega en un momento en el que las salas están ávidas de películas de este tipo para impulsar la recuperación económica de las mismas. Todo ello mientras también ayuda a los espectadores (durante sus dos horas y media) a levantar el ánimo y confirmar la celebración de la vuelta progresiva a nuestras vidas en lo que es un disfrute reparador y necesario que supone toda una experiencia para ver en la butaca de cine.

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Nacho Gonzalo

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