"Yo soy el amor"
La web oficial parece un blog. Trailer, argumento, la opinión de la crítica, descargas y también ventana en Facebook para registrarse en el grupo dedicado a la película. No tiene mucho más pero sabe sacar partido a lo que más se pide cuando uno entra en la web de una película. Suficientemente atrayente y enigmática para terminar viéndola.
El argumento: La casa de los Recchi es un edificio coherente con la alta burguesía industrial que la habita entre espejos, flores, dinero y frialdad. Es Navidad y Emma y Tancredi, sus hijos: Edoardo, Gianluca y Elisabetta, los parientes, amigos, abuelos, celebran, entre las referencias a las generaciones anteriores y a las futuras, entre las estancias y los corredores, los jardines nevados, las grandes cocinas de Villa Recchi, el traspaso de funciones en el liderazgo de la empresa y la búsqueda de la consolidación de los papeles dentro del esquema de la clase a la que pertenecen.
Tanto Emma (la dueña de la casa, de origen ruso y que con los años se ha mimetizado con la familia de su marido) como Antonio (amigo de su hijo Edoardo, un joven cocinero poco amigo del compromiso y que concentra sus emociones en los platos que no le acepta su padre para el restaurante de la familia) son dos criaturas inorgánicas para los universos en los que gravitan. La pasión que los lleva a colisionar destroza todos los vínculos y los pone en contacto directo con la naturaleza, de la que Antonio extrae la vida para sus creaciones, y de la cual Emma se había alejado para construir su identidad. El precio que tendrá que pagar es muy alto, y sólo habrá una posibilidad de redención: el amor.
Conviene ver: “Yo soy el amor” se concibe como una tragedia griega, casi operística (de ahí el título de la película en referencia a una ópera de Giordano), y que tiene como protagonista a la familia italiana y los resquicios de sus, aparentemente, inquebrantables cimientos. Una gran mansión y una ambientación digna del cine de Visconti lo que hace que la atmósfera sea más atrayente. Es una película de pocos diálogos pero vistosa en la que se sugiere mucho más de lo que se enseña. Por eso las miradas juegan un papel importante en las relaciones de los personajes. De ahí destacan la madre, concebida como un trofeo exótico que se desmorona cuando por sus venas corre la pasión por primera vez en su previsible vida, y el cocinero de la mansión. Son los dos personajes externos a esa malgama de hipocresía y pomposidad. Una película elegante y de ritmo pausado dedicada a los que se deleitan con los pequeños detalles. Esta frase tan gastronómica es apropiada porque la comida también es un valor añadido en la trama. Todo está bien encajado y pasa a ser algo más que un folletín gracias a la interpretación de Tilda Swinton, actriz de presencia ambigua pero que se adapta como un guante a todo tipo de papeles.
Conviene saber: El director de la película, Luca Guadagnino, ya se sintió atraído por la actriz cuando en 2002 rodó un documental-entrevista sobre ella llamado “The love factory”.
La crítica le da un SIETE