"Una niña"
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El argumento: Cuando crezca, será una niña. Esto es algo con lo que Sasha lleva soñando desde su niñez. Además de varias entrevistas con los padres, quienes hablan claramente de Sasha como su niña, la película muestra también la lucha incansable de la familia contra un entorno hostil. Vemos a Sasha jugando, yendo a clases de ballet y durante una visita a un terapeuta especializado en identidades de género. En la escuela, a Sasha no se le permite vestir “como una niña”, debe usar ropa “de niños”. En varias ocasiones Sasha no entiende por qué los adultos lo hacen todo tan complicado, y no la dejan simplemente ser quien es y vestir lo que le apetezca.
Conviene ver: “Una niña” tiene esa sensibilidad del cine francés para tratar temas profundos y a debate en las esferas sociales, conectando con la necesidad de tolerancia y con el importante papel de la educación. Es lo que vemos en este trabajo centrado en Sasha, una niña trans que siente desde la infancia que vive en un cuerpo equivocado y que, aunque desde su perspectiva todo sea más sencillo y orgánico, se choca con la incomprensión de los demás y lo marcado en una sociedad que, en unas cosas más pretendidamente que otras, distingue lo que es “de niños” y lo que es “de niñas”. Una lucha diaria para la que contará con el espíritu sacrificado de sus padres, desgarrador el momento en el que la madre se echa la culpa de haber deseado una niña cuando estaba embarazada, frente a los clichés de identidad adentrándose en una realidad compleja y descorazonadora para un entorno que todavía dificulta llevar a cabo una convivencia e integración fácil en este aspecto. Desarma la inocencia, ternura y claridad de ideas de la protagonista frente a un mundo de los adultos que, aunque ella todavía no lo sepa, todavía se irá oscureciendo más conforme pase el tiempo. Un viaje que también tendrán que llevar a cabo unos padres que se chocan con la rigidez de las normas sociales y que sólo quieren que su hija pueda vivir en un mundo en el que no sea rechazada, discriminada o juzgada por ser quien siente que es. Un trabajo luminoso e inspirador de Sébastien Lifshitz que acompaña con su cámara y capta la sencillez de los momentos de angustia, tristeza, impotencia y vitalismo y muestra más que aleccionar o buscar el drama forzado aunque lo que sí que refleja es el empeño de los padres y la incomprensión de un tema que la sociedad tiende a obviar o a esconder, especialmente en el caso de la infancia, siendo significativo el papel de un centro educativo que prefiere hacer caso omiso y no poner de su parte o dar cobertura a los padres de Sasha, enterrando el tema como si nada sucediera más preocupado por hacer lo establecido que por interesarse por las inquietudes de sus alumnos. Una muestra de que muchas veces los niños demuestran una mayor empatía y comprensión que los adultos a la hora de tratar al diferente. Pertinente y emocionante trabajo que intenta desapolillar un entorno de prejuicios, miedos y rechazo construidos por el encorsetamiento de género a base de honestidad y valentía cotidiana entroncando con lo que narraban cintas como “Tomboy” (2011) y “Girl” (2018) y que logra con una propuesta intimista tocar la fibra sensible por ese sufrimiento soterrado que sobrevuela la cinta ante el hecho de no sentirse comprendido.
Conviene saber: Ganadora del mejor sonido y nominada a mejor documental en los premios del cine europeo 2020.
La crítica le da un SEIS