"El silencio de los corderos", excelencia malsana y psicología caníbal

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Querido Teo:

Hay películas que independientemente del éxito de crítica o de público que ostenten logran trascender todo ello y pasar al imaginario colectivo convirtiéndose en cultura popular, guiño recurrente o referencia icónica. Es lo que le sucede a “El silencio de los corderos” que no sólo ayudó a fundamentar en el cine todo lo que rodea al universo del Dr. Hannibal Lecter sino que, además, puso de moda el thriller noventero con ecos de terror que tan en boga se pondría en esa década. La cinta de Jonathan Demme es una de las tres películas (junto a “Sucedió una noche” y “Alguien voló sobre el nido del cuco”) que ha ganado los 5 Oscar principales (película, dirección, actor, actriz y guión). Ahora cumple 30 años.

Nada parecía prever el éxito de “El silencio de los corderos” a pesar de sus buenos mimbres. No ayudaba el género y tono de la historia, siempre más propio de las profundidades de la televisión por cable, pero todos los que participaron en ella se encontraban en estado de gracia.

Jonathan Demme nunca ha estado mejor detrás de las cámaras, generando atmósfera y tensión con un subyugante clasicismo que no sólo se apoyaba en la sombra de Lecter, siempre presente, sino en la psicología de Clarice Starling, la brillante licenciada que bracea en un mundo de hombres, el del FBI, y que intenta encontrar en la sapiencia y personalidad del Dr. Lecter, antiguo psicoanalista y asesino encerrado en una cárcel de alta seguridad, las claves para atrapar a Buffalo Bill, asesino de adolescentes que ha puesto en jaque a los investigadores.

En los primeros segundos de "El silencio de los corderos", Clarice practica "jogging" por el parque de Quantico, en Virginia, donde está el Departamento de Investigaciones Criminales del FBI. Es donde nació el programa VICAP, que produjo el famoso perfil del "serial killer", un revuelto de psicología e informática.

El FBI interrogó a muchos criminales encerrados en cárceles usamericanas, y comenzaron a buscar patrones en el área de la conducta. Se fueron comprobando coincidencias que orientaban a los investigadores. Por ejemplo, si el rostro de la víctima es irreconocible, por golpes o mutilación, indica en la mayoría de los casos, que el asesino y su víctima se conocían. Cuando se encuentran en el lugar de un crimen sangriento indicios como una bañera recién limpiada, indica que probablemente el asesino salió hace menos de seis meses de un psiquiátrico.

El perfil psicológico intenta categorizar el tipo de psicopatía del criminal. La palabra psicópata se usa con significados variados, incluido el humorístico. Muchas veces decimos de alguien que es un psicópata porque no se puede confiar en su conducta y se aprovecha de los demás. Ese aprovecharse es la clave central que corresponde a un tipo de psicópata, que según la clasificación responde al término de "parásito". El otro psicópata, el "depredador" es el más peligroso. El que interesa al cine.

En los comienzos de su categorización, se comprendió que eran personas que no "sienten" lo que hacen. Los estudios psicológicos de Quantico pronto encontraron una nueva palabra para definirlos y los llamaron sociópatas por su incapacidad para convivir en sociedad. El propio Jonathan Demme definió a Hannibal Lecter como un hombre bueno presa de una mente trastornada siendo así como presentó a Hopkins el personaje para convencerlo.

“El silencio de los corderos” adapta la novela homónima de Thomas Harris, escrita en 1988 como secuela de “El dragón rojo”, del mismo autor, pero no supuso la primera incursión en el cine del Dr. Hannibal Lecter y fue otro actor el primero que interpretó al caníbal fetichista y de gustos refinados.

Michael Mann dirigió “Hunter” en 1986 en la que Brian Cox era Lecter y William Petersen daba vida a Will Graham, ex policía que regresa al cuerpo después de encarcelar al caníbal para dar caza a un asesino que actúa en días de luna llena recurriendo de nuevo a la enigmática personalidad y juegos de palabras de un Lecter más embrutecido y terrenal que aquel mitificado por Hopkins y que se mueve entre pistas falsas y juegos de “quid pro quo” para estimular su poder de observación, su vena erudita y su gran bagaje cultural inquietando ante el hecho de no parpadear y demostrar su fino olfato.

Si bien el personaje de Hannibal Lecter es una creación de Harris en el caso de Buffalo Bill, interpretado en la película por Ted Levine, sí que se encuentra inspiración en tres asesinos conocidos; Ted Bundy, el cual aparecía como un lisiado con su brazo cubierto de yeso para mostrarse vulnerable ante sus potenciales víctimas y atraerlas a su camioneta, Gary Heidnik, que tenía a mujeres recluidas en el pozo de su propia casa, y Ed Gein, el cual despellejaba cadáveres de mujeres y forraba con la piel de éstas su casa.

El experto en perfiles John E. Douglas, cuyas investigaciones y legado también inspira la serie “Mindhunter”, está representado por el personaje de Jack Crawford interpretado por Scott Glenn.

Anthony Hopkins y Jodie Foster mantienen en la película una tensión entre la atracción y el desprecio provocada por una conexión intelectual que lleva a Lecter a adentrarse en las vulnerabilidades de una agente todavía inexperta que quiere hacer el bien pero que está marcada por su pasado y sus miedos.

Ambos comparten sólo cuatro escenas pero desde la primera asumieron su rol, especialmente un Hopkins que no dudó en improvisar burlándose del acento sureño de la actriz, cuya reacción se recoge en la cinta desarmando tanto a la investigadora como a un espectador que asiste perplejo ante la imprevisibilidad de uno de esos villanos que se aprovechan de su carisma para construir una aureola de elegante misterio.

El que ambos interactúen ante la cámara, entre planos y contraplanos que se clavan como cuchillos, todavía asfixia más y hace acrecentar la sensación perturbadora en cada uno de los encuentros, entre ellos el primero en el que fue el propio actor el que decidió que tenía que estar de pie, en mitad de la celda, y con los ojos abiertos esperando a Clarice, justo lo que podía sorprender e impactar más al espectador.

También fue aceptada la sugerencia del actor de vestir de blanco impoluto para provocar más inquietud, como si fuera la bata de un dentista, y el hecho de no parpadear fue prestado de un conocido suyo y también inspiración por parte de los reptiles que sólo generan ese movimiento cuando quieren. Hopkins también veía mucho de su personaje en Hal 9000, el ordenador de "2001: Una odisea del espacio", por lo que su voz tiene mucho de metalizado para asemejarse a una máquina compleja e inteligente que parece tener siempre el control de la situación.

Anthony Hopkins pasó a convertirse en el actor más solicitado de la década de los 90 después de dar vida al Dr. Hannibal Lecter siendo con 24 minutos y 52 segundos, un 21% del metraje, la segunda interpretación más breve en ganar el Oscar al mejor actor protagonista después de la de David Niven por "Mesas separadas" con 23 minutos y 39 segundos (23% del metraje).

Uno de esos trabajos que asientan prestigio para siempre alcanzando una popularidad tardía ya que hasta el momento el actor británico había tenido como trabajos más destacados en cine “El león en invierno” (1968) y “El hombre elefante” (1980) así como las versiones televisivas de “Guerra y paz” (1972) o “El búnker” (1981), ganando respectivamente el Bafta y el Emmy. Tras el Oscar conseguido en 1992 volvería a ser candidato en esa década como protagonista por “Lo que queda del día” en 1994 y “Nixon” en 1996 y como actor de reparto por “Amistad” en 1998.

A pesar de que nadie pueda disociar la imagen de Hopkins de la de Lecter en verdad no fue la primera opción, ya que Gene Hackman estuvo muy cerca de interpretarlo haciéndose inicialmente con los derechos de la novela y abandonando después por "motu proprio" debido a encadenar una serie de trabajos, como “Arde Mississippi” (1988), que ya habían mostrado en él demasiado oscuridad.

Sean Connery, Derek Jacobi y Daniel Day-Lewis también fueron tanteados pero Hopkins dio alma y dimensión a un personaje que, a pesar de no gozar de gran tiempo en pantalla, logra estar definido en carácter y gustos, dejando clara su preferencia por los sesos, el chianti, la región de Florencia o la música de Bach. Su característico sonido de sorber vísceras fue también una improvisación del actor que creó para ello una voz que, según él, se inspiraba en Truman Capote y Katharine Hepburn y que junto a su mirada gélida lograba eso tan difícil de provocar un escalofrío sin que, por otro lado, fuera posible apartar la mirada de él. Un felino al acecho que nunca sabes cuándo se abalanzará sobre su víctima, más cuando con sus poderosos primeros planos mirando directamente a cámara asienta su posición de poder.

Jodie Foster tampoco fue la primera opción ya que el director tenía en mente a Michelle Pfeiffer que también renunciaría ante la oscuridad del proyecto. Foster ganaría su segundo Oscar, ya se había hecho con el premio a la mejor actriz por “Acusados” tres años antes, siendo su gran logro ser los ojos del espectador y, además, no caer noqueada ante el recital de un Anthony Hopkins que podía aprovechar al máximo todo el lucimiento del papel.

Su Clarice es cerebral y sobria, pero también frágil y sensible debajo de la coraza que le da el cargo, como demuestra cuando le realiza una confesión personal a Lecter o cuando está muerta de miedo en el momento en el que va a atrapar al asesino en serie que persigue. Jodie Foster volvió a ser candidata al Oscar por “Nell” y lamentablemente su carrera posterior no ha estado a la altura de un talento innegable.

Orion Pictures estaba centrada en la campaña al Oscar por “Bailando con lobos” con un mediático Kevin Costner lo que provocó que pusieran todos sus esfuerzos en ella y relegaran a “El silencio de los corderos”, una cinta de la que no se esperaba mucho debido a su truculencia más que para satisfacer a los fans de lo gore y tétrico. "El silencio de los corderos" se estrenó en el mes de Febrero de 1991, quedando fuera de la temporada de ese año.

La cinta aguantó en el candelero todo ese tiempo y, aunque cuando triunfó en los Oscar ya estaba editada en VHS, los premios reportaron grandes beneficios a la productora. Eso no impidió que una nefasta gestión derivara en infinidad de deudas y llevara a Orion primero a la quiebra y después, a lo largo de la década de los 90, a su posterior venta a Metro-Goldwyn-Mayer siendo la película de Demme el último éxito del sello.

"El silencio de los corderos" es una película llena de detalles que son apreciados por el espectador en cada visionado y que pasan también por un cartel promocional que muchos confunden con una calavera pero que en realidad, sobre la polilla del mismo, se muestra la fotografía surrealista de Salvador Dalí titulada In voluptas mors y que data de 1951. Una serie de mujeres unidas que pretende ser una reflexión sobre el placer y la muerte y que parece ser un simbolismo de la enfermiza relación que se genera entre Lecter y Starling en la que no se sabe si entre ellos hay una atracción física, psicológica o simplemente que, separado de ella por los barrotes, el caníbal está deseoso de hacerla pedazos y no en un sentido metafórico.

En una encuesta del American Film Institute (AFI) Hannibal Lecter está considerado el mejor villano de la Historia del cine y la película es descrita como un logro «cultural, histórico y estético» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos siendo seleccionada para ser preservada en el National Film Registry en 2011. A todo ello también contribuyó la banda sonora de Howard Shore que ayudó a crear la sensación malsana de peligro constante. Un ejercicio de suspense magistral que sobresale en escenas como la del primer encuentro de los protagonistas, la fuga de Lecter o el desenlace laberíntico para capturar al asesino.

19 millones de presupuesto que se tradujeron en 272 millones de recaudación hablan de la película como todo un fenómeno popular triunfando no sólo en los Oscar, hasta entonces “El exorcista” era la única cinta de terror nominada a la estatuilla, sino que, lo más importante, pasó a formar parte del imaginario colectivo con diálogos inmortales, dos secuelas, una precuela, una serie de televisión e inagotables parodias. 30 años después todavía nos preguntamos si habrán dejado de chillar los corderos.

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Nacho Gonzalo

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Omar!!
Omar!!
3 años atrás

Observación: Jodie Foster ganó el Óscar por Accused también como Actriz Principal, no como Actriz de Reparto.

Manuel Antonio
Manuel Antonio
3 años atrás

¿Y cuál es el ganador del Oscar con menor tiempo en pantalla?

Juan Fornaris
Juan Fornaris
3 años atrás

El Top 10 de los ganadores del Oscar en la categoría de mejor actor principal con menor tiempo en pantalla son:

1. David Niven (“Separate Tables”) 23 minutos, 39 segundos
2. Anthony Hopkins (“The Silence of the Lambs”) 24 minutos, 52 segundos
3. Lee Marvin (“Cat Ballou”) 31 minutos, 6 segundos
4. Geoffrey Rush (“Shine”) 31 minutos, 27 segundos
5. Peter Finch (“Network”) 33 minutos, 20 segundos
6. William Holden (“Stalag 17”) 37 minutos, 38 segundos
7. Maximilian Schell (“Judgment at Nuremberg”) 39 minutos, 20 segundos
8. Marlon Brando (“The Godfather”) 40 minutos, 10 segundos
9. Michael Douglas (“Wall Street”) 40 minutos, 25 segundos
10. Gary Cooper (“High Noon”) 40 minutos, 57 segundos

Juan Fornaris
Juan Fornaris
3 años atrás

En términos porcentuales, el papel de Anthony Hopkins en "The Silent of the Lambs" representaba el 21% del total del film, el más reducido dentro del Top 10 que relacioné.

Tom Doniphon
Tom Doniphon
3 años atrás

Sin lugar a dudas una joya del séptimo arte. Hopkins genial, la calidad vence a la cantidad ... que 23 minutos y 52 segundos más memorables

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