"La Sra. Lowry e hijo"

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El argumento: L.S. Lowry fue una de las figuras artísticas más importantes del Reino Unido de mediados del siglo 20. Lowry era un pintor famoso por su visión única del noroeste industrial de Inglaterra. La película nos muestra la complicada relación que mantiene con su madre, una mujer empeñada en criticar cualquiera de los gustos de su hijo.

Conviene ver: “La Sra. Lowry e hijo” es una película academicista y superficial que se adentra en la relación de dependencia del pintor L.S. Lowry con su ermitaña y excéntrica madre que pasa sus días postrada en la cama pero manejando como quiere a su hijo regodeándose en sus delirios de grandeza echándole en cara que tanto él como su padre le hayan dejado en un barrio obrero de Inglaterra cuando ella en su juventud estaba acostumbrada a otro nivel. En la película se cuenta las divergencias entre una madre castradora, absorbente y elitista y un pintor ya entrado en años que no ha podido vivir independiente del yugo materno y que sólo se refugia en la soledad de su ático con sus cuadros y en una pasión por la pintura en la que nunca ha sido respaldado o comprendido para confiar en su talento. Un artista solitario, introvertido y preocupado por retratar de manera minimalista, melancólica y precisa la clase obrera e industrial de primeros del siglo XX y por dar la relevancia necesaria a la voz de los oprimidos a través de su arte fascinado más por la salida de los obreros de la fábrica o por las chimeneas de la zona más allá que pinta lo obvio y preciosista. Todo mientras gana algo de dinero como cobrador de alquileres por las calles de Manchester. Es por ello que la cinta no es más que un entretenimiento doméstico y costumbrista con escenas y choques entre la monotonía de madre e hijo en su modesto apartamento, lo cual le da una atmósfera teatral a una historia más trivial que de enjundia siendo la adaptación de la propia pieza del guionista Martyn Hesford. Tiene poco interés en atrapar al espectador confiando en que los actores de la cinta salvarán el entuerto pero la puesta en escena simple y ese tono plúmbeo y mortecino no ayuda. Por supuesto el reclamo es ver a Timothy Spall, alejado de la energía de "Mr. Turner" (2014), y Vanessa Redgrave, encamada durante toda la cinta no mostrando ninguna querencia por su hijo más que el interés de alguien que le cuide, pero ambos están algo sobreactuados y muy por debajo de su nivel habitual entre diálogos punzantes y monólogos sobre la vida y el arte en el que lo que sobresale es una relación de "ni contigo ni sin ti" en el que los dos se sienten coartados por prejuicios e incomprensión, una por no haberse relacionado con la gente que cree que le corresponde y el otro por ver como cada intento de presentar alguno de sus cuadros es rechazado con desdén por una madre que sólo le valora cuando es a través de los ojos y la buena valoración que hace de los cuadros alguien pudiente. Una pieza de cámara menor en la que al final descubriremos como este pintor encontró el éxito que merecía de manera tardía, ya sin la presencia de su madre, a pesar de que en la cinta sólo vemos a un hombre alicaído y gris que ya parece derrotado por la vida por haber dedicado toda su obra y su vida a una madre crítica y cruel pero que, al menos, él siempre supo que era lo que le hacía feliz y, a su manera, peleó por ello a través de su perseverancia.

Conviene saber: El director teatral Adrian Noble se pone detrás de las cámaras después de haberse encargado de dos versiones para la pantalla de “Un sueño en una noche de verano” (1996) y “La importancia de llamarse Ernesto” (2015).

La crítica le da un CINCO