"El segundo jinete"
"El tercer hombre" nos llevó vía novela y cine a la Viena que siguió a la II Guerra Mundial. Desde entonces no teníamos una historia novelada, premiada y traducida a muchos idiomas, bien documentada, que nos devolviera a la ciudad, aunque en este caso retrocedemos algo más, a los años que siguieron a la guerra de 1914, la primera considerada mundial por nuestro eurocentrismo histórico.
Título: "El segundo jinete"
Autor: Alex Beer
Editorial: Maeva
Muchos de los que hayáis pasado por Viena es probable que hayáis tomado un café en el Central, el superviviente más antiguo, o en el Café Hawelka; pero tal vez también os hayáis podido permitir comer en Gasthof Zum Renner; si sois amantes de la arquitectura, podéis tener alguna foto ante el palacio Coburg o ante la «casa sin cejas» de Adolf Loos que tanto repugnaba al emperador Francisco José, o ante ....
"— Dos mil quinientas habitaciones, y no era más que una simple residencia de verano para el emperador —dijo Emmerich al llegar delante del palacio de Schönbrunn—. Si esto no es decadente, me pregunto qué lo será.
El suntuoso edificio barroco, que incluso había dado nombre a un color por el tono de su fachada, el amarillo de Schönbrunn, se destacaba tan orgullosamente sobre el cielo como si la monarquía se encontrara aún en todo su esplendor.
— Pero esto ya forma parte del pasado. —Winter no quería contagiarse del pesimismo de Emmerich—. A los protectores de la infancia les han dado una sección entera para que puedan alojar a los huérfanos.
— Vamos, hombre. Les han dado ochenta y cuatro habitaciones. ¡Ochenta y cuatro de mil quinientas! El resto se lo han quedado los políticos de alto nivel, las entidades cercanas al gobierno y la milicia popular. Es cierto que ahora ya no se llama monarquía, sino república, pero me temo que para el pueblo llano esto no supone una gran diferencia".
La novelista Alex Beer nos hace recorrer estos y otros muchos lugares, algunos ya desaparecidos y otros reconvertidos, siguiendo a un inspector del policía dispuesto a desvelar el asesinato disfrazado de suicidio de un indigente.
La trama es impecable, pero sobre todo es valorable el esfuerzo por reflejar la vida cotidiana en un momento en que muchas burguesas se prostituían por comida, otras personas intentaban mitigar la penuria cultivando huertos familiares, y el hambre llegó al extremo de comerse a los animales del zoo. La novela nos hace compartir estas y otras situaciones, aunque no le falta esperanza.
Al inspector Emmerich se le va a complicar mucho la vida mientras va encontrando hilos que conducen a una conclusión terrible y mientras trata de ocultar la secuela que le ha dejado la guerra, la metralla que tiene en una pierna, porque quiere ingresar en el Departamento de Homicidios, y sabe que si se enteran de ese problema donde acabará será en un archivo. Por suerte, los laboratorios alemanes triunfan con un nuevo medicamento que es su único alivio, aunque no es fácil de conseguir: heroína
En esta Viena de postguerra sobrevuela el tema de las atrocidades cometidas durante la Primera Guerra Mundial. Las potencias vencedoras exigieron su esclarecimiento, y en 1919 se creó la Comisión para la Investigación del Incumplimiento del Deber Militar. La Comisión no nació con buena estrella. Nadie tenía el menor interés en aclarar los hechos. Las fuerzas conservadoras de la nueva República no querían que se ensuciara la reputación del Ejército Imperial, mientras que los socialdemócratas estaban empeñados en dejar atrás el pasado de los Halsburgo y mirar hacia el futuro. Los expedientes desaparecían, no se encontraba a los testigos y la información no llegaba. El balance de la comisión fue de 484 denuncias, ocho procesos judiciales y dos únicas condenas. En 1923 la comisión tuvo que reconocer su fracaso.
Una novela histórica apreciable y muy leída en Austria desde su publicación hace tres años.
Carlos López-Tapia