"Eva al desnudo", egos, rivalidades y arribismos

"Eva al desnudo", egos, rivalidades y arribismos

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Querido Teo:

Se cumplen 70 años de “Eva al desnudo”, una de esas cintas emblema del cine clásico que demostró el oficio de Joseph L. Mankiewicz, su querencia por el poder de la escena y su buen manejo con los actores en una cinta sobre egos y los altibajos de la siempre caprichosa industria del espectáculo. Ganadora de 6 Oscar, incluyendo película y director, sigue manteniendo el record junto a “Titanic” y “La la land” como la película más nominada de todos los tiempos con 14 candidaturas.

Margo Channing es una famosa estrella de teatro que ha cumplido los 40 años. Al finalizar una de sus actuaciones, mantienetiene una pequeña reunión con sus amigos de toda la vida, Karen Lloyd, el marido de ésta y también un gran dramaturgo, Lloyd Richards y la pareja de Margo, Bill Samson.

Antes de entrar a saludar a Margo, Karen, invita a Eva Harrington para que pueda conocer a la que ha sido siempre la estrella más admirada por ella, hasta tal punto que no se ha perdido ninguna de sus actuaciones, cosa que deja impresionada a Karen, por lo que decide que vale la pena que Margo conozca a esta gran aficionada y la invita a pasar a su camerino.

La película está basada en la experiencia vivida por la actriz Elisabeth Bergner cuando interpretaba la obra "Las dos señoras Carroll" entre los años 1943 y 1944, y que contó a Mary Orr, la autora de la novela en la que se basa la película En esa época, Bergner conoció a una joven admiradora a la que dio empleo como asistenta y que, más tarde, intentó destruir su carrera. Orr cambió ligeramente la historia, permitiendo que al final la admiradora le robara el papel protagonista a la actriz. En realidad una cinta que se concibe como un homenaje al teatro pero también a los claroscuros de sus entretelas en las que conviven esfuerzo, pasión, egos y envidias.

Muchas mujeres aceptan que su género tiene una habilidad especial para el maquiavelismo. Es una “cualidad” con aroma a misoginia pero asentada por el cine clásico. Mankiewicz es uno de los impulsores de esta idea  en  "Eva al desnudo",  pero el germen de la cinta no es otro que el relato de Mary Orr, publicado en Cosmopolitan, “La sabiduría de Eva". Mankiewicz escribió el guión y, aunque fue sometido a toda suerte de censuras ridículas, éstas no consiguieron acabar con su fuerza e ingenio a pesar de tener sobre su cabeza la sombra del productor de la Fox, Darryl F. Zanuck, que no dudó en que el proyecto tenía que hacerse nada más le fue enviado por Mankiewicz el guión.

Es un ejemplo de lo que Mankiewicz sabía hacer con los diálogos, dando valor siempre a la palabra frente a la imagen, y contiene algunos de los párrafos más cortantes e inteligentes de la Historia del cine y del melodrama clásico. La Davis, la temperamental Margo Channing, nos clava una tremenda y directa definición de la mujer según Hollywood: “Hay una carrera que todas las mujeres tenemos en común, nos guste o no: ser mujer. Tarde o temprano tenemos que trabajar en ella”.

Esa Eva Harrington está en la película interpretada por Anne Baxter en su papel más paradigmático a pesar de que ya venía de ganar el Oscar a la mejor actriz de reparto por “El filo de la navaja” en 1947. Un golpe del destino ya que el Oscar no se tradujo en un inmediato aumento de oportunidades, y tuvieron que pasar algunos años hasta que Baxter se hiciera con el papel de Eva Harrington. La primera elección para interpretar a la protagonista había sido Jeanne Crain, pero perdió el papel al quedarse embarazada.

La elección de la otra protagonista para el papel de Margo Channing también fue complicada. En principio la elegida había sido Claudette Colbert, pero tuvo que renunciar al papel pocos días antes del rodaje, con el contrato ya firmado, tras dañarse la espalda mientras filmaba otra película. También se pensó en Ingrid Bergman, pero esta terminó por rechazar el papel porque no le apetecía abandonar su adorada Roma, donde residía. El Estudio no podía permitirse esperar más tiempo y, a pesar de que Zanuck y Davis habían mantenido sus desavenencias, ahora nadie se imagina una Margo Channing distinta a Bette Davis que comenzaba a explotar esa madurez primero y decrepitud después que todavía harían más cimentar su carrera como actriz a pesar de que los Oscar le llegaran al principio de su carrera por “Peligrosa” en 1936 y “Jezabel” en 1939. En ese momento la actriz estaba en paro y sabía que este papel iba a suponer su trampolín de resurgimiento.

El resto del reparto está a la altura y a favor de obra en una cinta en la que todo encaja destacando a George Sanders, el atiplado crítico que ayuda a Eva en su misión, y que consiguió el Oscar al mejor actor de reparto, además de las también nominadas Celeste Holm y Thelma Ritter. Además hay que destacar al amante de Margo, director de la obra, al que daba vida Gary Merrill y cuya química traspasaba la pantalla convirtiéndose en el cuarto y último marido de la propia Bette Davis poco después de que ésta se divorciara de su anterior marido.

Y sin olvidar una de las primeras apariciones de Marilyn Monroe demostrando ya que su carisma, belleza e ingenuidad iban a ser sus mayores bazas para sustentar una carrera que estaba a punto de convertirla en estrella aunque, por supuesto, ya comenzaban a asomar sus inseguridades e impuntualidades en el rodaje para desesperación del equipo.

Tras un rodaje rápido y un montaje aún más frenético, la película se estrenó con una buena recepción del público y críticas muy favorables, que se verían refrendadas después con multitud de premios: Globos de Oro, Bafta, Cannes y un record en cuanto al número de nominaciones a los Oscars (14), entre ellos, nominaciones para Anne Baxter y Bette Davis como mejor actriz principal, otras 3 nominaciones interpretativas, película, dirección y guión. Las actrices se quedaron sin premio, pero Mankiewicz se alzó con el Oscar al mejor director (por segundo año consecutivo) y fue la mejor película. Una cinta que desde ese momento cimentó un estatus que no ha perdido recibiendo homenajes y sirviendo de referencias en películas posteriores como “Cautivos del mal”, “La huella”, “Balas sobre Broadway” o la escena del camerino de “Todo sobre mi madre” de Almodóvar.

El caso de “Eva al desnudo” es paradigmático a la hora de que los Estudios prefieran no competir con dos intérpretes de la misma película en la misma categoría, algo que no se ha vuelto a ver en la categoría masculina desde “Amadeus” en 1985 y en la femenina desde “Thelma & Louise” en 1992. Temiendo ya lo que podía pasar con esa estrategia, la propia Anne Baxter le pidió a Bette Davis si podía renunciar a su nominación o solicitar que pudiera ser nominada como secundaria, aprovechando que con el cronómetro en la mano Baxter tiene más tiempo en pantalla. Bette Davis estaba de acuerdo siempre que fuera al revés ya que su estatus le impedía verse cómoda en la categoría de actriz de reparto, algo que enfureció a la Baxter. Finalmente los votos se repartieron y el Oscar fue para Judy Holliday por “Nacida ayer” que también se impuso a Gloria Swanson por “El crepúsculo de los dioses” y Eleanor Parker por “Sin remisión”.

“Eva al desnudo” es una cinta tan ingeniosa como devastadora con unos diálogos que son orfebrería para las lenguas afiliadas y mente ágil de todos sus personajes. Una sátira sobre el arribismo y la falta de compasión jugando con el mito de la gran actriz arrinconada por el paso del tiempo ante la emergencia de las nuevas generaciones, el clásico miedo traducido en inseguridad para aquellos que basan su éxito en la fama, la juventud y la belleza, algo tan efímero como el tiempo. Un duelo en el que la mojigatería e inseguridad inicial de la admiradora pasa a ser una espiral de odio en la que sólo puede quedar una.

“Eva al desnudo” sigue siendo hoy una prodigiosa cinta sobre el teatro, un brillante retrato de la condición humana y una muestra de esas miserias que hay detrás de los focos en un mundo del espectáculo siempre envuelto de ensoñación, misterio, falsa apariencia y la perdurabilidad del arte. Justo lo que hace que un clásico como éste mantenga intacta su grandeza 70 años después.

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Nacho Gonzalo

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