In Memoriam: Sean Connery, el escocés indómito de estrella perenne
Querido Teo:
A los 90 años nos ha dejado una de esas presencias emblemáticas que no son tan habituales en el cine contemporáneo. El concepto de "estrella de cine" está cada vez más en desuso y son pocos los que han trascendido como iconos a lo largo de varias generaciones incluso, como es el caso, a pesar de llevar 17 años retirado. Sean Connery era uno de ellos. Y es que no sólo fue el genuino James Bond a lo largo de siete películas entre 1962 y 1983, el padre profesor de "Indiana Jones y la última cruzada (1989), o el ganador del Oscar por su única nominación gracias al sagaz policía Jim Malone de "Los intocables de Eliot Ness" (1987). También rezumó presencia en “Marnie la ladrona” (1964) de Alfred Hitchcock y demostró su carisma y magnetismo, además de cierto lado pícaro y canalla, en las tan aventureras como históricas “El viento y el león” (1975), "El hombre que pudo reinar" (1975) y “Robin y Marian” (1976), en esta última como el crepuscular y noble arquero al lado de Audrey Hepburn.
Tras el fracaso de “La liga de los hombres extraordinarios” (2003) se retiró del cine, a pesar de dejarse querer en alguna ocasión para volver y poniendo voz en alguna película de animación, dedicando sus últimos años a la buena vida entre sus varias residencias (una de ellas en Marbella) siendo habitual verle pasear, jugar al golf, tocar la campana de Wall Street o asistir a los partidos de tenis de Wimbledon. Un escocés indómito cuyo carácter y personalidad, además de acarrearle problemas con Hacienda, también le permitió cimentar una carrera llena de grandes momentos.
Thomas Sean Connery nació el 25 de Agosto de 1930 en el barrio de clase trabajadora de Fountainbridge, en el oeste de Edimburgo, siendo hijo de un camionero y una limpiadora. Dejó la escuela a los 14 años y ejerció varias profesiones como la de albañil, repartidor de leche, socorrista o pulidor de ataudes hasta que ingresó en la Marina Real a los 16 años. Una úlcera le devolvió a la vida civil dándole por el culturismo quedando tercer en el concurso de Mr. Universo en 1953. Además, estuvo a punto de formar parte del Manchester United de fútbol antes de interesarse por el mundo del espectáculo.
En verdad, su vida da para una película con un sinfín de tormentosas relaciones con mujeres, se casó en dos ocasiones, teniendo a su único hijo en su primer matrimonio, y sus problemas con Hacienda que le llevaron a irse de Málaga a finales de los 90 recalando en Las Bahamas, donde también perdió su casa por una recalificación, habiendo sido éste el lugar en el que su vida se ha apagado. Afín a la causa independentista escocesa no dudó en llevar la falda tradicional masculina del país cuando recibió el título de Sir por parte de la reina Isabel II en el año 2000.
Sean Connery nos deja tres años después de que ya despidiéramos a Roger Moore, el que fue su sucesor como agente 007, papel al que llegó después de su primer trabajo importante junto a Lana Turner en "Otro tiempo, otro lugar" (1958) y tras varios años de extra aprovechándose de su musculado físico. Un personaje, el de James Bond, para el que no encajaba inicialmente en el perfil de un Ian Fleming que quería a alguien más estilizado tipo Cary Grant, que no afectó a su carrera posterior sino que le sirvió de trampolín para conseguir un gran número de papeles teniendo entre los más conocidos, además de los mencionados anteriormente, al alabado personaje de Guillermo de Baskerville en “El nombre de la rosa” (1986).
También otros títulos más que notables como los desempeñados para Sidney Lumet en “La colina” (1965) y “La ofensa” (1973), siendo éste quizás uno de sus mejores trabajos como un policía que se obsesiona en la búsqueda de un asesino de niñas en un thriller impecable heredero del mejor cine negro dejando unas escenas de interrogatorio para el recuerdo.
También fue el minero de “Odio en las entrañas” (1969) de Martin Ritt o el sheriff espacial de “Atmósfera cero” (1981) de Peter Hyams. No tuvo ningún atisbo de vergüenza para lucir un trikini rojo en “Zardoz” (1974) o participar en la descacharrante “Los hombres del tiempo” (1981) bajo el sello de Monty Python. También, de nuevo con Lumet, formó parte del amplio reparto de “Asesinato en el Orient Express” (1974), probó los sinsabores de la diplomacia en “El árabe” (1976) o se introdujo en la ciencia ficción espacial con “Meteoro” (1979).
La carrera de Sean Connery se antoja muy estructurada en el tiempo no llegando al centenar de títulos como actor. La década de los 60 fue la de la galanura y elegancia de Bond, la de los 70 la del espíritu libre y aventurero y la de los 80 la de la consolidación de su prestigio actoral y popular para el gran público con títulos como “La caza del Octubre Rojo” y “La casa Rusia”, que llegarían justo después de su Oscar y su participación en Indiana Jones en el momento más álgido de su trayectoria.
Quedaban unos años 90 en los que consideró aprovecharse de su nombre para jalonar repartos y cobrar el cheque, lo que le llevaría a ser menos selectivo con sus proyectos y que le viéramos en mucho drama melifluo y cine de acción como “Robin Hood: Príncipe de los ladrones” (1991), “Los últimos días del Edén” (1992), “Un buen hombre en África” (1994), “Causa justa” (1995), “El primer caballero” (1995), “Dragonheart (Corazón de dragón)” (1996), “La Roca” (1996), “Los vengadores” (1998), “Jugando con el corazón” (1998), “La trampa” (1999) o “Descubriendo a Forrester” (2000). Unos años en los que interesaba tanto su filmografía como saber si en sus películas llevaba o no peluquín.
Lo que las nuevas generaciones no pudieron ver fue a Sean Connery en el papel de Gandalf en “El señor de los anillos”, asqueado ante un guión en el que afirmó que no había entendido nada y por no querer involucrarse en una saga de larga duración, además de los recelos que despertaba un proyecto que no se sabía en ese momento si llegaría a buen puerto ante lo ambicioso de la propuesta de Peter Jackson. Se estima que le fue ofrecido un 15% de los beneficios de taquilla por su participación.
En todo caso no le hizo falta para dejar este mundo considerado como una de las grandes estrellas del cine de las últimas seis décadas, una de esas que convierten sus claroscuros y defectos en la propia leyenda que les rodea.
En el siguiente reportaje del podcast "El Cine de LoQueYoTeDiga" recordábamos la figura de Sean Connery hace tan sólo unas semanas por el motivo de su 90º cumpleaños.
Nacho Gonzalo
Que día mas trágico entre la tragedia generalizada.
Genial obituario. Enhorabuena.
Solo te has dejado atrás el emblematico español de Los Inmortales... Obvio,! solo puede quedar uno!