Berlín 2020: El retrato de la soledad hecho por Tsai Ming-liang y el homenaje a Helen Mirren marcan el tramo final de esta edición

Querido primo Teo:

La 70ª edición del Festival de Berlín va llegando a sus últimas horas de vida. Los organizadores han sido lo suficientemente inteligentes para aprovechar el tramo final de la sección competitiva para presentar esos títulos que pueden considerarse los más estimulantes entre una cosecha que, salvo algunas honrosas excepciones ya comentadas en anteriores entregas, no ha terminado de entusiasmar de manera unánime. Dos títulos que optan al Oso de Oro han zarandeado a la audiencia por diferentes motivos: la mastodóntica “DAU. Natasha” de Ilya Khrzhanovskiy y Jekaterina Oertel y “Rizi (Days)” que supone el regreso y con honores del taiwanés Tsai Ming-liang al cine de ficción.

“DAU. Natasha” de Ilya Khrzhanovskiy y Jekaterina Oertel llegó a la Berlinale envuelta en el secretismo y con las pretensiones de revolucionarla. Tan solo se sabía de ella que Rusia había prohibido su proyección por su contenido pornográfico y también por difundir propaganda antigubernamental. Este proyecto se inició en el año 2006, se rodó durante cinco años, su montaje terminó en 2017 y el año pasado se proyectó en París, en una instalación en donde se exhibieron doce películas extraídas de las más de 700 horas de material. En competición se ha presentado un film que dura 145 minutos mientras que en la Berlinale Special se ha podido ver una segunda entrega, “DAU. Degeneration”, que consta de seis horas de duración, una película corta según el filipino Lav Diaz. En esta obra mastodóntica del colectivo DAU han participado 400 voluntarios que han tenido que representar esquemas de vida y comportamientos de personas sometidas a regímenes totalitarios. Sin guión, todo ocurre sobre la escena y se ha procedido según le ha dictado su intuición o el propósito, eso es lo que han afirmado uno de sus directores. Su personaje central es Natasha, una camarera que trabaja en la cantina de un centro de investigación en donde se encuentra de todo, absolutamente de todo. Sus responsables han conseguido lo que pretendían que era revolver con este experimento artístico, ha fascinado y repugnado a partes prácticamente iguales. “DAU. Natasha” es una obra radical y excesiva que puede ser entendido como un reality show sobre la opresión soviética a la que lo único que se le ha cuestionado es que pueda sostenerse más allá de las condiciones en las que se ha gestado.

Tras un periplo en el cine documental que ha durado siete años el taiwanés ha regresado a la ficción con “Rizi (Days)”, su último trabajo fue “Stray dogs” que se llevó el Gran Premio del Jurado de Venecia 2013 y en ese momento dijo que con la que era su décima película lo dejaba. En “Rizi (Days)” se dedica a observar la vida de dos hombres solitarios, uno de ellos enfermo, cuyas vidas acabarán uniéndose gracias a una sesión de masaje con final feliz. En el film cuenta con su actor habitual Lee Kang-sheng, aquejado en la vida real de una extraña enfermedad que le causa parálisis en el cuello, y se ha aprovechado de esa condición para incorporarla a la película, de hecho, tal y como comentó en la Berlinale, saber que el actor estaba siendo golpeado por la enfermedad fue determinante para poner este proyecto en marcha. “Rizi (Days)” ha cautivado a la audiencia por esa capacidad del director de poner a prueba al espectador con una cinta minimalista en cuanto a su trama, estructura, acción y diálogos, y por ofrecer una reflexión sobre la soledad urbana. Ha sido especialmente elogiada la escena cumbre de la película, un masaje erótico con final feliz con el que los dos hombres protagonistas no sólo conectan a nivel físico sino también emocional y que ha sido considerada una escena de sexo tan tierna como desoladora. Queda por ver si al Jurado le ha conmovido tanto como a la crítica.

“Irradiés” de Rithy Panh es el único documental que aspira al Oso de Oro. El director camboyano es el responsable de la nominada al Oscar “La imagen perdida”, en donde narraba la experiencia de su familia durante la dictadura de los Jemeres Rojos, y con su nuevo trabajo ha querido hablar de las víctimas de los diferentes genocidios que ha vivido el siglo XX. Para ello parte la pantalla en tres, con secuencias paralelas que se nutren de material de archivo en donde se muestran las verdaderas consecuencias del horror. Una experiencia dura de ver no sólo por lo que cuenta sino por su formato.

La competición la ha cerrado la iraní “La vida de los demás” de Mohammad Rasoulof cuya proyección ha estado marcada por la ausencia del cineasta que no puede salir del país desde el 2017 y ha tenido que ingeniárselas para rodar la película a pesar de la inhabilitación. En su nuevo trabajo habla de la pena de muerte, pero no desde el punto de vista del condenado sino de quienes forzosamente tienen que ejercer la condición de verdugos. Ha gustado porque es una bofetada aún más sonora al régimen iraní.

La incombustible Helen Mirren, con 74 años es más endiabladamente sexy y transgresora que cualquier millennial aspirante a convertirse en una estrella, ha recibido el Oso de oro honorífico de esta edición. La ganadora de un Oscar por “The Queen”, y a quien sólo le queda la G de Grammy para completar el EGOT, hizo repaso de una trayectoria envidiable destacando especialmente su experiencia en “Calígula” de Tinto Brass, un film sexualmente explícito que en el momento de su estreno en el año 1979 tuvo que ser proyectado en cines X y además fue masacrada completamente por la crítica. Actualmente un título así en la gran pantalla sería inconcebible pero, tal y como recalcó la actriz durante su homenaje, todo ese contenido sexual y violento está muy presente en la televisión como en “Juego de tronos”.

Mary Carmen Rodríguez