Cine en serie: "Modern love", tiempo de enamorados y panaderos
Querido Teo:
"La madrugada es un tiempo para los panaderos y los enamorados", le dice uno de los personajes a otro, en uno de los capítulos de esta serie que retrata la Nueva York más fotogénica, en capítulos breves, de treinta minutos. Sin caer en el empalago facilón, "Modern love" atraviesa amores originales y los resuelve también con muy buena mano e interpretaciones perfectas. Se encuentra desde un homenaje al cine musical de Broadway con una Anne Hathaway sensacional (“No puedes enseñarle solo una parte de ti mismo a alguien. Eso es Hollywood. Eso es Gilda. Es hermoso, pero no puede durar”) hasta esos amores maduros a menudo desconcertantes, donde la sensibilidad y la felicidad reposada son claves. Sus primeros ocho capítulos, ya se ha confirmado una segunda temporada, repasan las múltiples formas de amarse que se pueden dar en el Nueva York actual. Cada historia responde y se vincula a una columna concreta de una serie del mismo título publicadas en The New York Times.
"Modern love" apuesta por el optimismo, a costa de aceptar cierta ingenuidad, y deja siempre buen sabor de boca, mostrando con inteligencia que hasta el amor frustrado no deja de ser amor. Como saben hasta los malos guionistas, la esencia de una historia romántica es saber donde terminarla, y el director y guionista irlandés John Carney maneja el tema perfectamente. La banda sonora es tan atractiva que recomiendo tener a mano la aplicación que detecta canciones porque más de una vez os apetecerá conocer lo que suena.
Ya hay múltiples listas sobre los capítulos favoritos, y vale la pena preguntarse la razón por la que cada uno opta por uno determinado. A mí me enganchó desde el primero, "When the doorman is your main man (Cuando tu hombre más importante es el portero)", con la relación entre una neoyorquina sin suerte en el amor y un albanés inmigrante que trabaja como portero del edificio lujoso donde vive la chica. Es una declaración de intenciones inicial, sobre que el romanticismo que nos espera no va a ser demasiado convencional.
Carlos López-Tapia