"The king"
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El argumento: Hal, un príncipe caprichoso y sin interés por ejercer su derecho al trono de Inglaterra, ha abandonado las responsabilidades reales para vivir en libertad entre la plebe. Sin embargo, ante la muerte de su tirano padre, Hal se ve obligado a retomar la vida de la que quería huir para ser el nuevo rey: Enrique V. Después de su coronación, el joven monarca tendrá que aprender a lidiar con las intrigas palaciegas, una guerra y los lazos que le unen a su antigua vida, como la relación con su mejor amigo y mentor, el caballero John Falstaff.
Conviene ver: "The king" es una versión millennial del clásico de Shakespeare que en todo caso palidece ante anteriores versiones como la impecable que llevó a cabo la BBC hace unos años. David Michôd nos lleva de nuevo a un ambiente oscuro y fangoso que recuerda a la puesta en escena que llevó a cabo Justin Kurzel en “Macbeth” (2015). Una reconstrucción histórica libre y realista sobre la corrupción del poder y la autonomía frente a las potencias extranjeras que, para algunos, tiene analogías con lo que vive actualmente el Reino Unido con el Brexit a lo que habrá contribuido el guión del propio director y de Joel Edgerton, además actor dando vida al vividor (aquí muy contenido) Falstaff, fiel consejero del primero príncipe y después rey. Más contemplativo que épico, es un drama histórico equilibrado pero que no termina de despegar ante un reparto competente pero que no exprime todo el partido a sus personajes, especialmente un Timothée Chalamet cariacontecido y algo imberbe entre luchas de poder y dilemas vitales sobre la responsabilidad que tiene llevar el peso de la corona en contraposición de un tan divertido como excesivo Robert Pattinson como Delfín de Francia. Y es que aquí vemos el viraje de un joven príncipe despreocupado y pacifista, de apariencia débil y vulnerable que evoluciona en actitud de bravura, ensombrecida su alma por la presencia de la muerte y las obligaciones belicosas que implica ser más conquistador que rey en esa época sintiéndose más él mismo entre el ambiente de la plebe que en el de los muros de palacio. Tiene algunos momentos muy destacados en su puesta en escena, como la batalla nocturna o las interioridades de palacio con una fotografía apoyada en las velas, con la muy presente música de Nicholas Britell, pero bordea el anacronismo más preocupada por no perder el público que se sentirá atraído por el ídolo Chalamet haciendo que la credibilidad del personaje pierde enteros por momento, casi más como un adolescente preocupado por no salir de juerga por la noche que de encarar los retos de su misión. En el resto del reparto Lily-Rose Depp (la princesa Catherine), Sean Harris (William) y Ben Mendelsohn (el rey Enrique IV). La cinta gana en la batalla final entre ingleses y franceses pero sufre querer seguir la senda estética de “Juego de tronos” no aportando nada realmente inspirado sobre el personaje y lo que rodeó a este drama introspectivo y regio con épica y vitalidad shakesperiana demasiado esquematizado y minimizado por el director en una época de consumo en la que se apuesta por el público más amplio aunque eso implique restar peso y profundidad respecto a las versiones de Laurence Olivier, Orson Welles o Kenneth Branagh pero sin renunciar a declamaciones y escenas con el marchamo de la pluma del dramaturgo británico.
Conviene saber: Es el segundo trabajo de David Michôd para Netflix tras “Máquina de guerra” (2017).
La crítica le da un SEIS