50 películas que hay que ver antes de morir: "La novia de Frankenstein" (1935), la primera gran secuela
Querido diario:
«Por un mundo nuevo, un mundo de dioses y de monstruos.» Brindis de Ernest Thesiger en “La novia de Frankenstein”
Un “dios crepuscular” fue encontrado flotando boca abajo en la piscina de su mansión de Los Ángeles en la primavera de 1957. Su apellido, Ballena, en conjunción con una piscina llena produjo no pocas risas. James Whale, sesentón, homosexual, sofisticado y misántropo, había sido olvidado y, olvidadas también con rapidez las reseñas que acompañaron su muerte. Regresaría en 1998, convertido en personaje cinematográfico en la piel de Ian McKellen, para la película inglesa “Dioses y monstruos”, basada en la novela que Christopher Bram dedicó tres años antes a las extrañas circunstancias que rodearon la muerte del realizador. Muchos nuevos espectadores conocieron entonces al creador de las piezas más valiosas de la era de oro de los Estudios Universal. Los años 30 comenzaron muy mal para el gran estudio más afectado por la depresión económica, pero en 1931 nació “Frankenstein” que, con 300.000 dólares de coste, recaudó, sólo en Usamerica, doce millones. Durante los siguientes cuatro años los vampiros, los profanadores de tumbas, los científicos locos y los resucitados permitieron sobrevivir al Estudio, pero el hombre-lobo fue la última propuesta original y los argumentos empezaron a escasear. El cine abriría en este punto la puerta de las secuelas y lo haría con una obra maestra del género, que nos ha dejado un icono de la estética posmoderna.
Whale, un actor oscuro en Inglaterra antes de alcanzar un gran éxito como director de teatro, había llegado a Hollywood para hacer de la obra teatral una “película inglesa sonora” ya que Inglaterra no estaba aún preparada técnicamente. Encontró que los emigrados ingleses habían encajado perfectamente en Hollywood, que el acento era parte de la imagen de venta pero hasta eso se integraba sin dificultades. Nadie recordaba, tras un tiempo, que Bob Hope había sido alguna vez inglés. Tras terminar la película que lo había llevado hasta allí, Universal le contrató para hacer una película más que tenía ambiente inglés. el clima era bueno, el sueldo también y a continuación haría “Frankenstein” lo que le convirtió en el favorito del jefe del estudio, Carl Leammle, que valoraba la sofisticación y la cultura internacional de los británicos que se habían ido instalando en Los Ángeles.
Whale tenía formación teatral, buenos conocimientos de literatura inglesa, en especial de la de humor y la popular, entre la que estaba la literatura gótica. Conocía bien el arte europeo porque había estudiado pintura, lo que le permitía crear la escenografía. No tenía intención de aceptar una continuación de “Frankenstein” porque estaba sinceramente convencido de que había agotado todas las posibilidades. Se pensó en otro equipo, pero el escritor William Hurlburt le propuso una idea apenas apuntada en el libro de Mary Shelley, relativa al deseo del monstruo de tener compañera. A Whale le divirtió la idea, y acabó por resolver el problema de que el monstruo hubiera sido destruido. Comenzó el guión con la cámara aproximándose a Villa Diodati en plena tormenta, aunque sin el lago que se extendía frente a la mansión. en su interior Lord Byron, Percy Shelley y la joven creadora literaria del monstruo, pasan una de sus famosas veladas suizas,. Byron recuerda la destrucción en el molino en llamas. "No fue ése el final ni mucho menos", bromea Mary Shelley. "¿Os gustaría oír lo que sucedió después?". Y la acción vuelve al viejo molino. Para Whale esa escena era la más importante de la película, porque le permitía olvidar la “realidad”, y saltar a un juego, a un entretenimiento entre amigos en una noche invernal. El reparto incluiría a dos nuevos personajes esenciales que aportarían la diversión e hizo que los papeles se escribieran expresamente para los actores que quería utilizar. Pretorius, científico que ha logrado crear vida en unos homúnculos que todavía hoy resultan inquietantes, sería un amigo del director, el inglés Ernest Thesiger. Era una “reinona aristocrática” que tenía la costumbre de lanzar lilas a los pies de los guapos porteros del Hotel Savoy de Londres, esnob, odioso y despectivo con quienes no le interesaban, gran amigo y compañero de ganchillo de la Reina Mary, se retiraba a un rincón durante las esperas en el plató y hacía punto. De vez en cuando iba a cenar a la casa de Whale, donde se comportaba como una gran dama perversa.
La creación de la novia fue del propio Whale, las contracubiertas de sus guiones estaban llenas de los apuntes que hacía para el director artístico o el figurinista. La forma de los arcos, el estilo de la ropa, un determinado tipo de uniforme, los cortinajes ampulosos y pesados y el famoso peinado electrizante de la precursora de las dragqueen. Entre los nombres que se barajaron para encarnar a la nueva criatura estuvo Brigitte Helm, la robótica María de “Metrópolis”, pero sería Elsa Lanchester, esposa-tapadera del gran Charles Laughton, que ocultaba su homosexualidad al contrario que Thesiger o Whale. Haría un papel doble, ya que sería también ella quien encarnara a Mary en la secuencia inicial. “El maquillaje de la cara, en mi caracterización de monstruo, relata la actriz en sus memorias, exigía por sí solo tres horas. También había que ponerme tieso el cabello para formar una especie de bayeta del revés, que sobresalía hacia atrás dentro de una especie de jaula. Luego me envolvían en metros y metros de vendas, todo ello muy cuidadosamente hecho por una enfermera. Para eso se necesitaba otra hora. Acababa muy cansada de llevar un vestido tan curioso debido a que era muy difícil moverse e imposible sentarse o andar”.
El departamento de publicidad trabajó para que la expectación fuera máxima. La prensa publicó un dibujo hipe realista de Frankenstein, como ya todo el mundo lo llamaba, sosteniendo en sus brazos a la nueva criatura como si fuera una novia más, ramo de flores incluido. Se imprimieron miles de posters con el rostro verde del engendro que se venderían a la salida de los cines. El mensaje quedó claro: el monstruo había cambiado. La presentación de la novia a los espectadores sería más espectacular que la del propio Frankenstein. Imágenes enfáticas, mucho movimiento de cámara y siempre desde ángulos caprichosos. Suelta de las cometas, resplandor de relámpagos, medidores con agujas, la electricidad descendiendo por los aparatos llevarían hasta el primer plano de la novia a un ritmo vertiginoso, y sus ojos se abrirían al máximo, mostrando aún el terror por el recuerdo de su propio asesinato.
Whale organizó una proyección especial para Elsa Lanchester y Charles Laughton, cuyo único comentario al terminar fue: "¿No es verdad que Elsa tiene unas bellísimas orejas en forma de concha?". Se estrenó en abril de 1935 y tuvo una recaudación excelente, sin llegar al éxito de la primera porque para el público en general, y para algunos críticos, había un exceso de humor que interfería con el horror. Whale nunca dio mucha importancia a todo esto y disfrutaba contando lo que le ocurrió cuando fue con un grupo de amigos a ver una reposición al final de los años cuarenta. El grupo se colocó en una de las últimas filas de la sala, y comenzaron a reírse hasta que una mujer se volvió hacia Whale: "Si no le gusta la película, ¡lo que tiene que hacer es marcharse!". Pese al dinero y las satisfacciones, Whale quiso asegurarse de que no podría haber más secuelas. Estaba cansado de Frankenstein, deseaba escapar de ese tipo de cine, y por eso el monstruo hace volar por los aires el laboratorio, quería evitar cualquier posibilidad de un tercer Frankenstein, y para él así fue, pero su éxito haría que los restantes monstruos de la Universal, Drácula, la Momia y el Hombre Invisible regresaran. El propio Boris volvería a someterse cuatro años después a la tortura del maquillador Jack Pierce, que le convertiría en el monstruo por tercera y última vez para “La sombra de Frankenstein”. Ataviado con un jersey y con el lazarillo Ygor, interpretado maravillosamente por Bela Lugosi, sería también el último taquillazo del monstruo. Frankenstein entraría a partir de ahí en un mundo nuevo, el de los presupuestos reducidos de las series B, para ofrecer su siguiente aparición sobre la piel de otro actor en “La cíngara y los monstruos”, un cóctel donde se organiza un baile de trasplantes cerebrales entre el hombre-lobo, Frankenstein y algunos aldeanos. En ese momento Whale ya había sido retirado de la circulación en Universal y, finalmente, abandonaría la dirección cinematográfica y se apartaría de la colonia de Hollywood, para vivir de sus ahorros como un ermitaño.
Esta noche puedes quedar con el monstruo y su chica a las 22:00 en TCM (dial 46 de Digital +).
Canciones para un programa de radio que ya no está 🙁
Primera Hora
101 - Tokio Hotel - Monsoon.
102 - Cinema Bizarre - Lovesongs (They Kill Me).
103 - Fall Out Boy - I Don't Care.
104 - Taking Back Sunday - A Decade Under the Influence.
105 - Fall Out Boy - This Ain't A Scene, It's An Arms Race.
106 - My Chemical Romance - Welcome to the Black Parade.
107 - Brand New - The Quiet Things That No One Ever Knows.
108 - Dashboard Confessional - Stolen.
109 - The Used - The Taste of Ink.
110 - Jimmy Eat World - The Middle.
Segunda Hora
201 - Tokio Hotel - Scream.
202 - Funeral for a Friend - Juneau.
203 - The Get Up Kids - Valentine.
204 - Senses Fail - Buried a Lie.
205 - Saves the Day - Freakish.
206 - Panic at the Disco - Nine in the Afternoon.
207 - Thursday - War all the Time.
208 - Sunny Day Real Estate - Seven.
209 - Hawthorne Heights - Ohio Is for Lovers.
210 - Saosin - Voices.
[Bonus Track] Bon Jovi - Keep The Faith.