"Silvio (y los otros)"
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El argumento: Silvio Berlusconi se encuentra en el momento más complicado de su carrera política, recién salido del gobierno y con las acusaciones de corrupción y de sus conexiones con la mafia a punto de llegar a los juzgados. Sergio Morra es un atractivo hombre hecho a sí mismo que sueña con dar el salto de sus cuestionables negocios de provincia a escala internacional. El camino más rápido para conseguirlo es acercarse a Silvio, el hombre más poderoso de Italia. Para Sergio solo hay una manera de llamar la atención de Il Cavaliere: las fiestas, las velinas, las extravagancias y el exceso.
Conviene ver: Paolo Sorrentino ha presentado “Silvio (y los otros)”, biopic sobre el ex primer ministro italiano y empresario Silvio Berlusconi, centrado en la figura de Il Cavaliere desde el año 2000 y que narra una historia de ficción, a partir tanto de diversos eventos personales y políticos como de hechos “probables o inventados” como así rezan unos títulos de crédito iniciales en los que escurre responsabilidades, aunque todos sepamos de quién está hablando y la personalidad del mismo sea conocida y haya quedado más que patente en los noticiarios de todo el mundo como representante de la Italia pomposa, corrupta y mafiosa. Y es que de Sorrentino hay que comprarlo todo aunque viva en un continuo “grandes éxitos”, o más bien personalidad marcada, que le lleva a ser extremo pero sacando la gran belleza a la que hace referencia su oscarizado título y que ha sido un punto álgido pero también de inflexión en el resto de trabajos que han venido después y que van de “La juventud” a “The young Pope”, pasando ahora por un ejercicio más desmelenado y grotesco que nunca a la hora de retratar a machete y sin concesiones no sólo a Berlusconi sino a esa Italia de los 90 pomposa, lujuriosa y astracanada. En “Silvio (y los otros)” demuestra su genialidad en un continuo disfrute para los sentidos, muchas veces esperpéntico, otras simplemente zafio o asqueroso, pero tocando siempre la nota exacta para que el conjunto sea una sinfonía poderosa, ampulosa y genuina. Una vez más Toni Servillo brilla en un personaje tan odiable como magnético, tan crápula como seductor, tan mujeriego como inseguro, tan corrupto como solitario en su cúspide. Fantásticos también Riccardo Scamarcio (pide a gritos estar en “The new Pope” dentro de esos muros vaticanos en los que Lenny Belardo demostró que todo había cambiado para no volver a ser como antes) y Elena Sofia Ricci como Verónica, la mujer de Berlusconi. Suyo es el momento de una de las discusiones de pareja más volcánicas, lucidas y demoledoras visto recientemente. Y como siempre en Sorrentino mención especial para una exquisita playlist que va desde la pura canción napolitana (O surdato ‘nnammurato) a Mozart (“Las bodas de Figaro”) pasando por una versión de Asereje. Hay que querer a Sorrentino aunque aquí tenga como protagonistas a uno personajes más despreciables y sin escrúpulos que los ya habituales tormentosos y cuestionables de su filmografía pero es que, una vez más, ofrece un concienzudo retrato de la condición humana así como de su modo de vida y el entorno que lo promueve.
Conviene saber: La versión original estrenada en cines en Italia consta de dos películas: “Loro 1” y “Loro 2”. Para su distribución en el resto del mundo se ha hecho una sola película de 150 minutos de duración (54 minutos menos que la suma de las dos partes).
La crítica le da un SIETE