Un recuerdo para Philip Kerr y su Bernie Gunther, detective negro en el nazismo
Querido Teo:
Los fans de la novela negra conocen todas las historias de Philip Kerr, pero lo cierto es que en España no es tan conocido como Andrea Camilleri o Henning Mankell. Kerr es el primero en fundir con perspectiva de suficientes años la novela negra con la histórica. Su precedente fue Hans Hellmut Kirst, que vivió los hechos que cuenta y estableció el modelo con "La noche de los generales", llevado al cine por Anatole Litvak en 1967. La pantalla espera todavía al personaje de Kerr, Bernie Gunther, porque el escritor escocés no ha tenido la ocasión que le ha dado la televisión alemana al comisario Gereon Rath en "Babylon Berlín", de la que esperamos la tercera temporada.
La muerte de Philip Kerr hace pocos días es motivo para que, aquellos que todavía no hayáis disfrutado alguna de su docena larga de historias, conozcáis al detective más popular de la Alemania nazi: Bernie Gunther. Un ex policía reencarnación de los detectives de la novela negra americana más polvorienta y valorada. Honrado, ingenioso y sin pelos en la lengua: "Me desperté con un sabor a bragas de puta en la boca, bebí una taza de café y hojeé el Berliner Borsenzeitung". Aunque viva en un mundo malvado y se vea obligado a trabajar para líderes del III Reich, mantiene un cinismo distante y saludable:
"Me condujo hacia la gran puerta de caoba, que se abrió para mostrar a un mayordomo, con la cara pálida, que se apartó cuando cruzamos el umbral para dejarnos entrar en el amplio vestíbulo. Era la clase de vestíbulo que te hace pensar que tienes suerte sólo por haber pasado de la puerta. La escalinata, con un pasamanos blanco y brillante y dividida en dos tramos paralelos, llevaba a los pisos superiores, y del techo colgaba una araña de cristal de mayor tamaño que la campana de una iglesia y con más colgajos que los pendientes de una bailarina de striptease. Tomé mentalmente nota de subir mis honorarios.
El mayordomo, un árabe, se inclinó con solemnidad y me pidió el sombrero.
- Prefiero conservarlo, si no le importa -dije, acariciando el ala con el dedo-. Me ayudará a mantener las manos alejadas de la plata.
- Como desee, señor.
Schemm le dio su propio sombrero como si hubiera nacido en un palacio. Quizá fuera así, pero cuando se trata de abogados siempre doy por hecho que llegaron a tener su riqueza y posición gracias a la avaricia por medios nefandos; nunca he conocido a uno del que me pudiera fiar. El guante se lo quitó con una contorsión de los dedos, casi de doble articulación, y lo dejó caer dentro del sombrero. Luego se enderezó la corbata y le pidió al mayordomo que nos anunciara.
Esperamos en la biblioteca. No era grande si se comparaba con el Bismarck o el Hindenburg, y no cabrían más de seis coches entre el escritorio, del tamaño del Reichstag, y la puerta. Estaba decorada al estilo Lohengrin primitivo, con grandes vigas, chimenea de granito, en la cual crepitaba suavemente un tronco, y panoplias en las paredes. Había abundantes libros, del tipo de los que se compran a metros, muchos poetas, filósofos y juristas alemanes con los cuales estoy algo familiarizado, pero sólo como nombres de calles, cafés y bares. Me fui de excursión por la sala.
- Si no he vuelto dentro de cinco minutos, envíen una expedición de rescate".
Bernie Gunther nace en el Berlín de 1936, con la sublevación franquista recién comenzada, por lo que España aparece poco en su primera aventura(*), que transcurre durante la celebración de los Juegos Olímpicos que Hitler desea convertir en una demostración de eficacia y prestigio.
"No esperaba encontrar a Neumann en el vertedero donde vivía, en la Admiralstrasse, en el barrio de Kottbusser Tor, pero lo probé de todos modos. Kottbusser Tor era el tipo de zona que se había degradado igual de bien que un cartel de music-hall, y el número 43 de la Admiralstrasse era el tipo de sitio donde las ratas llevan tapones para los oídos y las cucarachas tienen una fea tos. La habitación de Neumann estaba en el sótano, en la parte trasera. Era un lugar infecto y húmedo. Estaba sucio y Neumann no estaba allí.
La portera era una buscona que estaba para el arrastre y a la que habían arrastrado hasta lo más profundo de un pozo minero abandonado. Su pelo era tan natural como marcar el paso de la oca bajando por la Wilhelstrasse, y estaba claro que llevaba puesto un guante de boxeo cuando se pintó de rojo carmesí aquella boca suya que parecía un clip sujetapapeles. Tenía los pechos como los cuartos traseros de un caballo de tiro al final de un largo y duro día de trabajo. Puede que aún tuviera unos cuantos clientes, pero pensé que preferiría apostar por ver a un judío en la cola de un vendedor de carne de cerdo en Núremberg. De pie en el umbral de su piso, desnuda bajo el mugriento albornoz de toalla que dejaba entreabierto, estaba encendiendo un cigarrillo medio fumado.
- Estoy buscando a Neumann -dije, haciendo todo lo posible por no ver las dos perchas ni aquella barba de boyardo que exhibía en mi beneficio. Sentías el eco y la picazón de la sífilis en el rabo sólo con mirarla-. Soy un amigo suyo.
La buscona soltó un bostezo y, decidiendo que ya había visto lo suficiente gratis, se cerró la bata y se ató el cinturón".
Si decidís conocer a Gunther, comenzad por el principio, de donde he extraído los fragmentos entrecomillados. Su primera novela se llama "Violetas de Marzo", como se denominaba a los nazis advenedizos, los que se suben al carro en el último momento, los conversos, los peores.
Madrid fue bombardeada por primera vez el 27 de Agosto del 36. Un Junker 52 alemán lanzó varias bombas sobre el Ministerio de la Guerra y la Estación del Norte, matando a una persona e hiriendo a varias; fue la primera gran ciudad europea de la historia bombardeada por la aviación. Según los sublevados se acercaron a Madrid se intensificaron los bombardeos, y el 30 de octubre murieron 60 niños en Getafe. Los ataques masivos y metódicos, no contra objetivos militares sino contra la población civil comenzaron en Noviembre. "Destruiré Madrid antes que dejárselo a los marxistas", declaró el general Franco. La "intimidación por bombardeos aéreos", como se llamó, aumentó el deseo de resistir de los madrileños que, muchos indiferentes al principio, comenzaron a odiar la causa de los sublevados.
Carlos López-Tapia
Descanse en paz, señor Kerr.
Bernie paseará lentamente por la calurosa rivera francesa mientras espera eternamente junto a su fiel cigarrillo.
simplemente gracias!!!!!!!!!!!!por acompañar mis noches y regresar a Berlin!!!!!!!!!!!!!!
Hay algún libro en espanol del senor kerr
muchas gracias