Conexión Oscar 2018: Cuatro películas en busca de la doble nominación en actor de reparto
Querido Teo:
No ocurre desde “Bugsy” en 1992 pero en esta carrera al Oscar hay hasta cuatro películas que, a día de hoy, tienen opciones reales de meter a dos de sus intérpretes en la categoría del Oscar a mejor actor de reparto. Por la película de Warren Beatty fueron nominados Ben Kingsley y Harvey Keitel y, aunque en el apartado femenino ha sido más habitual en lo que llevamos de siglo con películas como “Casi famosos”, “Gosford Park”, “Chicago”, “Babel”, “La duda”, “Up in the air”, “The fighter y “Criadas y señoras" que tuvieron doble presencia en actriz de reparto, es una rareza que eso ocurra en el apartado masculino. Aun así, merece la pena que echemos un vistazo a esa posibilidad teniendo en cuenta que cuatro películas ocupan ocho de las plazas de la categoría de actor de reparto según el último oscarómetro.
Sam Rockwell y Woody Harrelson por “Tres anuncios en las afueras”
La película de Martin McDonagh ocupa en estos momentos la posición de favorita en nuestras predicciones y una de sus bazas es un gran reparto comandado por una Frances McDormand superlativa pero respaldada por unos intérpretes que no le andan a la zaga. No sólo Sam Rockwell y Woody Harrelson, miembros de ese cuerpo de policía que la madre coraje que encarna la actriz denuncia, sino también otros nombres en estado de gracia como son los de Peter Dinklage, Lucas Hedges, John Hawkes, Clarke Peters, Abbie Cornish y Caleb Landry Jones.
Aunque los dos han sido ya candidatos al BIFA, Sam Rockwell termina erigiéndose casi como el coprotagonista de la historia como aliado improbable de Mildred, no sólo por su mayor presencia en pantalla, sino por inundar de matices a un bala perdida violento, borracho y, a pesar de su apariencia, todavía bajo las faldas de su pestilente madre, que arroja una de las mejores interpretaciones que recordamos y que es carne para cualquier premio. El personaje de Dixon encarnado por Rockwell es la plasmación perfecta de un actor inconmensurable que ha pasado demasiado desapercibido todavía a pesar de ya brillar en trabajos como “Confesiones de una mente peligrosa” (2002), “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” (2007), “Moon” (2009), “Betty Anne Waters” (2010), “Siete psicópatas” (2012) y “El camino de vuelta” (2013).
Por su parte, Woody Harrelson es dueño de una carrera irregular pero en la que siempre ha estado ahí. Primero desde su lanzamiento con la serie “Cheers” y después con 2 nominaciones al Oscar por “El escándalo de Larry Flynt” en 1997 y “The Messenger” en 2010. Alternando cine comercial (“2012” o “Los juegos del hambre”) con otras apuestas menos evidentes (“En tierra de hombres”, “A scanner darkly”, “Batalla en Seattle”), encabezó junto a Jesse Einseberg “Bienvenidos a Zombieland”, película de culto del género, y fue candidato a todos los premios televisivos (a pesar de quedar eclipsado por el más efectista Matthew McConaughey) por su trabajo en “True detective”. Aunque su arco narrativo en la película de McDonagh es más breve que el de Rockwell, su Willoughby tiene una gran presencia demostrando el matiz emocional de un hombre que acaba eliminando con sus actos todos los prejuicios que tanto la protagonista como el espectador tienen de él. Harrelson culminaría un gran año en el que también ha sido el presidente Lyndon B. Johnson en “LBJ”, un misántropo de cómic en “Wilson”, el coronel de “La guerra del planeta de los simios” y un padre nómada y alcohólico en “El castillo de cristal”.
Armie Hammer y Michael Stuhlbarg (Call me by your name)
“Call me by your name” es una de las favoritas de la crítica por un tono de autor estilizado pero también por la conmovedora y natural sutilidad con la que narra el despertar iniciático de un incipiente romance en un caluroso verano en la Riviera italiana. Aunque ese retrato que hace de los europeos sea más propio del cliché que hace que en USA nos vean como unos “bon vivant” de postal, la cinta arroja una forma de tratar la revolución hormonal y los cambios de prioridades de la vida en un “carpe diem” para los sentidos que ha provocado que la cinta sea aupada por todos los que han podido verla desde que inició su recorrido festivalero. Además del desparpajo y la forma en que tiene de encarar los primeros planos Timothée Chalamet (que podría ser el tercer actor más joven en ser candidato al Oscar como protagonista), hay que destacar a Armie Hammer y Michael Stuhlbarg que parecen muy cerca de poder ser los que rompan la estadística que se mantiene desde “Bugsy”.
Consiga nominación o no, Armie Hammer supera con esta cinta una maldición que lastraba todos sus proyectos a pesar de que Hollywood ha intentado convertirle (sin éxito) en estrella con “El llanero solitario” u “Operación U.N.C.L.E.”. Sonoros fiascos que amenazaban con dilapidar una carrera cuyo mayor éxito seguía siendo haber dado vida a los gemelos Winklevoss en “La red social”. Ser el colaborador, confidente y amante de Leonardo DiCaprio en “J. Edgar” tampoco provocó su salto interpretativo siendo, posiblemente, una de las mayores decepciones de la carrera de Clint Eastwood. Su Oliver ha enderezado la carrera de un actor que estaba quedando últimamente para papeles menores en cintas como “El nacimiento de una nación” o “Animales nocturnos” pero que, ahora parece que mejor asesorado, ha encontrado una buena senda en su carrera gracias a este personaje.
Por otro lado, Michael Stuhlbarg se ha convertido en uno de los actores de reparto imprescindibles del cine reciente a pesar de que la primera vez que reparamos en él fue en “Un tipo serio” de los Coen, desmitificación de la cultura judía a través de un hombre gris que le valió una nominación al Globo de Oro. Le hemos visto en series como “Boardwalk Empire” y “Fargo”, así como en títulos como “Lincoln”, “Blue Jasmine”, “Steve Jobs”, “Trumbo” y “La llegada”. Aunque en la película de Guadagnino esté en un segundo plano, al poner la cinta el foco en la relación entre Chalamet y Hammer (algo que por otro lado no tendría que ser óbice teniendo en cuenta que realmente cumple más la función de secundario que la del Oliver de Hammer que es coprotagonista), la bonhomía de un personaje que podría haber quedado como anecdótico se revela en un monólogo final conmovedor que con suma sutilidad encaja las piezas de los sentimientos que han ido aflorando hasta el momento y provoca que, desde ese punto de inflexión, cobre un interés que provoca que el espectador se haga preguntas sobre él, sus sentimientos y su pasado, engrandeciendo su importancia en la historia a pesar de haber pasado desapercibido hasta ese momento y haciéndonos partícipes de ese verano o momento de la vida en el que cambiamos para siempre. Stuhlbarg también está este año en otras dos películas presentes en la carrera al Oscar como son “La forma del agua” y “Los archivos del Pentágono”, lo que certifica el gran momento profesional que vive.
Richard Jenkins y Michael Shannon (La forma del agua)
“La forma del agua”, al igual que las anteriores, tiene en su reparto uno de sus mejores alicientes y eso provoca que exista la posibilidad de ver a dos actores de la película nominados en la categoría de actor de reparto. Guillermo del Toro lleva a cabo la plasmación definitiva de un estilo jugando con la fantasía, el romance gótico y el thriller de espionaje, salpicado con unas notas de humor que convierten a la cinta en uno de los títulos del año y que, después de que “El laberinto del fauno” se quedara a medio camino, podría ser la cinta multinominada de esta edición al funcionar tanto en los aspectos interpretativos (con una magistral Sally Hawkins) como en los técnicos y artísticos.
Richard Jenkins y Michael Shannon son de esos actores que dignifican y dan calidad a cualquier reparto. Jenkins fue candidato como actor protagonista por “The visitor” en 2009 mientras que Shannon ya atesora 2 nominaciones en la categoría de actor de reparto por “Revolutionary Road” en 2009 y “Animales nocturnos” en 2017. Si Jenkins adopta un tono de robaescenas cómico, como vecino aliado de la protagonista apasionado de los musicales y preocupado por un aspecto físico que acentúa con un cuidado peluquín, Shannon es el responsable del laboratorio en el que trabaja la protagonista acabando inmerso en una trama paralela que lleva a la cinta a niveles del cine negro de los 30.
El oficio de ambos actores vuelve a demostrarse trabajando a favor de obra lo que podría volver a posibilitar candidatura para ambos, teniendo en cuenta el prestigio que atesoran, aunque habiendo visto la película seguramente el trabajo de Jenkins encierra un valor más emocional y empático y eso puede adelantarle en la carrera frente a un Shannon que ya consiguió la nominación el año pasado frente a otro compañero de reparto, Aaron Taylor-Johnson, que se quedó fuera de las nominaciones al Oscar a pesar de ganar el Globo de Oro y ser candidato al Bafta.
Jason Mitchell y Garrett Hedlund (Mudbound)
“Mudbound” podría ser la película que pusiera definitivamente a Netflix en la órbita de los Oscar teniendo en cuenta la buena acogida de la cinta en los Festivales de Sundance y de Toronto siendo una cinta que vuelve a indagar en ese racismo congénito de la sociedad USA a través de la historia de dos jóvenes, que vuelven a su pueblo tras la Segunda Guerra Mundial, pero que padecerán las consecuencias psicológicas vividas en el campo de batalla por un lado y, por otro, el diferente rasero con el que se recibe al joven blanco triunfador y al negro que, a pesar de servir a su país, sigue sufriendo el trato degradante al que algunos le hacen merecedor sólo por el color de su piel.
Jason Mitchell es la mejor opción interpretativa de la cinta a nivel de premios por ser el personaje que asiste con rabia y resignación a cómo su país sigue viéndole más como un esclavo que como un ciudadano que ha servido como el que más a la patria formando parte (y padeciendo) de la escena más cruenta de la cinta en la que asistimos atónitos a los ritos y praxis de un Ku Kux Klan que sigue en la sombra pero que movido por el odio y la sinrazón acorrala y veja hasta la agonía a sus víctimas. Jason Mitchell se reveló en “Straight Outta Compton” en 2015 y este año también se le ha podido ver en “Kong: La isla calavera”, “Detroit” y “The disaster artist”.
Por su parte, Garrett Hedlund merecería ser tenido en cuenta también habiendo construido sin hacer ruido una carrera muy interesante con títulos variados y arriesgados que se han alejado de los convencionalismos del cine de superhéroes o de galán romántico de sobremesa para lo que parecía abocado. Aunque en “Mudbound” parece que la atención de los premios se centrará (si la hubiera) en Jason Mitchell, Hedlund está perfecto como ese soldado que vuelve de la guerra a una familia de la América profunda que vive en un resentimiento y un racismo enfermizo que arrasa con cualquier atisbo de amistad o confianza que pueda haber entre razas más allá del servilismo que se espera de los negros. A Hedlund le vemos brillar como un alma rota al que han truncado sus sueños de juventud y que regresa como una traumatizada víctima del conflicto en permanente dirección hacia el vacío bañado de alcohol y frustración. Un salto interpretativo para un actor que ha ido creciendo en títulos como “Country strong”, “En la carretera”, “A propósito de Llewyn Davis”, “Invencible (Unbroken)” y “Billy Lynn”.
Nacho Gonzalo
Buen análisis. La 1ª opción la veo muy factible y las 2 siguientes bastantes posibles, pero obviamente los 6 actores dependen de cómo funcionen las películas correspondientes, mientras que la de Mudbound la veo imposible, no ya que logre la doble nominación, sino simplemente una.