Conexión Oscar 2018: El consenso de "Tres anuncios en las afueras" posiciona a Martin McDonagh en la carrera
Querido Teo:
Estamos en esos momentos de la temporada Oscar en los que ya dejado atrás el Festival de Toronto, la sensación es que ha quedado más lejano en el recuerdo que el tiempo que ha pasado realmente desde que se celebró, todas las predicciones y comentarios están en estado de hibernación hasta que las Asociaciones de Críticos empiecen con su salseo (bastante repetitivo por otra parte) y realmente se pongan sobre la mesa todas las contendientes al premio. Todavía hay cintas de las que no se sabe nada y que son una incógnita (las más esperadas “Los archivos del Pentágono” de Steven Spielberg y “El hilo invisible” de Paul Thomas Anderson) pero todo parece indicar que la próxima ganadora del Oscar ya está en el mapa y a estas alturas, y tras demostrar que su principal arma es el consenso que despierta, “Tres anuncios en las afueras” es la nueva líder del oscarómetro y la película que parece más cerca del triunfo a día de hoy por varias razones.
El británico Martin McDonagh no es un desconocido para los Oscar siendo ya merecedor de la estatuilla al mejor cortometraje por “Six shooter” en 2006 y candidato al mejor guión original por “Escondidos en Brujas” en 2009, cinta que supuso su salto al largometraje. Con sólo tres películas (“Siete psicópatas” es la otra cinta de su filmografía), McDonagh ha depurado un estilo (junto a su hermano John Michel McDonagh responsable de “El irlandés” y “Calvary”) que lleva la comedia negra a otro nivel con diálogos ingeniosos y punzantes sin renunciar a la violencia estilizada pero dándole una pátina más real y menos efectista que Guy Ritchie, el considerado réplica británica de Tarantino y que ha visto como los hermanos McDonagh le han adelantado por la izquierda. “Tres anuncios en las afueras” es la consolidación de una forma de hacer cine apoyada en un sólido guión, siempre permeable a los tiempos que le ha tocado vivir, pero con un matiz de verdad universal que en esta ocasión nos adentra en la USA que aupó a Trump, marcada por personajes rotos y desnortados, en la que el ciudadano medio está a merced de los acontecimientos y de unas instituciones que no les reporta ni la seguridad ni el sentido de la justicia que requieren.
Los primeros ecos que nos llegaron de la película de McDonagh fue cuando se lanzó el trailer de la película a finales del pasado Marzo y centrado en una Frances McDormand que, desde ese momento, presentaba sus credenciales al Oscar como una madre coraje, hastiada y malcarada, pero conscientemente imperfecta y sabedora de ello, que denuncia la inoperancia policial de su comunidad tras los nulos resultados de la investigación por la violación y asesinato de su hija. Eso provoca la división de un pueblo que, quizás no por las formas pero sí por el contenido, acaba respaldando a una mujer que sólo busca que salga a la luz la verdad y que pague por ello el causante de este hecho. Puede parecer que Frances McDormand hace este papel con los ojos cerrados, acostumbrada como está la actriz abordar a personajes toscos y nada complacientes dentro de los cánones con los que se representa a las mujeres en el cine, pero la actriz pone toda la carne en el asador para conseguir su segundo Oscar (21 años después de “Fargo”) después de que su renuncia a pasar por el quirófano como muchas intérpretes de su generación le haya permitido abordar roles, que otras compañeras de generación no habrían podido acometer por parecer "artificiosas y con esa “verdad” de la que tantos actores se llenan la boca a la hora de hablar de sus personajes, trabajos como los de “Moonrise kingdom”, “Tierra prometida” o la miniserie “Olive Kitteridge”, entroncando mucho con la Mildred que ahora encarna en la película de McDonagh y que le valió el SAG y el Emmy en 2015.
“Tres anuncios en las afueras” funciona como intriga criminal, drama familiar y denuncia social de un tiempo que necesita de valores, mensajes y figuras fuertes y ejemplarizantes que nos hagan salir de la oscuridad desesperanzada en la que vive nuestra sociedad; especialmente representando en una USA más similar a la búsqueda de la identidad y a la herida emocional que ello conlleva en “Moonlight” que a la disfrutable (y triste) fábula en la que nos gustaría vivir que fue “La la land” y cuyo triunfo, como muchas ilusiones y sueños de nuestra generación, se esfumó en las manos. Por todo ello, y con unos Oscar que se encuentran en unos años de reconocer a películas con mensaje y nada complacientes, la película de McDonagh cubre sobremanera ese perfil más teniendo en cuenta que su principal baza es el consenso que genera ante las justas dosis y pinceladas de distintos géneros que la convierte tan cruda por momentos como disfrutable; algo avalado por los Premios del Público conseguidos en Toronto y en San Sebastián que pueden ser antecedentes de un triunfo favorecido, además de por la calidad de la película, por el sistema de voto preferencial.
Todavía es pronto para señalarla como virtual favorita al Oscar, aunque el triunfo en Toronto sea un aval nada desdeñable teniendo en cuenta que desde 2008 sólo en una ocasión esa película no fue al menos candidata al Oscar, pero la película de Fox Searchlight Pictures (que este año también tiene en liza “La forma del agua” de Guillermo del Toro) tiene tanto por calidad, temática y pertinencia mucho recorrido ganado, rematándolo con un reparto en estado de gracia (el SAG debería caer de su lado sin discusión) y un guión perfecto en ejecución y cincelado con unos diálogos y réplicas magistrales que elevan a McDonagh como opositor a heredero de Wilder o Allen; en esos años en los que estos directores y guionistas tenían una comunión perfecta en su cine con la época que les había tocado vivir.
Ninguna otra película parece en estos momentos en mejor posición, y antes de que empiece de verdad la carrera, para ser una favorita sólida al Oscar. No sólo por lo comentado anteriormente sino porque en clave de Oscar la película podría salir perfectamente de la ceremonia de premios del próximo 4 de Marzo con 4 estatuillas tan importantes que cimentarían su triunfo como son las de película, actriz, actor de reparto y guión original. Y es que no se nos tiene que olvidar de la ecuación un Sam Rockwell que por carrera y prestigio "indie" encaja como anillo al dedo en el perfil que se suele premiar en la categoría de secundario con una interpretación que, por otro lado y para quien escribe, es una de las más impresionantes, versátiles y dolorosamente descarnadas que uno recuerda del cine reciente.
Repasando la otras contendientes al Oscar “Los archivos del Pentágono” sigue siendo una incógnita y queda muy reciente el triunfo de otra película periodística como es “Spotlight”, presentando el handicap de que a Spielberg se le exige siempre mucho con un listón y un legado siempre difícil de superar y al que se enfrenta película a película, mientras que “La forma del agua” puede sufrir cierto prejuicio al género de fantasía romántica, y “Dunkerque” ve como su proeza está siendo sepultada por el paso del tiempo desde que se estrenó. “Call me by your name” (quemado el cartucho de la temática gay que representaba “Moonlight” el pasado año) es un bello ejercicio de estilo de autor que, al menos, tiene una emoción sencilla pero a flor de piel que es su principal arma para no seguir los pasos de la frialdad de “Carol” que la eliminó de las categorías de película y dirección, mientras que “El instante más oscuro” es un sobrio biopic con el que Joe Wright vuelve a encontrar su toque academicista aunque todas las posibilidades de la película acaben engullidas por la transformación de Gary Oldman. Sólo nos queda, a priori, “Yo, Tonya” cuyo triunfo ya será estar en las principales categorías aprovechando el boca-oreja a pesar de su descarnada propuesta y estar bajo el manto de una productora pequeña como Neon con nula experiencia en la carrera de premios.
En el momento de colocar las fichas en el tablero, y sin necesidad de colgar anuncios “For Your Consideration” todavía en las afueras de Ebbing, la inercia del contexto y el consenso soplan a favor de McDonagh.
Nacho Gonzalo