San Sebastián 2017: Una pianista ante la ceguera generalizada y sordidez griega
Querido Teo:
El desgaste festivalero se va notando y para nosotros la cuarta jornada no fue de reflexión pero sí que pudimos tomárnosla con calma debido a que algunos de los platos fuertes del día ya los pudimos ver en certámenes previos. Es el caso de “120 pulsaciones por minuto”, “En realidad, nunca estuviste aquí”, “La cordillera” o “Closeness”. A concurso hemos podido ver dos películas como “Licht (Mademoiselle Paradis)” de Barbara Albert y “Love me not” de Alexandros Avranas.
"Licht (Mademoiselle Paradis)” es una cinta que nos adentra en la historia real de una joven pianista ciega de 18 años que recorre la corte de Viena realizando demostraciones de su prodigio en el teclado. Una especie de Mozart, con el que comparte contexto histórico, y del que ella se diferencia por el hecho de tener que superar el handicap de no ver desde los tres años. Eso no ha ido reñido con su arte y talento, el que sus padres exhiben de una manera casi circense, pero cuando es llevada a la finca del Doctor Lesmer, del que se habla que realiza milagros con sus avances y técnicas en campos como el de la visión, la joven descubrirá nuevos aires de libertad alejada del yugo con el que vive con sus padres a pesar de que, curiosamente, recuperar la visión parece ir reñido con el mantenimiento de su virtuosismo musical en las cuatro paredes de una villa rodeada también de gañanes y oportunistas. Una cinta que pretende reflejar un canto de libertad a través de la ciencia superando el oscurantismo de la ignorancia, el beneficio insolidario y el talento por explotar oculto y estigmatizado. Una cinta con empaque pero de vuelo bajo en un desarrollo vacilante que ahonda en la catadura moral de los personajes que rodean a esta chica y en su penar y pesar a la que demostrar su talento casi le provoca que le trastornen a nivel personal. A destacar el gran trabajo de Maria Dragus, joven actriz a la que ya hemos visto en “La cinta blanca” o “Los exámenes”.
"Love me not” demuestra lo mal que ha sentado a las escuelas de cine griego enseñar el cine de Haneke ya que estamos en una muesca más de esa sordidez extrema que lleva a los personajes de su cine a explorar todas las vertientes de la degradación física y psicológica. Si algunos como Lanthimos en cintas como “Canino” lo exploraban desde una vertiente sociológica, no le encontramos justificación a lo que ha hecho Alexandros Avranas en una cinta que que se adentra en los bajos fondos de la moral y de los niveles de soportabilidad para cualquier estómago. Lo que comienza como un “sexy thriller” con la premisa de un embarazo de alquiler, y con una presentación con arias de ópera sonando de fondo lo que le da un empaque y una elegancia atmosférica que termina desapareciendo, deriva en el morbo y el escándalo en un segmento final que lo que pretende reflejar es la doble moral y la hipocresía reinante en el mundo de hoy, así como el “sálvese quien pueda” y, sobre todo, si hay dinero de por medio en un mundo de apariencias en el que es un aguijón para las clases altas. La cinta es verdad que va despistando al espectador, con algún giro telefilmero y brusco que por lo menos sorprende y mantiene la intriga, pero su última media hora termina siendo tan aborrecible e injustificable (introduciendo la moraleja al espectador a costa de ahogarlo en su propia indignación y asco) que hace pensar que cinematografías como la griega han hecho suyo el mensaje de que hablen de ti aunque sea mal. El escándalo frente a la sutilidad más para reflejar el escarnio a un matrimonio de aprovechados a cualquier precio.
Nacho Gonzalo
Siguiendo tus crónicas cada día. Enhorabuena por tu seguimiento festivalero. Espero que sigas otro año con la cobertura de los distintos festivales, nos haces seguir día a día las películas que se emiten como si estuviésemos allí. También me gusta mucho los comentarios por Twitter tras la visión de los pases. ¡Felicidades