Cine en serie: “Juego de tronos”, el fenómeno mundial del año
Querido Teo:
Tras siete episodios, mes y medio inundando las redes sociales de todo el mundo, artículos de opinión sobreanalizando cada detalle de la serie y mucho ruido, críticas y polémica en Internet, la séptima temporada de “Juego de tronos” ha acabado por todo lo alto con un episodio que hasta los más escépticos con el desarrollo de esta tanda podrán aplaudir. A partir de aquí… ¡¡¡¡SPOILERS!!!!
¿Qué ha pasado este año con “Juego de tronos”? Cuando una serie alcanza las cotas de popularidad que tiene la saga de George R.R. Martin, probablemente el boom seriéfilo más grande del siglo XXI, es norma crear hilos, teorías, análisis y explicaciones de cada una de las escenas, conversaciones y miradas que forman parte de los episodios; y a su vez relacionarlos con todo lo visto anteriormente en la serie. Este año el drama de HBO ha generado varias polémicas por las consabidas elipsis temporales, ya que algunos todavía esperaban que siguiésemos viendo desarrollo de personajes en los bosques. No, “Juego de tronos” ya no es esa serie. Puede dedicar episodios a gente hablando en habitaciones (como el excelente 7x04) pero con un fin; tirar la trama hacia delante. De hecho, llevamos seis años conociendo a los personajes; por eso quizás la season finale “El dragón y el lobo” haya funcionado tan bien.
No es cuestionable que “Juego de tronos” decidiese pisar el acelerador en el momento de su recta final. Aunque la serie ya ha conseguido antes alcanzar clímax, haciendo esperar determinadas situaciones, ahora toda la recta final en sí misma es un clímax, todo se sucede, como en las batallas, ganamos tiempo y perdemos paja. Entiendo que haya gente a la que “le saque” determinadas licencias narrativas, pero… ¿habría funcionado tan bien la tensión más allá del muro si hubiésemos esperado dos episodios? ¿O habría funcionado igual con sus errores?
“Juego de tronos” se ha convertido en la serie de la que hay que hablar, y hay que hablar y opinar de ella, para bien o para mal. El problema es que muchos fans de la saga valoran más lo que ellos esperan de la serie que lo que realmente les está dando. Tachar la trama entre Jon y Daenerys de “fan-fiction”, cuando es una realidad que lleva esperando el lector de los libros varios años, no deja de cuestionarme qué espera realmente ver el público en esta serie y si realmente no están ya afilando los cuchillos de cara a su final en la octava temporada.
Este año la serie ha funcionado bastante bien uniendo a personajes que no habíamos visto interactuar hasta el momento; al comienzo la química entre Jon y Daenerys podía parecer provocada por la misma serie, pero si algo nos ha enseñado la season finale con ese encamamiento entre ambos es que han sabido construir esa relación desde la lealtad y la confianza.
Este es el primer año en el que hemos visto a una Daenerys humana, con sus equivocaciones, pero que no se ha creído por encima de los demás. Su objetivo era claro, conquistar los siete reinos y recuperar el trono que parecía ser (porque ya hemos descubierto que no) suyo. Daenerys ha tenido que aprender por las malas que debe dejar de lado el fuego y la sangre y confiar en sus más allegados porque ellos son los que quieren lo mejor para Poniente.
Jon ha sido otro de los pilares de este año. “Juego de tronos” es una serie que se ha cimentado sobre las traiciones, las mentiras y deslealtades entre unos y otros. Entre todo eso, Jon Snow siempre ha sido el héroe que la serie necesitaba; una esperanza entre tanta corrupción política y moral. Nieve es un héroe porque los demás no dejan de ejercer su papel de villanos. Donde ellos mienten, Jon nos deja claro que las palabras son importantes, y él no incumple promesas, por muchas malas consecuencias que le acarreen, algunas como su propia muerte. Kit Harington interpreta al héroe menos héroe que haya visto en una ficción de esta década, donde la moda era crear personajes grises, antihéroes o simples villanos. Es mucho más difícil mantenerse firme en sus convicciones y limpio entre tanta miseria moral. Jon lo ha hecho. Por eso, probablemente, aunque muchos lo sospechasen, no ha sido menos efectivo y épico descubrir que en realidad no es el bastardo Jon Snow, sino Aegon Targaryen, hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark, legítimo sucesor del trono de hierro y verdadero rey de los Sietes Reinos. Da pena y es emocionante a partes iguales ver como Jon (Aego) ha sufrido en sus carnes todas esas traiciones que definen la serie y cómo de diferente habría sido su vida con un poco de verdad, sabiendo quién realmente era. Puede que no fuese el héroe que está destinado a ser, pero nunca lo sabremos.
Un peldaño por debajo de Jonerys nos encontramos con la trama del norte, donde ha habido más problemas. Durante toda la temporada parece que los guionistas han querido hacer una pugna entre el espectador y Sansa Stark (Reina del Norte le pese a quien le pese). Los reencuentros familiares que al principio emocionaban dejaron paso a la desconfianza interna que amenazaba con romper una familia otra vez en esta serie. Sansa es una mujer que aprende, como ella dice lento, pero aprende. Ha sufrido, la han violado, han hecho con ella lo que han querido, pero ella no solo no se ha roto, sino que se ha acabado convirtiendo en una líder inteligente a la que seguir. Y junto a ella nos encontramos con Arya, una chica que empezó la temporada mostrándose humana (algo que no veíamos hace años), que nos creó desconfianza para acabar recordándonos que las hermanas Stark no van a caer en errores pasados. Aunque todo lo que estaba pasando entre Arya y Sansa fuese una estrategia para dar caza a Meñique, no deja de extrañarme algunas escenas como la amenaza de Arya a Sansa estando a solas; “Juego de tronos” no ha jugado su mejor baza en esa trama, pero han sabido resolverla a la altura. Las dos hermanas unidas. Dos mujeres libres y haciendo lo que mejor se les da hacer. De Bran hay poco que decir, nos ha descubierto el pastel de Jon, pero para ser el Cuervo poco ha hecho.
Más al sur, en Desembarco del Rey, nos hemos encontrado con una Cersei casi desaparecida hasta la season finale, donde ha resurgido (no sabemos cuánto tiempo más) para recordarnos quién manda aquí. Veremos si la ambición de la actual reina no acaba por consumirla. Y Jaime, desgraciadamente, perdidísimo, con el invierno encima y sin saber muy bien qué hacer. El tercer Lannister, Tyrion, ha tenido que luchar cada episodio para que Daenerys hiciese lo correcto, pero sus conversaciones han sido muy interesantes, me atrevería a decir las más interesantes de la temporada.
Probablemente la decisión más polémica de esta temporada y que ha levantado ríos de pólvora fue la de ir más allá del muro a capturar a un caminante para mostrárselo a Cersei y pedir una tregua. Leído suena incluso peor que en voz alta. Esta trama no iba a ninguna parte, todos nosotros lo sabíamos, pero parece que los personajes no. Al final descubrimos que esa historia solo sirvió para un único fin; la muerte de uno de los tres dragones de Daenerys, que pasa a ser un dragón de hielo resucitado por el Rey de la Noche. Entiendo las críticas a esto, no necesitaban hacer tantas florituras para llegar a ese objetivo, pero ese fue el punto de inflexión de Daenerys; cree en lo que ves y confía en los que te siguen, por muy diferente piensen a ti. Llegar hasta ahí ¿fue un circo? Sí, pero la lógica que crea es aplastante.
Con “El dragón y el lobo” como cierre por todo lo alto, “Juego de tronos” se ha despedido con un momento que todos esperábamos: la caída del muro. El ejército de caminantes, liderados por el Rey de la Noche y el dragón de hielo, han cruzado Poniente y el invierno ya está aquí. Perfectamente hilado, este episodio nos ha traído lo mejor de la serie con personajes enfrentados, revelaciones importantes, muertes deseadas por muchos y por primera vez una historia de amor correspondida. La séptima temporada ha estado a la altura de lo que quería ser. Tras siete años solo quedan seis episodios para el cierre definitivo de una serie que se ha convertido poco a poco en el gran fenómeno seriéfilo de la década.
Rubén Murillo