"Toni Erdmann"
La web oficial.
El argumento: Inès trabaja en una gran empresa alemana establecida en Bucarest. Su vida está perfectamente organizada hasta que su padre Winfried llega de improvisto y le pregunta… “¿eres feliz?”. Tras su incapacidad para responder, sufre un profundo cambio. Ese padre que a veces estorba y que la avergüenza un poco le va a ayudar a dar nuevamente sentido a su vida gracias a un personaje imaginario; el divertido Toni Erdmann…
Conviene ver: "Toni Erdmann" es una de las sensaciones europeas de la temporada desde que se proyectó en el Festival de Cannes. Maren Ade ha presentado una película que puede generar cierto temor debido a su duración (casi tres horas) y a su temática (la clásica historia de padre que en un viaje reconecta con su hija, o al menos lo intenta). A pesar de todo ello, y teniendo en cuenta que desde luego la cinta no da para semejante duración, lo que provoca más de algún bajón y sobre todo estampas perfectamente separadas innecesariamente alargadas, merece verse siendo la película que, a pesar de esas imperfecciones, logra erigirse como toda una sorpresa por un guión que sabe sacar partido a las situaciones, algunas llegando a lo grotesco pero siendo creíble en todo momento y nada ridículo, y sobre todo debido al carisma de sus dos actores, Peter Simonischek, un sesentón con corpachón y con el suficiente corazón (aunque parezca en un momento que se pegue como una lapa impidiendo dejar a su hija ser libre) para ser la persona que le haga replantear a ella las cosas importantes de la vida y, sobre todo, facilitando que se encuentre a sí misma intentando avanzar hacia la felicidad en el que un trabajo en una gran multinacional alemana en Bucarest le quita toda espontaneidad entre charlas sobre deslocalizaciones e intereses económicos. A pesar de que Simonischek se lleva las risas desde la primera escena de la película, con esos dientes postizos que se quita y pone como seña característica, y quedando siempre patente la habilidad para disfrazarse del personaje, es Sandra Hüller la que crece como personaje y actriz convirtiéndose en el auténtico valor de una película, siempre sorprendente y que saca la risa sobre un trasfondo dramático, en una interpretación matizada, que va desde el aplomo con el que aborda su vertiente profesional hasta el punto desinhibido de su interpretación de una canción de Whitney Houston, o esa particular e improvisada fiesta nudista, hasta la vulnerabilidad que desprende en su relación con los demás personajes; especialmente un padre que siempre ha sentido como ausente por estar en otro mundo. Y sí, aunque la duración es excesiva, o el argumento visto en más de una dramedia USA, la película nos gana con la misma honestidad y frescura con la que este padre intenta devolver a su hija a la senda de la felicidad creando ese entrañable personaje de Toni Erdmann entre lo pesado, ingenuo, pero claramente conciliador y catalizador con momentos que van desde su encuentro con las compañeras de su hija o el de homenaje, en cierta manera, a Chewbacca. Y es que también está presente el choque entre la Europa tradicional y la nueva en la que se ha potenciado la corrección política y el estatus de la clase media. Una cinta sobre dos personajes que se quieren pero que no se atreven a decírselo entre los convencionalismos y las apariencias que hay que tener en unos tiempos en los que la ingenuidad, la fábula y vivir la vida con alegría lo confundimos con hacer el ridículo. Como personas nos equivocaremos una y otra vez pero un personaje como el de Toni Erdmann ayuda a descubrirnos que intentar ser felices depende sólo de uno mismo.
Conviene saber: Nominada al Oscar 2017 a la mejor película de habla no inglesa, triunfadora de los premios del cine europeo 2016 y premio FIPRESCI de la crítica internacional.
La crítica le da un SIETE
Absolutamente insufrible, la gente se iba del cine, no tiene ninguna gracia. Si este engendro se lleva el Oscar apaga y vámonos. Última vez que hago caso de las críticas.