"Sin amor"
La web oficial.
El argumento: Una pareja que atraviesa un divorcio debe aunar fuerzas para encontrar a su hijo, desaparecido tras una de sus peleas.
Conviene ver: “Sin amor” del director ruso Andrei Zvyagintsev es una película mucho más accesible y entretenida de ver de lo que nos tiene acostumbrados en su filmografía, por su factor de intriga, aunque sin renunciar a esos planos alargados e inhóspitos de paisajes nevados y desoladores que crean desasosiego al espectador y también por el uso de una música muy punzante más las habituales miradas al vacío de este tipo de cine. La cinta se vertebra en la desaparición de la noche a la mañana de un niño de 12 años marcado por las continuas discusiones protagonizadas por sus padres, también divorciados, a los que él asiste viendo esos reproches continuos y también creándole la sensación y certeza de que no saben qué hacer con él queriendo “quitarse el problema de en medio” enviándole a un internado. Su desaparición (que se presume voluntaria), tras una potente escena en la que él asiste lloroso a una discusión detrás de la puerta sin que sus padres sean conscientes de su presencia, sobrevuela una cinta marcada por la irresponsabilidad paterna y el hedonismo de una sociedad que sólo se preocupa por sí misma de una manera individualista y que quiere asumir los menos sacrificios posibles. Precisamente ese mensaje, tan universal como bien hilado ante el hermetismo de una comunidad como la rusa, queda demasiado explicativo ahondando en esos padres que sólo viven el día a día viéndoles manteniendo relaciones sexuales con sus nuevas parejas, teniendo conversaciones livianas de oficina, o conectados compulsivamente al móvil en el transporte público. Una película intensa emocionalmente, con empaque y oficio propio de su autor, y con un mensaje potente que, poseyendo algunas escenas especialmente logradas, hace que la cinta no se olvide y quede en la mente del espectador ante ese punto de conciencia sobre los males actuales de nuestra sociedad. Y es que lo más preocupante para el futuro, tal y como bien parece apuntar la película, esa generalizada irresponsabilidad (marcada por ese sempiterno “síndrome de Peter Pan”) no parece más que ir a más siendo algo que va a ir propagándose de padres a hijos, de generación en generación, y es que, como sutilmente se ilustra, ni siquiera el hecho del trauma de una desaparición como la vivida por estos padres les va a hacer cambiar ni un ápice su actitud y modo de vida hacia el futuro a pesar de algunas escenas realmente logradas como aquella en la que son llamados a un depósito de cadáveres para reconocer a un cuerpo. El misterio del caso concreto no llegará a resolverse pero la semilla de ese mensaje arroja un interesante debate para nuestro tiempo y lo que queremos ser como padres y ciudadanos en el futuro.
Conviene saber: El director de “El regreso” y “Leviatán” consiguió con “Sin amor” el Premio del Jurado del Festival de Cannes 2017 y está nominado al Oscar 2018 a la mejor película de habla no inglesa.
La crítica le da un OCHO