"Ondina. Un amor para siempre"
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El argumento: Ondina es historiadora y da conferencias sobre el desarrollo urbano de Berlín. Pero cuando su amante la abandona, el antiguo mito se apodera de ella. Solo le queda matar al hombre que la ha traicionado y regresar a las aguas.
Conviene ver: “Ondina. Un amor para siempre” es uno de los títulos europeos de la temporada. Una historia de amor poética y sutil que sabe introducir al espectador en ese tono de ensoñación que cobra la historia para que, a pesar de ello, suene real, emocionante y poco impostado. Una mirada al amor desde un punto de vista que trasciende a las personas y al paso del tiempo y que también se erige casi como un destino inevitable jugando con el mito de la ninfa de las aguas a la que da título la película y que representa el deseo masculino expresado en el romanticismo alemán que contaba que la ninfa tomará forma humana cuando se casara teniendo que matar al marido si éste le era infiel para así garantizar su supervivencia. El amor como algo reparador pero también doliente, obsesivo y paralizante, la importancia de las pequeñas cosas y el derecho a ser feliz y pasar página jugando además con la profesión de los protagonistas, ella historiadora y él buzo, para dar poso a esta fábula sobre el sentimiento más profundo en una sociedad contemporánea en la que, si bien estamos más solos que nunca, también necesitamos el consuelo, el cobijo y la complicidad alejándose de la toxicidad de los que nos hacen daño y que terminan siendo una rémora del pasado para futuras relaciones.
Un proyecto arriesgado para no caer en lo obvio o lo paródico y que el director resuelve con entrega, originalidad y encanto tirando de lirismo pero sin sonar a hueco, contando además con la química de unos estupendos Paula Beer y Franz Rogowski, la misma pareja con la que ya contó en "En tránsito" (2018). Una cinta desconcertante e hipnótica sobre el trasfondo del desarrollo urbanístico de Berlín, confrontando el pasado y el presente, y que, sin necesidad de la parafernalia técnica de “La forma del agua” (2017), convence y transmite sobre los diferentes acordes del Adagio de Bach combinando tonos de negrura en el melodrama surrealista y romántico al que parecen abocados en un romance puro como el de “Romeo y Julieta” y fortuito como el de “Antes del amanecer” dejando, en época de falta de ello, uno de los abrazos más sentidos y hermosos vistos en pantalla. Una rareza llena de magia entre sentimiento, agua, destino y amores entrelazados sobre la proyección masculina del deseo representado en la figura de una mujer que ya ostenta su independencia. Un cuento sobre el amor inspirado e idealizado, saboreado y transpirado por sus protagonistas, en un mundo lleno de soledad y vertiginoso en su día a día en el que no tenemos tiempo para percatarnos en nuestro alrededor.
Conviene saber: La cinta de Christian Petzold ganó el premio a la mejor actriz (Paula Beer) en el Festival de Berlín 2020 y los premios a dirección y montaje en el Festival de cine europeo de Sevilla 2020. Además tiene 2 nominaciones en los premios del cine europeo 2020 en las categorías de película y actriz.
La crítica le da un SIETE