"Moonlight"
La web oficial.
El argumento: Chiron es un joven afroamericano con una difícil infancia y adolescencia, que crece en una zona conflictiva de Miami. A medida que pasan los años, el joven se descubre a sí mismo y encuentra el amor en situaciones inesperadas. Al mismo tiempo, tiene que hacer frente a la incomprensión de su familia y al violento ambiente de su barrio.
Conviene ver: "Moonlight" se ha vendido como la respuesta negra y gay de “Boyhood” y la comparación es más que evidente y lógica. En esta ocasión, aunque utilizando a distintos actores para dar vida al protagonista, vemos el despertar vital y sexual de un niño negro débil y de mirada tan tierna como esquiva y triste marcada por la marginación, el desprecio, una familia desestructurada y el acoso escolar en un entorno impregnado de violencia y narcotráfico. Un director casi debutante que sorprende con una película tan bella y lírica como dolorosa y terrenal mostrando como la sociedad que nos rodea nos construye coartando en ocasiones el verdadero "yo". Una cinta que valora las pequeñas cosas en un mundo de banalidades reflejando como el dolor y la incomprensión van forjando a una persona que pasa de ser una gacela a merced en el bosque a convertirse en una fiera sin valores, poderosa y con coraza, y marcada por el tráfico de drogas, una madre adicta a la heroína y atracciones imposibles y deseos irrefrenables. Además del oficio de Barry Jenkins como director la película se eleva gracias a las envolventes fotografía (azulada y nocturna) y música (con predominio de las cuerdas y el piano), que van variando conforme evoluciona el ánimo y circunstancias del protagonista, y a la interpretación de los tres actores que interpretan el mismo personaje (Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes) logrando ser uno solo (a través de la mirada como espejo del alma) y marcando los rasgos de una identidad en construcción bien secundados por ese mentor improvisado que es Mahershala Ali (el personaje que da respiro de esperanza ante tanto drama), la madre adicta Naomie Harris que se luce en sus breves escenas durante los tres actos, Janelle Monáe o André Holland. Tres episodios de una vida que sugieren más que muestran y que deja al espectador para que vaya encajando lo que sucede en los huecos temporales que no aparecen en el metraje. Una película tan pequeña como arriesgada, valiente y orgánica y tan pertinente como reflexiva desde el punto de vista sociológico en la nueva USA del estigma y la marginación al diferente siendo el protagonista un prisionero de sus circunstancias durante los momentos de una vida en los que se desarrolla la historia y en los que se va construyendo una figura impregnada de masculinidad y de carne de cañón que bien podría haber pertenecido al universo que David Simon narró en su alabada “The Wire”; aquí quizás más descarnada y auténtica sin renunciar a ese lirismo en forma de ensoñación que tiene todo canto a la vida sobre todo en forma de gestos pequeños y mínimos que acaban calando sobremanera y que denuncia los paradigmas sociales coartantes pero que tira más por lo cotidiano y lo cercano que el hecho de pretender arrojar un mensaje universal sobre el darwinismo social.
Conviene saber: Barry Jenkins adapta en su segunda película la obra de teatro de Tarell Alvin McCraney. 8 nominaciones al Oscar avalan a uno de los títulos más destacados del año.
La crítica le da un OCHO
Gran película. Pero lejos del gran despliegue de La La Land. El año pasado serìa una ganadora indiscutible del Óscar a Mejor Película, pero este ańo lo tiene dificil compitiendo con esa otra gran maravilla que está en boca de todos para bien o para mal.