"Martin Eden"
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El argumento: Martin Eden es un chico de pueblo que se gana la vida trabajando como marinero. Un día, Martin consigue salvar la vida de Arthur Morse, un joven de clase alta que vive en San Francisco. Como agradecimiento, Arthur invita a Martin a su hogar y, poco a poco, le va introduciendo en su propio estilo de vida. El joven ve esto como una oportunidad para convertirse, finalmente, en escritor y trata de aprovechar al máximo el tiempo entre lujos. Martin recibirá un impulso inesperado cuando conozca a Ruth, una joven de la que se enamora al instante.
Conviene ver: “Martin Eden” de Pietro Marcello, habitual del documental y considerándose a sí mismo con la madurez necesaria para llevar a cabo el proyecto, traspone a la Italia de principios del siglo XX la clásica novela del norteamericano Jack London, inspirada en experiencias personales del autor y que supone toda una crítica a la industria que genera el éxito de masas, bañándola del espíritu de lucha de clases en el país que ya se reflejó en “Novecento” (1976) y con la cultura como nexo de unión para estrechar la brecha y la incomunicación entre clases. Ese marinero que prueba las mieles de la clase alta desde la marginalidad satisfaciendo sus ínfulas de escritor e ideas sociales aprovechándose de su privilegiada situación sobre una subyugante puesta en escena que se aprovecha de apabullantes recursos visuales, analogías y simbolismos y material de archivo, sin miedo a incurrir en anacronismos, todos con gran valor poético, nostálgico y evocador, para dar consistencia a un propósito como es el de homenajear a la clase obrera napolitana tanto en el pasado como en el presente a lo largo de buena parte del siglo XX en Europa. Todo desde la perspectiva humanista avivada ante la rutilante y torrencial interpretación de un magnífico Luca Marinelli, a lo largo de las distintas fases y evolución que vive su personaje, que se aprovecha de un lirismo hipnótico y de la carga que tiene una trama en la que entre triángulos amorosos, devaneos políticos y lucha por los ideales y la dignidad se reinventa el clásico literario de 1909 en una historia en la que el arribismo es la vía que encuentra el protagonista para que su voz, ante la oportunidad que le ha sido brindada, sea oída alcanzado la fama como escritor, aunque sea traicionando a su clase primero y a sí mismo después. Con los textos de Herbert Spencer, sus ensayos sobre el sentimiento romántico que mueve el mundo y la defensa y el sacrificio de la clase proletaria, se establece un puente entre varias décadas a través de cartas sobre el poder del amor pero también ante el hecho de cómo el sistema y el clasismo puede truncarlo, quedando el arte y la situación de clase por encima de todo, mostrando como, ante los incontables recursos visuales de los que la cinta hace gala, la cultura puede ser la manifestación total que quede por encima de cualquier idea.
Es lo que le ocurre a una cinta que, tirando de una estética analógica y buscadamente anticuada, casi de postal antigua, hace que la riqueza de la imagen quede por encima del mensaje y las convicciones de un Martin Eden que se enfrenta como individuo errante frente a la sociedad, de la que se siente más desconectado cuando más éxito tiene y que, a contracorriente del sino de los tiempos, pone las piedras en el camino (sean suficientes o no) para que si el mundo no cambia por desesperación y rebelión al menos uno pueda tener el orgullo de intentar haber contribuido a ello aunque le lleve hasta la extenuación. Todo a través de diversas capas, como las que tienen la propia vida, viajando desde la reflexión epistolar, el drama social o la pasión romántica. Un viaje complejo y fascinante de ese chico de pueblo que quiere prosperar en un mundo que no entiende y que conforma una adaptación de la obra de Jack London tan rica como personal sobre cómo alguien de clase baja y al margen de toda pretensión intelectual, y que quiere labrarse un futuro por sí mismo, acaba fascinado y herido por la cultura desde su perspectiva industrial más perversa, quedando vulnerable ante ella y la belleza y sentimiento que este despertar a nuevos bríos y motivaciones le genera, llenándose de sensibilidad pero también perdiendo tanto su cordura como su propia identidad. Un antihéroe que es víctima de su individualismo perdiendo el contacto con la realidad y los suyos cuando triunfa. Una de esas propuestas más sugestivas y sensoriales que narrativas y que, si entras en su mundo, dejan buen poso sobre lo que podemos pretender ser, nuestro papel en la sociedad y el valor del arte como riqueza incalculable para los hombres. "Martin Eden" es libre, bella, triste y se permite no sólo dejar poso a través de su mensaje político sino, además, emular a grandes como Visconti, Bertolucci o Pasolini sin palidecer con ello. Una proeza fascinante y contundente.
Conviene saber: “Martin Eden” no ha hecho más que recibir parabienes desde que ganó la Copa Volpi al mejor actor en el Festival de Venecia 2019. Se vio en el Festival de Toronto 2019, ganó el Giraldillo de Oro a la mejor película en el Festival de Sevilla 2019, mejor guión adaptado en los David di Donatello 2020 y 4 nominaciones en los premios del cine europeo 2020.
La crítica le da un OCHO