"Mad Max: Furia en la carretera"
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El argumento: Perseguido por su turbulento pasado, Mad Max cree que la mejor forma de sobrevivir es ir solo por el mundo. Sin embargo, se ve arrastrado a formar parte de un grupo que huye a través del desierto en un War Rig conducido por una Emperatriz de élite: Furiosa. Escapan de una ciudadela tiranizada por Immortan Joe, a quien han arrebatado algo irreemplazable. Enfurecido, el Señor de la Guerra moviliza a todas sus bandas y persigue implacablemente a los rebeldes en una "guerra de la carretera" de altas revoluciones...
Conviene ver: "Mad Max: Furia en la carretera" es un disfrute desde el punto de vista del espectáculo. Una cinta de acción modélica, un chute de adrenalina para los sentidos y la vuelta del cine como entretenimiento de masas sin tratar al espectador como bobo. Además, la revitalización de una de las franquicias más representativas (y hasta hace poco bastante olvidadas en el imaginario colectivo) es siempre una buena noticia siempre que se haga bien y se supere ampliamente la media de secuelas, remakes y reboots. Una película salvaje, alocada e irreverente que parece mentira que esté dirigida vertiginosamente por un tipo que ya ha cumplido los 70. La personalidad de George Miller, al volver a tener que cincelar a su creación, provoca que Hollywood haya acertado en su elección en vez de confiar en algún joven director salido de la camada de Marvel. Aunque para todos Mad Max siga siendo Mel Gibson (su estatus de oveja negra de Hollywood ha impedido que le veamos en el que hubiera sido un agradecido y nostálgico cameo) Tom Hardy cumple bastante bien con el personaje aunque es finalmente la Emperadora Furiosa de Charlize Theron la que se lleva con todo merecimiento el gato al agua ya que está espectacular, además de salir guapísima incluso calva recordando en agallas, importancia y factor heroico a la Ripley de Sigourney Weaver en “Alien”. Un apasionante disfrute apocalíptico que, alejándose de las sombras góticas impuestas por Nolan en el cine reciente, aquí hace prevalecer el espectáculo revitalizando (pretendiéndolo o no) y dando vigorosidad a la burbuja de taquillazos presente estando Miller más que cómodo en un terreno que conoce dotándole de toques western y alejándose de los dramas (“El aceite de la vida”), comedias alocadas (“Las brujas de Eastwick”) o propuestas infantiles (pero con miga como “Babe, el cerdito en la ciudad” o las dos películas de “Happy feet”) en la que Hollywood quiso encuadrarlo. Larga vida a una saga que ha vuelto con una fuerza inusitada confirmándose como una de las películas del año.
Conviene saber: Cuarta entrega que se une a las películas dirigidas por George Miller y compuestas por “Mad Max: Salvajes de autopista” (1979), “Mad Max 2: El guerrero de la carretera” (1981) y “Mad Max: Más allá de la cúpula de trueno” (1985).
La crítica le da un OCHO