"La vida de los demás"

La web oficial.

El argumento: Cuatro historias sobre la fortaleza moral y la pena de muerte que cuestionan hasta qué punto la libertad individual puede expresarse en un régimen despótico.

Conviene ver: “La vida de los demás” es un valiente, duro y crudo retrato sobre la pena de muerte desde el punto de vista de quiénes se ven obligados a ejercer como verdugos y demuestra la valentía del cineasta Mohammad Rasoulof de ser aún más directo a la hora de escarbar en las miserias de un sistema opresor. La cinta ha pasado las fronteras dividido en cuatro cortometrajes que ya en Europa cobrando forma en un montaje definitivo de dos horas y media ya que el cineasta no puede salir de Irán desde el 2017. A pesar de la inhabilitación ha conformado una obra que golpea y remueve, irregular a ratos, pero intensa dando una bofetada al régimen de su país en uno de los alegatos más rotundos vistos en el cine en contra de la pena de muerte. Una cotidianidad que se voltea a través de unos hombres que tienen que acatar las órdenes (más que las leyes) de un gobierno que les marcará a ellos y a sus familias si no cumplen lo que se les encomienda, aunque eso sea algo tan horrible como terminar la vida de otro ser humano y luego volver a casa como si hubieran pasado un día más en la oficina.

Sin duda el primer relato es el más potente y la película sufre ir de más a menos pero el conjunto es muy estimable por su clarividencia frente a las restricciones en un film en forma de manifiesto que se revuelve frente al hecho de agachar la cabeza abrazando, a pesar de los escasos márgenes que se permiten, la siempre esperanzadora resistencia que frente a la desolación al menos deja un mensaje de que serán los propios ciudadanos los que pueden revertir el sistema a pesar de lo cruel del mismo no dejándose hundir por el desaliento de un mal endémico destacando, además, cómo se permite filosofar sobre hasta qué punto el ser humano puede estar preparado o no para matar. “La vida de los demás” no es sólo una crítica a un régimen totalitario sino también un canto a la libertad y a la integridad en el retrato de una sociedad que intenta vivir capeando con lo que tiene, entre las rendijas de una luz tan escasa de encontrar, dejando algo de espacio para confiar en un futuro mejor con la llegada de las nuevas generaciones, responsables de que se avance en el buen sentido e intenten evitar los errores del pasado de una condición humana que sigue sin aprender y que avanza hacia delante de manera desigual entre países democráticos que consiguen conquistas sociales y otros inmersos en su espiral de oscuridad, discriminación y tiranía.

Conviene saber: Oso de Oro a la mejor película en el Festival de Berlín 2020.

La crítica le da un SIETE